Anecdotario de Luis XIV, el rey Sol |
Zapatos con taco alto para el rey
Desde que Luis XIV, el rey Sol, sorprendió a todos cuando instauró la monarquía absoluta en Francia hasta su muerte, luego de setenta y dos años de reinado, su vida estuvo pletórica de anécdotas y sucesos incluso extravagantes.
Sin desconocer que, con el apoyo de su pueblo y la convicción de su autoridad divina, Luis XIV, tomó las riendas, gobernó en soledad y condujo eficientemente los destinos de su país.
Versalles, en toda su majestuosidad.
Al fallecer Mazarino, todos creían que Luis delegaría la carga del gobierno en otro ministro de confianza. Pero pronto hubieron de desengañarse. El anuncio en 1661 de asumir todo el gobierno en su persona no fue simplemente el buen propósito de un día, sino que inauguró un largo reinado en que el monarca ejerció una autoridad personal indiscutida y llegó a ser admirado y temido a partes iguales en Francia y en toda Europa.
Entre otras cosas, Luis XIV llevó a cabo una reorganización general de la economía; realizó la reforma del ejército; consiguió numerosas victorias militares; ensalzó la magnificencia parisina; hizo de Francia la primera potencia cultural europea y se erigió en el protagonista absoluto de la vida social francesa.
Narcisista y realmente preocupado por su imagen -se admiraba en cada espejo que encontraba- Luis XIV no sólo siguió las tendencias de la moda, sino que, debido a su enorme influencia, impuso algunas de sus costumbres en el vestir: enormes pelucas de pelo natural, mangas adornadas de ricos encajes venecianos y sus famosos zapatos de tacón alto.
Mazarino.
Zapatos exquisitos y únicos elaborados siempre por su zapatero personal, el francés Nicholas Lestage. Un artesano al que dio precisas instrucciones: refinados, aunque adornados con vistosos lazos, brocados y piedras preciosas; suelas de color rojo; tacones con una pequeña curvatura; bordados en plata con escenas de batallas... Todo un derroche de imaginación y sofisticación.
Hasta tal punto el Rey era fanático de sus nuevos zapatos que —en parte, para hacer constatar su supremacía— prohibió el uso de los tacones altos en el resto de la corte bajo pena de muerte a quien le desobedeciera.
En efecto, Luis XIV lució tacones para disimular su corta estatura... y fue el primer hombre que los usó.
Extravagancias del Rey
Luis XIV, un monarca responsable, trabajador, organizado, meticuloso, lúdico, petulante... todopoderoso que fue acumulando extravagancias durante su reinado.
Boda de Luis XIV con María Teresa, infanta española.
Por ejemplo, se estima que una media de cien personas, todos hombres, asistía, a diario, al despertar del Rey para presenciar el aseo, peinado, afeitado y desayuno del monarca.
El almuerzo de Luis XIV, en un principio privado, se convirtió también en un acto público —similar al despertar— en el que los asistentes eran meros observadores.
Respecto a sus súbditos, el arte de aparentar era primordial para el monarca. De hecho, para ganarse los favores del Rey, aspectos como la belleza física o la posesión de fortuna suficiente para poder cambiar varias veces al día de indumentaria adquirieron suma importancia.
Luis XIV —un hombre ilustrado e irresistible por su enorme autoridad— conquistó a numerosas mujeres de la corte. Pese a todo, sólo contrajo matrimonio en dos ocasiones: en 1660 con la infanta española María Teresa, hija del Rey de España Felipe IV, y en con madame Maintenon, quien le instó para que contuviera la inmoralidad imperante en la corte.
En definitiva, Luis XIV iluminó Francia, por algo lo llamaron el Rey Sol.
Su amor por la danza
Una de las grandes aficiones de Luis XIV desde su infancia fue la danza. Era un gran bailarín y le gustaba tomar parte en los ballets de cour tan populares en aquel tiempo. Tal era su afición que saturaba los ballets de la corte con mensajes intrincados que, muchas veces, solo podían entenderlos los mismos interesados.
Tacones altos solo para el rey.
“El estado soy yo” y sus curiosidades
Luis XIV es el rey por antonomasia. No cabe duda que marcó un antes y un después en la historia de Europa. Concentró el poder como pocas personalidades históricas lo han hecho, su frase más conocida lo deja bien en claro: L'Etat, c'est moi (El estado soy yo).
Record de permanencia en el poder
Luis XIV posee el récord de tiempo de permanencia en el poder. Ningún monarca europeo lo superó. Gobernó a Francia durante 72 años, 3 meses y 18 días.
Monarca de cuatro años
Luis XIV se convirtió en Rey a la temprana edad de cuatro años, luego del fallecimiento de su padre Luis XIII. Como era apenas un niño, su madre, Ana de Austria, se encargó de tomar decisiones, con la ayuda del Cardenal Mazarino quien previamente había ejercido como ministro de Francia. Luis XIV comenzó a gobernar por su cuenta a los veintidós años, luego de la muerte de Mazarino.
Apetito voraz
Luego de su deceso, se descubrió que el tamaño del estómago del monarca era el doble que el de una persona promedio. Un hombre con mucho apetito, en todo sentido.
Pelucas y camas
¡Luis XIV poseyó aproximadamente mil pelucas y 413 camas! Las decenas de retratos dan cuenta de ello...
«El rey Sol»
Tal como los planetas giran alrededor del Sol, él quería que sus asistentes y el pueblo francés girara alrededor suyo. Luis XIV fue un rey generoso, pero había que ganarse su aprobación a fuerza de adulación.
Controversia sobre los baños y el aseo del rey
Muy rey habrá sido, pero sobre Luis XIV pesa el estigma (¿mito o realidad?) de que era más que algo desaseado.
Esto se sustenta en algunas fuentes que afirman que Luis XIV se bañó solo dos veces en su vida, pero se añade “por prescripción médica”.
La investigación en diversas fuentes nos lleva a concluir que aquello de desaseado es solo un mito. Lo cierto —dicen algunos— es que el monarca era increíblemente limpio y se bañaba regularmente en un gran baño turco ubicado en el Palacio de Versalles. Desinfectaba su piel con alcohol y se cambiaba su ropa varias veces al día.
Jean-Pierre Léaud, actor fetiche de François Truffaut, como Luis XIV moribundo en el filme de Albert Serra.
En contra de la afirmación anterior, una fuente señala:
“Es cierto que desde que era niño gustó de los baños en el Sena, pero los baños en casa eran otro cantar. La higiene nunca fue una de sus preocupaciones principales, de hecho, sólo se bañó dos veces en su vida y por prescripción médica.
“Luis XIV decía que el baño le producía vértigos y dolores de cabeza, como señala su médico de cámara, Vallot.
“El rey jamás se ha podido habituar a bañarse en casa.
“La excepción la constituía el lavado de manos que se consideraba algo muy importante. El rey se frotaba las manos por las mañanas y a la hora de comer con un paño mojado en vino.
“Esto unido a que la ropa interior tampoco se cambiaba mucho y al uso del rapé, cuyo olor era bastante desagradable, hacía imprescindible el uso de fuertes perfumes.”
Una realidad social
Ciertamente —dice otra fuente—, durante el siglo XVII la tónica general era la poca afición al baño. Esto se debía a que mucha gente pensaba que el agua, en especial la caliente, al penetrar en los poros de la piel ayudaba a propagar enfermedades, como por ejemplo el germen de la sífilis, introduciéndolas en el organismo.
Pero los cortesanos tenían alternativas para asearse, como limpiarse con una tela mojada en espíritu de vino —poderoso alcohol que no sólo limpia, sino que desinfecta—.
Pero, esta poca afición al agua no era tan absoluta, ya que había baños públicos, aunque algunos de estos establecimientos gozaban de mala reputación, por dedicarse a satisfacer discretamente otro tipo de necesidades aparte de la higiene.
Por su lado, Luis XIV, curiosamente y en contra de la creencia generalizada, no parecía compartir las mismas aprensiones con respecto al agua.
Contamos —prosigue esta misma fuente— con abundante documentación que lo demuestra: existen nóminas de los empleados encargados del baño del rey, y testimonios como el de su cuñada, la Princesa Palatina, que nos dice lo siguiente:
“El rey y monsieur (se refiere a su hermano menor, Felipe) habían sido habituados desde la infancia a una gran suciedad en el interior de sus casas, hasta el punto de que ni siquiera sabían que las cosas deberían haber sido de otro modo; y, sin embargo, por lo que respectaba a su higiene personal, eran especialmente pulcros”.
Dos baños y dos interpretaciones
Volviendo a las versiones que dicen que solo se bañó dos veces en toda su vida, y ambas por prescripción facultativa, parece que fundamentan su error en la interpretación de un párrafo del Journal de Santé de Louis XIV (Diario de la salud de Luis XIV), donde el médico habla de unos baños especiales terapéuticos en agua fría que le recomendaba algunas veces, y a los que el rey solo se había sometido en dos ocasiones. No se refería a los baños higiénicos ordinarios.
He aquí el relato de una de esas dos ocasiones que originaron la confusión:
“El séptimo día del mes de agosto, estando el rey bien preparado, comenzó los baños que le ordené para reafirmar su salud. Los ha continuado hasta el día 17, es decir que ha tomado 20 baños. Entraba por la mañana y hacia las 7 de la tarde. Permanecía dos horas de cada vez. El día 18 fue purgado con éxito.”
Naturalmente, no resulta muy placentero permanecer cuatro horas diarias inmovilizado en una bañera con agua fría, día tras día hasta que el médico considere oportuno, y en especial si el paciente no nota ninguna mejoría con el tratamiento.
Esto explicaría las afirmaciones anteriores:
“Luis XIV decía que el baño le producía vértigos y dolores de cabeza, como señala su médico de cámara, Vallot.”, sin duda se refiere a este tipo de baños medicinales.
“El rey jamás se ha podido habituar a bañarse en casa”. Resulta evidente el rechazo si parecía un suplicio bañarse según las indicaciones médicas.
El diario médico, o la interpretación del mismo, dio así lugar a una de las falsedades históricas más extendidas. Lo cierto es que existen abundantes testimonios en los que, de un modo o de otro, se alude a los hábitos higiénicos del rey, como es el caso de Madame de Motteville.
El futuro Luis XIV, izquierda, con su hermano Felipe, a la derecha con atuendo femenino.
Por otro lado, el valet La Porte, asistente del rey, asegura que ya de muy niño Luis saltaba de alegría cuando se reunía con su madre para bañarse. Al parecer, la propia Ana de Austria le habría inculcado esta afición.
Es verdad que desde su infancia prefería bañarse en el río, en plena naturaleza, a hacerlo encerrado en una bañera en la que no podía nadar.
Aparte de sus preferencias por las aguas de ríos y canales, Luis tuvo un precioso cuarto de baño delicadamente pintado, con bañera de mármol recubierta de paño para no sentir el frío de la piedra. Llegó a haber en él dos bañeras, porque al parecer utilizaba una para enjabonarse y la otra para aclararse.
Sólo a un noble de alto rango se le permitía secarlo después. Le gustaba echar lavanda en el agua, y utilizaba un jabón hecho a base de aceite de oliva. Había grifo de agua fría y de agua caliente, procedente de un enorme depósito que era alimentado por los servidores encargados de tal tarea, los baigneurs-étuvistes.
Tras el baño, el cabello se le secaba al fuego. El rey despachaba asuntos mientras se entregaba a esta tarea.
Junto a Colbert en la Academia de Ciencias.
El rey y la corte
“Luis XIV recibió en su infancia dos influencias determinantes: la de su madre, Ana de Austria, quien descuidó algo de su instrucción general, pero que le inculcó profundos sentimientos religiosos, el gusto de la etiqueta a la española y el sentido de la grandeza real; y la de Mazarino, quien desde 1646 se preocupó seriamente de su educación política práctica y concreta antes que teórica.
“El joven Luis, admitido en diferentes Consejos a partir de 1650 como espectador mudo, pero atento, aprendió poco a poco en ellos su “oficio de rey”: aprendió el arte del secreto y adquirió un profundo conocimiento de Europa y de sus problemas diplomáticos y militares.
Ceremonia de la vida de corte en Versalles.
“Al mismo tiempo, las tribulaciones que le provocó la Fronda le marcaron profundamente, pero le permitieron recorrer una parte de su reino. Poco después, convertido en un joven y brillante caballero, participó activamente en la vida de la corte, fiestas, bailes, desfiles y primeros amores, sin dejar de prepararse para el momento, a la vez esperado y temido, en que sería el único señor.
“El rey es guapo y rebosa majestad sin ser alto, tiene una salud y una vitalidad a toda prueba. Tiene tiempo para sus placeres y para el ejercicio exacto de su oficio de rey. Esta aplicación al trabajo se ve facilitada por el placer que experimenta al realizarlo”.
Fuente: Historia moderna, Luis XIV, J. Jacquart, N. Blayau, M. Denis, F. Lebrun
Ir a: Los soldados del rey
Fuentes Internet:
http://www.hola.com/casasreales/2001/02/20/sabiaque/
http://www.curriculumenlineamineduc.cl/605/articles-25636_recurso_pdf.pdf
http://hablandodemusicarey.blogspot.com/2012/11/luis-xiv-y-lully.html
http://themaskedlady.blogspot.cl/2012/02/los-banos-de-luis-xiv.html
http://dianademeridor.blogspot.com/2010/01/luis-xiv-si-se-banaba.html
http://www.chateauversailles.fr/ES/210.asp
http://www.preux-audacieux.net/historia/maison_roi.html
http://eldesvandemislibros.blogspot.com/2011/08/el-rey-sol-el-ascenso-de-luis-xiv-al.html
Los Se dice que, en:
http://www.buscabiografias.com/noticias/verMasNoticias/true/695/
Ver: http://sabreproducciones.com/cine-peliculas/luis-xiv-nino-rey
Ver: http://quhist.com/luis-xiv-y-sus-problemas-con-la-higiene/