La mona


( Tomás de Iriarte )

Había una vez una mona que quería ser mucho más admirada que todas sus compañeras.

Entonces, decidió hacerse un colorido vestido de seda y hasta un coqueto sombrero para poder distinguirse de las demás.

Las otras monas, al verla, creyeron que se encontraban frente a alguien muy importante y comenzaron en ese mismo instante a hacerle toda clase de reverencias.

Deslumbradas, las tontas monas, hacían todo lo que la mona vestida les pedía, cayendo sin darse cuenta en muchas y variadas tonterías.

Finalmente las monas se dieron cuenta de que la buena ropa no entrega la ciencia ni otorga la sabiduría a quien la lleva, y que aunque la mona se vista de seda, mona se queda.


Las apariencias son engañosas; algunas veces nos deslumbramos por alguien bien vestido y elegante, pero que desea pasar por sabio siendo igual un ignorante.

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