Reformas religiosas |
Reforma
A partir del siglo XVI el Papado en Roma empezó a perder su poder y la Iglesia se sumió en una profunda crisis. La riqueza material fue causa de corrupción. Muchos miembros del clero descuidaban sus obligaciones religiosas y disfrutaban del lujo y de los placeres mundanos. Cundieron las herejías. Bajo la influencia de las corrientes renacentistas los hombres empezaron a criticar las doctrinas y los ritos de la Iglesia.
Los reyes, que luchaban por aumentar su poder, extendieron su autoridad sobre el clero cuya riqueza ambicionaban y trataron de reducir los derechos del Sumo Pontífice.
Los reyes de Francia obligaron a los Papas a trasladarse de Roma a Aviñón en el sur de Francia, donde el Papado permaneció durante setenta años (1309-1378). Al final de este "cautiverio babilónico" los Cardenales franceses eligieron a un Papa francés que permaneció en Aviñón, mientras que los italianos eligieron a un Pontífice romano que gobernaba en Roma. El Gran Cisma repercutió en toda la cristiandad y suscitó en todas partes violentos conflictos. Cundió la confusión y se empezó a exigir una reforma de la Iglesia en "su cabeza y en sus miembros".
La oposición contra la Iglesia Romana se hizo particularmente violenta en Alemania donde los arzobispos habían conquistado un fuerte poder político, gobernando como verdaderos príncipes sobre extensos territorios. Los alemanes protestaban contra las grandes sumas de dinero que se colectaban en Alemania y se enviaban a Roma. Causa de especial indignación era la venta de las indulgencias mediante las cuales, con el pago de una cierta suma, el pecador podía librarse de las penas del purgatorio.
En el año 1517 el monje agustino Martín Lutero publicó 95 tesis en que protestaba contra los abusos que se cometían en la venta de las indulgencias.
Martín Lutero (1483-1564), siguiendo los deseos de su padre, había comenzado a estudiar las leyes. Pero el problema de la salvación eterna de su alma lo sumió en tanta desesperación que decidió hacerse monje. Como resultado de sus meditaciones y de la lectura de las Sagradas Escrituras llegó a la conclusión de que la salvación sólo era decidida por Dios, sin requerir de los sacramentos, de las ceremonias de la Iglesia ni del sacerdote.
Mientras que la Iglesia Católica enseñaba que el hombre se salvaba por la fe y las buenas obras, Lutero empezó a enseñar que las obras eran inútiles ante Dios y que el hombre se salvaba exclusivamente por la fe. De nada servían tampoco las indulgencias.
En el momento de publicar las 95 tesis Lutero sólo pensó en protestar contra algunos abusos. Sin embargo, al poco tiempo se puso de manifiesto que su pensamiento significaba una doctrina nueva que no podía ser aceptada por la Iglesia.
En el año 1520 el Papa excomulgó a Lutero por hereje. El emperador Carlos V convocó la Dieta de Worms y citó a Lutero. Este fue invitado a retractarse de sus ideas, mas Lutero se negó e insistió en que sólo las Sagradas Escrituras contenían la verdad; mientras que el Papa se podía equivocar. El emperador, apoyado por los príncipes que se mantuvieron fieles a la Iglesia Romana, acordó proscribir a Lutero y condenarlo a las penas que recaían sobre los herejes.
Mientras tanto la doctrina luterana ya se había propagado por gran parte de Alemania y Lutero encontró el apoyo de varios príncipes.
El edicto de proscripción no se pudo hacer efectivo. Lucero empezó a organizar su propia Iglesia, la Iglesia evangélica, que negaba la obediencia al Papa. De esta manera se produjo la división confesional de Alemania. Las autoridades imperiales tomaron medidas contra los luteranos, ante las cuales éstos protestaron, lo que dio origen al nombre de protestantes.
Después de apasionadas discusiones teológicas y violentos conflictos que condujeron a la lucha armada, protestantes y católicos llegaron a un acuerdo en la paz religiosa de Augsburgo del año 1555 que estipuló que cada príncipe podía elegir entre el catolicismo y el luteranismo y que los súbditos debían seguir la religión de su príncipe.
La doctrina luterana se difundió por numerosos países de Europa y se pudo imponer completamente en los países escandinavos.
Luego surgieron otros reformadores que, si bien se inspiraron en Lutero, siguieron caminos distintos.
Ginebra, una ciudad independiente, había aceptado el protestantismo. En el año 1536 llegó de visita a Ginebra Juan Calvino, un teólogo protestante francés, quien fue invitado por los ginebrinos a permanecer en su ciudad para organizar la nueva Iglesia.
Juan Calvino (1504-1564) se había hecho famoso por su libro "Institución de la Religión Cristiana" (1534), cuya idea central era la idea de la predestinación: Dios, en demostración de su poder absoluto, crea el mundo y el hombre y elige a unos para su salvación y condena a otros para su eterna perdición. El hombre no puede alterar su suerte. La única función que el hombre tiene en la tierra es honrar a Dios.
Calvino organizó en Ginebra un régimen teocrático que no sólo controlaba la vida religiosa, sino también la política, la economía, la educación, las entretenciones y la vida de la familia. Impuso una moral austera, sosteniendo que era un pecado ante Dios usar joyas y vestidos lujosos, bailar, jugar a las cartas y cantar canciones frívolas.
El calvinismo ejerció una fuerte influencia sobre el desarrollo económico, ya que Calvino enseñaba que el trabajo formaba parte de la vida religiosa, en vista de que mediante el trabajo el hombre honraba a Dios. Aplicación al trabajo, voluntad realizadora e iniciativa fueron consideradas virtudes cristianas, y la prosperidad y el éxito fueron interpretados como señales de ser elegido para la salvación eterna.
Muchas personas llegaron a Ginebra para escuchar los sermones de Calvino. Luego volvieron a sus países para reorganizar la Iglesia según el modelo calvinista. La Iglesia Reformada de Calvino se impuso en gran parte de Suiza. En los Países Bajos se estableció la Iglesia Reformada Holandesa y en Escocia la Iglesia Presbiteriana. El calvinismo pudo penetrar también en Francia donde sus representantes recibieron el nombre de Hugonotes.
En Inglaterra la reforma fue decidida no tanto por razones religiosas, cuanto por asuntos políticos.
Enrique VIII (1509-1547) se quiso divorciar de su mujer, la infanta española Catalina de Aragón, porque no había podido tener de ella ningún hijo varón y por haberse enamorado de una dama de su corte, Ana Bolena.
Como el Papa le negó el divorcio, Enrique VIII nombró a un nuevo arzobispo de Canterbury quien le concedió el divorcio. El Parlamento proclamó el Acta de Supremacía (1534) en virtud de a cual Enrique VIII fue designado jefe de la Iglesia en Inglaterra.
Después de la ruptura con el Papa, las puertas quedaron abiertas para que las doctrinas protestantes penetraran en Inglaterra. La reina Isabel I (1558-1603) aceptó un protestantismo moderado y organizó la Iglesia Anglicana como iglesia oficial del reino.
Contrarreforma
Reforma de la Iglesia Católica
Frente a la propagación de las doctrinas protestantes se produjo una reacción de la Iglesia Católica que pudo superar la crisis que la estaba afectando desde hacía tanto tiempo. La reforma católica o Contrarreforma permitió a la Iglesia reafirmar su posición en Europa e iniciar la evangelización de los nuevos territorios descubiertos en ultramar.
La Iglesia se vio robustecida por la fundación de nuevas órdenes religiosas.
Los capuchinos, orden derivada de los franciscanos, se dirigieron ante todo a los pobres y los enfermos. Las Ursulinas, congregación de monjas, se dedicaron a la educación femenina.
La orden más famosa e importante fue la Compañía de Jesús, fundada por San Ignacio de Loyola en 1534. Los jesuitas, sujetos a una disciplina particularmente rigurosa, se pusieron incondicionalmente al servicio del Papa al cual quedaban unidos por voto de absoluta obediencia. Los jesuitas se hicieron famosos por sus excelentes colegios, su influencia sobre los príncipes y las cortes y su labor misionera en América, África y Asia.
A lo largo de toda su historia la Iglesia había celebrado Concilios con el fin de resolver sus problemas centrales. También ahora muchos clamaron por la reunión de un nuevo concilio con el fin de resolver los problemas internos de la Iglesia y de tomar medidas contra los movimientos protestantes.
El Papa Pablo III convocó el Concilio de Trento que, con dos interrupciones, estuvo reunido desde 1545 hasta 1563 y que confirmó la doctrina tradicional de la Iglesia a la vez que introdujo importantes reformas referentes a la administración y la disciplina. El Concilio ordenó reformas de la vida monástica y decidió la fundación de Seminarios para la formación de los sacerdotes.
Con el fin de impedir la propagación de las doctrinas heréticas, el Papado reorganizó el Tribunal de la Inquisición y lo colocó bajo la vigilancia de la Congregación del Santo Oficio (1543) y estableció el Índice de los libros prohibidos.
La Iglesia Católica, reorganizada y rejuvenecida, pudo detener el avance del protestantismo y restablecer la fe católica en Hungría, en Polonia, en varios territorios de Alemania y en el sur de los Países Bajos. Sin embargo, no logró restablecer la unidad de la fe en toda Europa. La división religiosa se mantuvo.