Martín Lutero

Martín Lutero nació en Eisleben en 1483. El hombre que estaba destinado a ser una de las personalidades más conspicuas de la historia de la Iglesia, ingresó en el monasterio agustino de Erfurt a la edad de 22 años.

Agitado por un profundo deseo de obtener la salvación no le importó decepcionar a su propio padre al tomar tal decisión, quien había puesto muchas esperanzas en el futuro profesional de su hijo.

En 1507, con 24 años, fue ordenado sacerdote y tres años más tarde viajó a Roma, la capital de la cristiandad; pero este viaje, lejos de ayudarle en su búsqueda espiritual, tuvo para él el efecto contrario al percatarse de la frivolidad en la que aquella iglesia había caído.

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Martín Lutero
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De vuelta a su patria se doctoró en teología en 1512 comenzando a dar clases en la universidad de Wittenberg.

Hasta entonces, Lutero había acudido a todos los recursos espirituales para encontrar paz con Dios: la confesión auricular, la comunión frecuente, la penitencia, las lecturas edificantes, la meditación etc.

Pero al tener que preparar como profesor sus clases sobre los Salmos y sobre la carta a los Romanos, fue donde descubrió la fuente de donde viene el perdón de los pecados y la paz de la conciencia: la justificación gratuita del pecador a través de la fe en Jesucristo.

Si esto era así, muchas de las prácticas sostenidas por la Iglesia eran totalmente inútiles y dañinas para las almas en busca de perdón, porque alentaban a buscarlo en cosas que no podían impartirlo. Es más, si esto era así, significaba que la Iglesia se había apartado del evangelio de la gracia de Dios, sustituyéndolo por un sistema sacramental en el que el sacerdote suplantaba la mediación única de Cristo.

Es en esta época de profesor cuando se entrega al estudio del griego y del hebreo con el objetivo de profundizar en el significado y matices de las palabras; algo que luego le será de gran provecho a la hora de traducir Biblia.

Las indulgencias

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Las tesis clavadas en la puerta de la Iglesia

En 1517 aparece en escena un monje dominico, Tetzel, predicador de las indulgencias. Por medio de la compra de indulgencias, según la enseñanza tradicional, se libraba a las almas recluidas en el purgatorio de los tormentos del mismo.

El dinero obtenido en esta ocasión por este medio sería invertido, a partes iguales, en la erección de la basílica de San Pedro en Roma y en la compra por parte de Alberto de Hohenzollern de un obispado.

Fue entonces cuando Lutero escribió y clavó en la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg sus Noventa y cinco tesis . Este documento fue la chispa que puso en marcha todo un proceso cuyas consecuencias iban a ser de largo alcance.

Como consecuencia de la rápida difusión de las Tesis, Lutero es llamado en 1518 a dar cuentas en Roma. Sin embargo, el elector Federico de Sajonia logra que en vez de tener que ir a Roma, el encuentro se produzca en Augsburgo.

Probablemente la protección que este gobernante ejerció hacia Lutero fue uno de los factores clave, humanamente hablando, en el triunfo de la Reforma.

En Augsburgo Lutero se encuentra con Cayetano, el enviado del papa León X. Pero el cardenal Cayetano no estaba allí para dialogar con un oscuro fraile sobre ciertas cuestiones teológicas; lo único que Cayetano esperaba de Lutero era una cosa: la retractación.

Lutero contestó que la Biblia tenía primacía sobre todos los decretos, a lo que Cayetano repuso que el papa estaba por encima de los concilios y de la Escritura. "Yo niego que esté por encima de la Escritura.", respondió Lutero. A partir de ahí se terminó el encuentro.

Todavía habría lugar para otro debate entre Lutero y una autoridad católica; se celebró en Leipzig en 1519 teniendo como contrincante al teólogo Juan Eck. Éste acusó a Lutero de reavivar las opiniones de Huss sobre el papado y con ello estar bajo la misma sentencia de excomunión con la que Huss fue condenado por el concilio de Constanza.

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Lutero quema su bula de excomunión

Lutero respondió que muchas de las opiniones de Huss eran totalmente correctas. Luego ¿se equivocó el concilio que lo condenó?, preguntó Eck, a lo que Lutero contestó que los concilios pueden equivocarse.

A estas alturas Lutero ya había puesto en entredicho la autoridad del papa y ahora también ponía en entredicho la fiabilidad de los concilios. Era a todo el cimiento mismo del sistema católico romano al que Lutero estaba negándole infalibilidad. El paso decisivo ya estaba dado, ¡Lutero era un hereje!

Excomunión

El 15 de junio de 1520 León X publicó la bula de excomunión de Lutero intitulada Exsurge Domine; cuando Lutero la recibió se dirigió al pudridero de la ciudad y, juntamente con el Derecho Canónico, la arrojó a las llamas.

La ruptura estaba consumada. Un fraile había osado levantarse él solo ante todo un sistema religioso de más de mil años de antigüedad, con el solo apoyo de la Palabra de Dios.

En ese mismo año de su condenación Lutero ha escrito incansablemente algunas de sus mejores obras: A la nobleza cristiana de la nación alemana, La cautividad babilónica de la Iglesia y La libertad cristiana.

Ante el emperador

El recientemente elegido emperador, Carlos, convoca una Dieta en Worms en 1521 para tratar ciertos asuntos concernientes al gobierno; uno de ellos es el "caso Lutero".

Hay que hacer que la condenación eclesiástica de la bula papal se traduzca en condenación imperial por parte de la autoridad civil; en otras palabras: hacer efectiva la condena, acabar con Lutero. De nuevo aquí la intervención de Federico de Sajonia, apodado el Sabio, volvió a ser de importancia trascendental para la causa de la Reforma: Lutero viajó a Worms bajo la protección de un salvoconducto y allí, conminado ante Carlos V, a pronunciarse sobre sus doctrinas pronunció las memorables palabras:

"Si no me convencen mediante testimonios de las Escrituras o por un razonamiento evidente (puesto que no creo al papa ni a los concilios solos, porque consta que han errado frecuentemente y contradicho a sí mismos), quedo sujeto a los pasajes de las Escrituras aducidos por mí y mi conciencia está cautiva de la Palabra de Dios. No puedo ni quiero retractarme de nada, puesto que no es prudente ni recto obrar contra la conciencia."

La suerte estaba echada; Lutero se había enfrentado al poder religioso y ahora lo estaba haciendo al poder secular. Las dos grandes instituciones: Iglesia e Imperio no estaban por encima de la Palabra, sino sujetas a ella.

La traducción de la Biblia

Cuando Lutero dejó Worms para regresar a Wittenberg su vida corría peligro. En un punto del camino fue secuestrado por unos jinetes desconocidos y llevado al castillo de Wartburg. Este secuestro, planeado por Federico el Sabio, era el medio de ponerlo a salvo de sus enemigos.

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Durante varios meses nadie supo qué había sido de Lutero, si estaba vivo o muerto. Pero fue precisamente en ese refugio donde se entregó a la traducción del Nuevo Testamento al alemán; en menos de tres meses estaba terminada. Antes de eso ya existían traducciones de las Escrituras a dicho idioma, pero estaban hechas a partir de la Vulgata y eran toscas y fuera del alcance del pueblo. La traducción de Lutero estaba hecha a partir del Nuevo Testamento griego que Erasmo de Rotterdam había compilado.

Sin duda ésta fue una, si no la mayor, de las grandes contribuciones del reformador alemán a su patria. La primera edición en septiembre de 1521, en la que no se decía el año, ni el nombre del impresor ni del traductor, fue de tres mil ejemplares y tal fue su éxito que tres meses después hubo que hacer una reedición. Para el año 1553 las ediciones del Nuevo Testamento de Lutero ya eran cincuenta y ocho.

"Todos los que conocían el alemán, nobles y plebeyos, los artesanos, las mujeres —dice un contemporáneo de Lutero— todos leían el Nuevo Testamento con el más ferviente deseo.

Lo llevaban consigo a todas par tes; lo aprendían de memoria; y hasta gente sin instrucción se atrevía, fundando en las Sagradas Escrituras su conocimiento, a disputar acerca de la fe y del evangelio con sacerdotes y frailes, y hasta con profesores públicos y doctores en teología."

La traducción de Lutero atendía más al sentido que a la letra, algo en lo cual él sería hoy enteramente actual, pues estaba hecha en un lenguaje tan vivo y tan popular que todos lo entendían.

Aunque no hubiera hecho otra cosa, la Biblia de Lutero, supuso un hito tal en la fijación de la lengua germana y en la difusión de la Palabra de Dios, que por sí sola hubiera bastado para darle al reformador fama imperecedera. La terminación de toda la Biblia la llevó a cabo en 1534.

Del trabajo de la misma nos da razón el mismo Lutero:

"Algunas veces nos ha sucedido que durante quince días, y aun tres o cuatro semanas, hemos buscado una sola palabra, e inquirido su verdadero sentido, y tal vez no lo hemos encontrado. Como ahora está en alemán y en lengua fácil, cualquiera puede leer y entender la Biblia, y recorrer pronto con sus ojos tres o cuatro hojas, sin apercibirse de las piedras y tropiezos que antes había en el camino."

La Biblia para Lutero era el libro "que debe llenar las manos, lenguas, ojos, oídos y corazones de todos los hombres. La Biblia sin comentarios es el sol que por sí solo da luz a todos los profesores y pastores."

La Guerra del Campesinado

Esposa de Lutero
Catalina von Bora, esposa de Lucero

Poco después volvió a Wittenberg donde hubo de enfrentar los excesos que Carlstadt, en su ausencia, había provocado.

En 1525 tienen lugar dos acontecimientos en la vida de Lutero de signo contrario; el primero es la Guerra del Campesinado, ante la cual el reformador tomó una postura totalmente contraria a los campesinos.

A pesar de que las peticiones de éstos eran de sentido común: derecho a coger leña de los bosques, abolición de la servidumbre, reducción de los impuestos, cese de los castigos arbitrarios, etc. Lutero reaccionó poniéndose del lado de las autoridades y escribiendo un duro alegato Contra las hordas asesinas y ladronas de campesinos.

Matrimonio de Lutero

El segundo acontecimiento de ese año es su matrimonio con Catalina von Bora. Al lado de esta mujer, Lutero construyó un hogar marcado por la felicidad conyugal y familiar. Una vez dijo:

"Después de la Palabra de Dios no hay un tesoro más precioso que el santo matrimonio. El mayor don de Dios sobre la tierra es una esposa piadosa, alegre, temerosa de Dios y hogareña, con la que puedes vivir en paz, a la que puedes confiar tus bienes, tu cuerpo y tu vida."

En 1546 murió en Eisleben, la aldea en la que había nacido, confesando hasta el último momento la fe que había predicado.

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