Del ensayo federal a Portales (1826 - 1831) |
El Congreso de 1826 decretó la organización federal de la República, de acuerdo con las ideas de José Miguel Infante, que desde años atrás vivía consagrado a una campaña infatigable en este sentido, pues creía que la federación era el ideal de los países libres y prósperos.
Para ello se creo una nueva Constitución, conocida también como la “Constitución Federal” ya que establecía un sistema de gobierno basado en el federalismo, inspirado en los Estados Unidos. Esta Ley Fundamental destaca porque el país se divide en ocho provincias: Coquimbo, Santiago, Aconcagua, Colchagua, Concepción, Maule, Valdivia, Chiloé. Cada provincia debe organizar una asamblea por elección popular, eligiendo de la misma forma a las autoridades, intendentes y curas párrocos.
José Miguel Infante. |
El sistema Federal no pudo continuar por falta de cultura cívica de la población; por el escaso desarrollo económico de las provincias; por ir contra el carácter unitario del país, y, por sobre todo, debido a las rivalidades entre las provincias y la capital.
En el mes de mayo de 1827, ante la renuncia de Freire, toma el poder el vicepresidente Francisco Antonio Pinto. De ideas avanzadas en materia política, pertenecía al grupo liberal. Uno de sus primeros actos fue suspender el ejercicio del régimen federal, previa consulta a las provincias sobre si persistían en continuar gobernándose en esa forma. La respuesta casi unánime fue adversa al federalismo. Entonces el Jefe del Estado convocó un nuevo Congreso Constituyente.
La Constitución liberal de 1828
Ante el fracaso de la experiencia federal las corrientes políticas inician una etapa de concentración. Sólo dos corrientes de ideas se perfilaron con expectativas de éxito en la disputa por el poder. La corriente reformista que aspiraba a modificar la sociedad estableciendo una idea republicana llamaba liberal apodándose pipiolos. La corriente conservadora buscaba el ideal de un Gobierno centralizado, oligárquico y fuerte. Recibió el apodo de pelucones, derivado de las pelucas empolvadas que en ocasiones solemnes usaban los aristócratas de la colonia.
Esta era la situación al promulgarse la Constitución de 1828, que fue solemnemente jurada el 18 de septiembre de ese año y resultó una transacción entre las tendencias del liberalismo y del federalismo. Fue obra de José Joaquín de Mora y Melchor Santiago Concha y entre sus principales disposiciones señalaba: El Poder Ejecutivo reside en el Presidente de la República, quien era elegido en votación indirecta, es decir, mediante electores, durando en el cargo cinco años. Establecía, además, el cargo de vicepresidente. El Poder Legislativo es bicameral: Cámara de Senadores y Cámara de Diputados. El Poder Judicial está compuesto por una Corte Suprema, Corte de Apelaciones y juzgados de primera instancia. La religión oficial del Estado es la Católica, Apostólica y Romana, con exclusión del ejercicio “público” de cualquier otra. Garantizaba la libertad de expresión, de prensa, libertad personal, derecho de propiedad y proclamó la igualdad ante la ley.
En 1829 se efectuaron las elecciones del Congreso y luego, en el
mismo año, las de Presidente de la República. Tanto en éstas como
en aquéllas, el Partido Liberal obtuvo enorme mayoría. Pinto fue
de nuevo designado para ocupar la presidencia. Sin embargo, el problema
se suscitó en la elección de Vicepresidente. El Congreso, que sesionaba
en Valparaíso, creyó del caso hacer uso de la disposición constitucional
que lo autorizaba para rectificar la elección. Los candidatos que
habían obtenido las más altas sumas de sufragios para la vicepresidencia,
sin llegar al número necesario, eran Francisco Ruiz Tagle (100 votos)
y Joaquín Prieto (61), pero como ninguno de ellos figuraba en el
Partido Liberal, que estaba en mayoría dentro del Congreso, éste
designó para vicepresidente a un tercero, Joaquín Vicuña, liberal,
que en los colegios electorales no había obtenido más que una escasa
votación (48).
Francisco Antonio Pinto. |
Ésta fue la causa que precipitó los hechos. La oposición conservadora
protestó enérgicamente contra lo que juzgaba una violación del código
constitucional al no respetarse la norma que limitaba a las dos
más altas mayorías la decisión del Congreso. Por otro lado, las
elecciones provinciales se realizaron con poca regularidad, lo que
motivó al Partido Conservador a pedir su anulación.
El desenlace del conflicto fue la revolución de 1829, comenzada en Concepción
por el general
Prieto
,
en nombre de la Constitución que el Congreso había violado. El ejército
del sur avanzó sobre la capital y varias poblaciones se sublevaron delante
de él, apoyando el movimiento. En Santiago se produjo entonces la alarma
más indescriptible. Al acercarse Prieto a la ciudad, las tropas gobiernistas
estaban bajo las órdenes del general
Francisco
de la Lastra
. Un poco al sur de Santiago, en Ochagavía, tuvo lugar
el combate Poco después un tratado de paz se firmaba en Santiago, y por
él se ponían el mando provisional del país y las tropas de ambos contendores
a disposición del general
Freire
.
Freire, en tanto, salió de Santiago, se dirigió a Valparaíso y con
algunas tropas se embarcó hacia Coquimbo a fin de organizar una
campaña contra el gobierno. De esta manera el país quedaba envuelto
en la guerra civil. Desde Coquimbo, Freire se trasladó por mar a
las provincias del sur, situándose junto al río Maule. Los dos
ejércitos se enfrentaron un poco al norte, junto al río Lircay,
en lo que es hoy parte de la VII región. El resultado: Freire fue
totalmente derrotado.
Diego Portales entra al escenario político (1830–1831)
Diego Portales ingresa al escenario político siendo un comerciante
desde joven, el cual había llegado así a la edad de 30 años sin
llamar la atención pública. Fue gerente de la casa mercantil Portales,
Cea y Cía., que tomó a su cargo el estanco de tabacos y otros artículos.
Sin embargo, no pudo cumplir el contrato que estipuló con el Fisco,
según el cual debía cubrir los dividendos del crédito inglés, en
compensación del monopolio que para la venta de esas especies se
le otorgaba. La negociación iba mal y los dividendos no los pagaban
los negociadores. A los dos años el contrato fue anulado y el estanco
volvió a ser administrado por el Fisco. Esto valió para que formara
un partido político alternativo a los existentes con aquellos individuos
que compartían la idea económica del estanco, por ello se hizo llamar
“El Partido del Estanco”.
Durante la revolución del año 1829 Portales fue un activo dirigente. Poco
antes de la jornada de Lircay subió al poder como vicepresidente José
Tomás Ovalle (31 de marzo de 1830). Seis días después Portales fue llamado
al Ministerio, en el cual desempeñó simultáneamente dos carteras: la del
Interior y Relaciones Exteriores y la de Guerra y Marina. La actividad
y la fuerza que empleó en esos cargos lo hicieron el verdadero jefe del
gobierno. Desde Santiago cooperó a la campaña de Prieto, tomando cuantas
medidas le parecieron conducentes al logro de su triunfo.
El antiguo comerciante, ahora hombre de gobierno, carecía de estudios
políticos, pero esta ausencia de entrenamiento partidario no le perjudicaba;
al contrario, parecía favorecerle. La obra del momento consistía en entregar
al Estado una organización tal que fuera garantía de paz y de trabajo.
Portales lo comprendió así y se consagró por entero a la obra, logrando
con ello la tranquilidad para el país y dar estabilidad a la administración
pública.
Para garantizar las instituciones políticas contra los motines frecuentes
de las tropas, restableció la guardia civil o nacional; la dividió
en distintos cuerpos; obligó a estos cuerpos a disciplinarse activamente,
situándose él mismo frente de uno de ellos. Además, restableció
poco más tarde la Academia Militar, instituto destinado a la preparación
técnica de oficiales.
Portales entendía que dichas acciones políticas severas y personales,
debían despertar poderosas resistencias de parte de aquellos a quienes
perjudicaba. Sin introducir modificaciones en la ley que establecía
la libertad de opinión, recurrió a jurados que podían condenar a
su arbitrio, por "sediciosas", a aquellas publicaciones
contrarias al Gobierno; y aun sin recurrir a tales jurados, las
facultades extraordinarias de que estaba investido le permitían
dejar caer su autoridad contra los autores de los escritos que le
eran adversos.
A continuación, Ver: Gobierno de Joaquín Prieto (1831 - 1841) y Portales regresa a la política