Claudio Gay |
En septiembre de 1830, Diego Portales firmó un contrato con Claudio Gay, según el cual el joven naturalista francés se comprometía a estudiar el territorio y escribir inmediatamente la historia física y natural de Chile en el plazo de cuatro años ("Historia Física y Política de Chile").
Para conocer Chile
Junto con las preocupaciones urgentes que el proceso de independencia implicó para el país y que decían relación con la consolidación militar de la emancipación y la búsqueda de una institucionalidad que diera cuenta de la transición hacia formas de vida republicana, las autoridades gubernamentales de aquella época advirtieron la necesidad de conocer y explorar los vastos territorios de Chile como una forma de impulsar una cierta identidad colectiva que sustentara la consolidación de una nación y posteriormente de un Estado.
De ese modo, algunos viajeros científicos llegaron al país durante la década de 1820 contratados por el gobierno, como Juan José Dauxión Lavaysse, Bacler D’Albe y Carlos Lozier a quienes el Director Supremo Ramón Freire encargó estudios y levantamientos cartográficos. Sin embargo, quien prestó uno de los más importantes servicios al país con sus investigaciones científicas fue el naturalista don Claudio Gay, cuya obra desarrollada en los campos de las ciencias naturales, físicas e históricas es hoy recordada y admirada por su vastedad y acuciosidad.
Claudio Gay nació en la ciudad francesa de Draguignan el 18 de marzo de 1800. Luego de abandonar sus estudios de medicina y farmacia en París, sus inquietudes científicas lo llevaron a la botánica, la entomología y demás disciplinas impartidas en el Museo Histórico Natural y en la Universidad de la Sorbonne. Sus primeros viajes de investigación fueron a los Alpes, colaborando en la herborización y recolección de especímenes vegetales para la obra Flore Lyonnaisse , publicada entre 1827 y 1828.
Por esos años recibió una oferta para viajar a Chile como profesor de ciencias físicas y químicas en el recién fundado Colegio de Santiago- cuya rectoría ejerció el sabio Andrés Bello -, experiencia que le permitiría estudiar la flora y la fauna de estas apartadas regiones.
Llegó al país el 8 de diciembre de 1828. Ya en Chile, dedicaba gran parte del tiempo a recorrer los alrededores de Santiago, clasificando y coleccionando plantas y animales, con sus respectivas reproducciones pintadas a mano.
En carta a sus colegas de París, Gay relataba: "… desde hace siete meses que vivo en esta ciudad y me he ocupado de un modo continuado de la Geología de sus alrededores y a pesar de mis ocupaciones particulares y sobre todo de las guerras intestinas que atormentan a este pobre país, que han obstaculizado mis viajes, poseo sin embargo una buena serie de observaciones que bastarán para dar a conocer esta región tan poco visitada por los naturalistas …" (STUARDO, p. 242)
Sin duda que eran tiempos convulsionados en Chile los que le tocó presenciar a Gay, a fines de los años 20. En efecto, en esos años el país experimentaba una profunda crisis en torno a distintos proyectos constitucionales, deudores de distintas concepciones políticas (federalistas, unitarios), además del conflicto entre la aristocracia colonial conservadora y los partidarios del liberalismo republicano. Esta tensión se trasladó finalmente del campo político al campo de batalla, enfrentando a liberales (pipiolos) y conservadores (pelucones), triunfando definitivamente los últimos en abril de 1830, en la guerra civil que puso término al período de anarquía.
A su vez, las inquietudes científicas de Gay llegaron a oídos de Diego Portales , por entonces ministro del Interior y de Relaciones Exteriores del Gobierno de José Tomás Ovalle, quien se interesó vivamente en las aptitudes y conocimientos del joven científico. Así, el 14 de septiembre de 1830, Claudio Gay firmó un contrato con el gobierno chileno para realizar un viaje científico por el país, recopilando antecedentes sobre su historia natural, geología, zoología, cartas geográficas y planos. Más de diez años estuvo recorriendo el país, con algunos viajes a Perú y Francia entremedio.
El viaje comenzó a fines de ese año, en la provincia de Colchagua, recorriendo la zona cordillerana, el volcán Tinguiririca, y la costa. Posteriormente, a mediados de 1831 se trasladó al valle de Aconcagua y permaneció en Valparaíso algún tiempo, aprovechando de embarcarse, a comienzos de 1832, rumbo al archipiélago Juan Fernández.
Hasta ese momento, todas las notas de viaje y registros de su investigación eran recibidos por la Comisión Científica creada por el Gobierno para verificar el cumplimiento del contrato e implementar un lugar para recopilar y ordenar las innumerables muestras que el científico recolectaba. Del mismo modo, en el periódico El Araucano se publicaban regularmente los avances de la investigación y los apuntes de viaje.
A consecuencia de la necesidad de contar con mejor instrumental para sus mediciones y trabajos en terreno, Claudio Gay viajó a Francia en marzo de 1832. Durante aquella estadía recorrió cenáculos y asambleas científicas relatando sus experiencias y descubrimientos en estas alejadas latitudes.
En marzo de 1834 se embarcó de regreso a Valparaíso en la nave "Sylphide", junto a la joven Hermance Sougniez, con quien se había casado algunos meses antes. Y en el mismo barco venía, contratado por el gobierno chileno, Lorenzo Sazié, destacado médico francés que venía a hacerse cargo de los estudios de medicina en el país y que posteriormente sería el primer decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, institución fundada años más tarde, en 1842 por Andrés Bello, quien sería su primer rector al año siguiente.
Entre octubre de 1834 y fines de 1835 recorrió el sur del país: Valdivia, Osorno, el lago Llanquihue y sus alrededores, el volcán Villarrica y la isla de Chiloé, entre otros lugares.
Al año siguiente, Gay emprendió la ruta hacia el norte, explorando la provincia de Coquimbo; río Elqui, Ovalle, Illapel, el litoral costero, etc. Durante un año recorrió la zona para, a fines de 1837, dirigirse a la región del Maule; Concepción y Biobío, lugares en que estuvo hasta marzo de 1839.
Ese año, Mariano Egaña, ministro de Instrucción Pública, se acercó al científico francés con el propósito de encargarle la redacción de una Historia de Chile, pues consideraba el ministro un país encaminado en el ideario republicano no podía dejar de tener una Historia escrita al estilo de las europeas y la norteamericana, que complementaban tan equilibradamente el rigor científico con la pluma literaria.
La inquietud de Egaña respondía a una efectiva necesidad, pues a esas alturas del siglo XIX no se contaba con un relato riguroso de la Historia de Chile, fundamentado en el estudio acabado de fuentes y archivos, salvo los trabajos del Abate Molina , y las crónicas de la conquista del siglo XVIII y anteriores.
Sin embargo, Gay dudó bastante antes de aceptar la propuesta. Sus inquietudes y experiencia científica provenían de las ciencias naturales y no se consideraba apto para entrar a la investigación de gabinete, registrando papeles y archivos, redactando e interpretando a partir de folios oficiales, cartas personales, folletos y registros. En definitiva, un mundo totalmente alejado de los laboratorios y los viajes de exploración. Sin embargo, aceptó el desafío.
Con el fin de obtener la información requerida partió rumbo al Perú en junio de 1839, permaneciendo hasta principios de 1840. En Lima recorrió archivos coloniales y colecciones particulares recopilando documentación. Además, aprovechó de viajar al Cuzco a conocer la tradición de la cultura inca. Allí tomó contacto con indígenas de la zona, levantó el plano de la ciudad, realizó estudios estadísticos y reprodujo con su pluma monumentos y antigüedades precolombinas.
Mientras, en Santiago, la Comisión Científica encabezada por José Vicente Bustillos se dedicó a conseguir recursos ante el ministro Egaña a fin de acondicionar el recientemente terminado Gabinete de Historia Natural, ubicado en un edificio construido por orden de Diego Portales , en 1836. Dicho establecimiento albergaría también a la Biblioteca Nacional y se encontraba en la esquina de las calles Catedral y Bandera, en los terrenos en que posteriormente se levantaría el edificio del Congreso Nacional .
A su regreso de Perú, Claudio Gay se dedicó a ordenar las muestras recolectadas y a recuperar algunas pendientes de otros viajes para dar forma al Gabinete. Al mismo tiempo preparaba un viaje pendiente desde años: al desierto de Atacama . Para ello tomó contacto con el sabio polaco residente en Coquimbo, Ignacio Domeyko, llegado al país en 1838 como profesor de ciencias y que llegaría a ser rector de la Universidad de Chile, 29 años más tarde.
En carta escrita durante el viaje al norte a bordo del vapor Perú, en diciembre de 1841, Gay le comenta a Domeyko: "… Después de haber renunciado cuatro o cinco veces de hacer el viaje a Copiapó me he decidido, al fin, a realizarlo para no dejar ningún punto de Chile sin visitar. Sin duda, la vegetación de la costa habrá desaparecido en parte, pero me queda la cordillera y me agrada creer que en ella podría hacer algunas buenas colecciones. Me ocuparé también de la Geología y de visitar especialmente los terrenos calcáreos y particularmente los que encierran petrificaciones ."(STUARDO, p. 312).
En la zona norte Gay recorrió Caldera, Copiapó, Totoralillo, Chañarcillo, Vallenar, Huasco y otras localidades.
El año 1841 vio nacer el resultado de los esfuerzos de Claudio Gay y del Gobierno chileno. En efecto, a principios de año, en El Araucano se publicó el prospecto de la obra que Gay debía entregar cuyo título era Historia Física y Política de Chile y que, de acuerdo a lo que se planeaba, debía abordar varias secciones: la flora, la fauna, la mineralogía, la geografía, la historia, etc., además de mapas, planos de ciudades, diseños e ilustraciones.
El entusiasmo desbordaba al científico y a quienes más cerca habían estado del proyecto, sin embargo, la cuestión del financiamiento no tardó en plantearse como un serio obstáculo. Estaba claro que el Gobierno financiaba el trabajo y su compromiso no podía debilitarse luego de una década de investigación, pero se requería involucrar a otros sectores en el proyecto. Hubo que pensar en el apoyo de particulares. De esta forma, y por gestiones del propio Claudio Gay, la Sociedad de Agricultura asumió el compromiso de obtener las suscripciones para la obra entre los asociados y los círculos ilustrados, además de la distribución de la misma, una vez terminada.
Claudio Gay se comprometió a entregar cuadernillos de 136 páginas ilustrados por artistas parisinos. Por su parte, la Sociedad de Agricultura publicó esquelas de invitación en la prensa y comisionó encargados en provincia para promover y recibir las suscripciones. A su vez, el Presidente Joaquín Prieto elogiaba calurosamente los esfuerzos del naturalista francés ante los parlamentarios en su discurso del 1 de junio: "… la narración de su viaje con el resultado de sus laboriosas investigaciones sobre la Geografía, la Historia Natural y Civil de Chile, saldrá a luz en Europa; y yo espero que nuestro erario, aún en medio de sus grandes cargas, podrá contribuir a los costos de una edición en lengua española, que es reclamada ansiosamente por los amantes de la prosperidad y la ilustración de nuestra patria ." (STUARDO, p. 315)
A fines del año 1841 los suscriptores sumaban un total de 586, y las suscripciones llegaban a más de mil, siendo cuatrocientas de ellas del propio Gobierno. Las ediciones ofrecidas iban desde las iluminadas a color a las más sencillas sin ilustraciones.
Mientras, el entonces Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública del Presidente Manuel Bulnes, Manuel Montt , conocedor de la obra de Gay y entusiasta promotor de su financiamiento, presentó ante el Congreso un proyecto de ley el cual consideraba el otorgamiento de la ciudadanía chilena a Claudio Gay, un premio de seis mil pesos y recursos para la publicación de la obra. La propuesta fue discutida y aceptada por los parlamentarios, convirtiéndose en ley el 29 de diciembre de 1841.
Luego de agradecer públicamente los honores y reconocimientos brindados, Claudio Gay comenzó los preparativos para regresar a Francia, en cuyo puerto de Burdeos desembarcó a fines de septiembre de 1842. Allí, junto con ordenar el material que llevó y las muestras recolectadas, fue invitado nuevamente a describir sus experiencias y descubrimientos en la Academia de Ciencias y en la Sociedad de Geografía de París.
Una vez cumplidos algunos de sus compromisos académicos, se abocó a la preparación de su obra. Para ello se trasladó a una residencia cercana al Museo de Historia Natural de París, con el fin de poder consultar rápidamente su biblioteca y sus profesores. Asimismo, Gay contrató grabadores e impresores, así como a científicos especialistas en las distintas disciplinas requeridas, todo con el escaso presupuesto que recibía desde Chile, pues el Gobierno francés no dispuso de recursos para la obra debido a que ya había destinado cuantiosas sumas para publicar a otros científicos viajeros.
La primera entrega de la obra fue recepcionada por el Gobierno chileno en junio de 1844 y, en marzo del año siguiente, la segunda entrega estaba disponible en librerías de Santiago y Valparaíso. Las ediciones contaban con el trabajo de traducción del español Pedro Martínez López y posteriormente de Francisco de Paula Noriega y abordaban distintos tópicos, desde la parte histórica hasta la botánica.
De este modo las entregas siguieron llegando al país, anunciadas en las páginas de El Mercurio, a la vez que se continuaban vendiendo suscripciones para financiarlas, riesgo este último que se mantuvo permanentemente. En mayo de 1845 la Sociedad de Geografía de París entregó la medalla de oro a Claudio Gay por sus aportes al campo de la geografía, siendo felicitado en aquella oportunidad por el naturalista y geógrafo alemán Alexander von Humboldt, presente en la sesión.
Gay siguió trabajando activamente, incluso viajó a Inglaterra especialmente para documentarse acerca de otros viajeros que recorrieron la zona sur y el Estrecho de Magallanes, con el fin de precisar al máximo los datos para la confección de las cartas geográficas. Asimismo, con el fin de recurrir a fuentes de primera mano para concluir la parte histórica de su trabajo, viajó a España en 1850 al Archivo de Indias, lugar en que consultó cartas y documentos oficiales del período colonial.
A fines de 1852, el ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública, Silvestre Ochagavía, escribió al encargado de negocios de Chile en Francia, Francisco Javier Rosales quien había estado en contacto con Gay durante todos estos años y representaba los intereses gubernamentales en el proyecto, con el fin de acelerar las entregas pendientes y suspender las demás proyectadas. Claudio Gay tomó conocimiento de las resoluciones adoptadas en Chile, y escribió a Manuel Montt, por entonces Presidente de la República y con quién había cultivado una profunda amistad epistolar durante aquellos años, al que, amargamente, le señalaba: "… Sin duda esta obra debería haber sido terminada hace tres o cuatro años, pero si los chilenos pudieran apreciar todo lo que ha sido necesario en tiempo y en investigaciones para clasificar, dar nombre, describir, etc., cerca de 8.000 especies, la mayor parte nuevas para la ciencia, lo que todavía exigía mayor investigación, seguramente verían que no es posible exigir más, a menos de trabajar en cantidad que en calidad. En cuanto a mí, no quisiera, por todo el oro del mundo, volver a comenzar semejante trabajo, pues, recordaré siempre los horribles nueve años que acabo de pasar y todas las contrariedades que debí soportar con mis grabadores, coloristas y aún con mis colaboradores que, en último término, estaban lejos de inspirarse en mi perseverancia y en mi diligencia.. ." (STUARDO, p. 351)
Estas líneas movieron al Presidente Montt a dar las instrucciones pertinentes de manera de flexibilizar plazos y contenidos de la obra y facilitar así la tarea de Claudio Gay. En 1855 la obra constaba ya de 28 volúmenes: 8 de Botánica, 8 de Zoología y 8 de Historia, además de 2 dedicados a documentos y otros 2 correspondían al Atlas. Posteriormente escribió 2 tomos dedicados específicamente a la Agricultura, con lo cual en total resultaron 30 volúmenes.
En los años posteriores, Gay siguió manteniendo contacto con las autoridades chilenas, además de preocuparse por la finalización de algunas tareas pendientes de la Historia Física. .. y también dedicó tiempo a recibir a jóvenes historiadores chilenos de paso por París, como Benjamín Vicuña Mackenna y Diego Barros Arana , quienes lo visitaron en septiembre de 1859.
A pesar de sus 63 años, Claudio Gay decidió emprender un nuevo viaje hacia Chile, llegando a Valparaíso en marzo de 1863. Rápidamente se contactó con las autoridades, se entrevistó con el presidente José Joaquín Pérez , conoció las dependencias de la Universidad de Chile acompañado por su antiguo amigo Ignacio Domeyko y participó de actividades académicas en el Instituto Nacional cuyo rector era Diego Barros Arana. Además de recorrer la zona central y el valle de Aconcagua y de participar en la inauguración del ferrocarril Santiago-Valparaísoen septiembre de aquel año, Claudio Gay fue honrado con una pensión vitalicia de $2.000, iniciativa impulsada por los diputados Jovino Novoa, Ambrosio Montt y Carlos Mac-Clure. Posteriormente se dirigió a Chillán y Concepción y luego exhibiendo una energía inagotable partió a conocer la explotación del carbón a Lota y Coronel.
De regreso en Francia, Gay continuó ordenando los documentos y textos de los 2 tomos dedicados a la Agricultura. En varias oportunidades y con el objetivo de corroborar datos y actualizar informaciones recurrió a Benjamín Vicuña Mackenna para pedirle algunos ejemplares de prensa, además de diccionarios geográficos y obras publicadas en los últimos años.
Durante los últimos años de su vida, sufrió de gota, lo cual no disminuyó sus inquietudes científicas ni su intensa relación epistolar con Chile, especialmente con Benjamín Vicuña Mackenna, a quien felicitaba por su labor de intendente y le enviaba ideas para mejorar la ciudad. Las ediciones y revisiones que faltaban de la Historia Física y Política de Chile fueron finalizadas a mediados de 1873, entre viajes de descanso al campo, visitas médicas y conferencias académicas.
Unos meses después de terminada su obra científica, en la cual invirtió más de 25 años, Claudio Gay falleció el 29 de noviembre de 1873. Sus restos descansan en su ciudad natal, Draguignan.
Fuentes:
Carlos Stuardo Ortiz. Vida de Claudio Gay , Fondo Histórico y Bibliográfico José Toribio Medina, Editorial Nascimento, Stgo., 1973
Guillermo Feliú Cruz. Conversaciones históricas de Claudio Gay , Ed. Andrés Bello, Stgo., 1965
Chile a Color, Biografías. Ed. Antártica, Stgo. 1981, tomo 1
Andrés Bello. Obras Completas, volumen VII, Opúsculos literarios y críticos. Impreso por Pedro G. Ramírez, Stgo. 1884
El aporte de Claudio Gay a los estudios históricos en Chile
De los 30 volúmenes que componen la Historia Física y Política de Chile, Claudio Gay dedicó ocho a la Historia de Chile. Las cerca de cuatro mil páginas de relato abarcan desde la España del siglo XV, hasta los comienzos de la vida republicana de Chile durante el primer tercio del siglo XIX.
Con un promedio de casi quinientas páginas, los volúmenes I y II estudian el descubrimiento y conquista de América, así como la totalidad del período colonial, en tanto los restantes seis volúmenes se concentran en los comienzos del siglo XIX hasta 1830.
Desde las primeras entregas de la parte histórica, algunas voces criticaron el estilo y la metodología utilizada por Gay, específicamente por tratarse de textos cuya mirada privilegiaba la rigurosidad del relato y la fidelidad a los hechos en estricta concordancia con las fuentes, en lugar de intentar visiones generales interpretativas, más vinculadas a la filosofía de la historia.
Al respecto, el propio Gay reflexionaba en carta a Manuel Montt de marzo de 1845 " algunos diarios me reprochan escribir más bien una crónica que una verdadera historia, y agregan que no conozco bastante la filosofía de esta ciencia para ser capaz de publicar una buena obra acerca de este tema. Sin duda, me gusta mucho, como a ellos, esas brillantes teorías engendradas en la escuela moderna, y con el ejemplo de esos prosélitos yo querría entrar en esas seductoras combinaciones espirituales que dan a los autores de esas obras la actitud de filósofos o grandes pensadores. Pero antes de ahondar esta clase de materias, los señores periodistas debieran preguntarse si la bibliografía americana, y en particular la de Chile, ha avanzado bastante como para suministrar los materiales necesarios para este gran cuadro de conjunto y de crítica ."
Y más adelante sostiene Gay "… Siendo particularmente la Historia una ciencia de hechos, vale mucho más, según mi opinión, narrar concienzudamente esos hechos tal como han ocurrido y dejar al lector en completa libertad para sacar él mismo las conclusiones de ellos ." (STUARDO, p. 332)
Andrés Bello, testigo y actor privilegiado del acontecer político e intelectual de mediados del siglo pasado, señalaba en las páginas de El Araucano: " Don Claudio Gay (…) se ha propuesto contar con imparcialidad y verdad; y sí lo ha conseguido; si las entregas sucesivas nos le muestran tan diligente en sus investigaciones, tan instructivo en sus noticias, tan circunspecto en sus juicios, como lo prometen las que hemos visto hasta ahora, es indiferente que su obra se clasifique entre las historias o entre las crónicas, con tal que se reconozca que es una producción estimable y un servicio a que debe estarle agradecida su patria adoptiva. " (BELLO, p. 61)
Por último, el historiador Guillermo Feliú Cruz, considera que "… su labor historiográfica, tan valiosa como su obra propiamente científica en el momento en que la realizó, con las insuficiencias con que debió trabajar, en que fue a la vez historiógrafo e historiador, erudito y bibliógrafo, investigador y escritor, coloca a Gay como el fundador de los estudios históricos modernos en Chile ." (FELIÚ, p. XXVI).
Debe agregarse a los 8 volúmenes de la Historia de Chile, los 2 de recopilación de documentos inéditos, que cubren el período de la conquista de Chile hasta mediados del siglo XVII, y que en sus mil páginas recoge cartas de Pedro de Valdivia, ordenanzas y reales cédulas de nombramiento de funcionarios, así como correspondencia entre los distintos gobernadores y el rey de España y también informes acerca de la situación de los indios.
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