José Miguel Carrera Verdugo |
Nació en Santiago el 15 de octubre de 1785, en el seno de una aristocrática familia criolla, que había logrado una importante fortuna en la mina de cobre del cerro de Tamaya. Su padre, Ignacio de la Carrera y Cuevas, era coronel de los ejércitos de Su Majestad y su madre fue doña Paula Verdugo Fernández de Valdivieso y Herrera. Tuvo tres hermanos: Francisca Javiera , Juan José y Luis.
José Miguel cursó estudios en el Colegio de San Carlos e ingresó luego como cadete en el regimiento de milicias de caballería El Príncipe, que mandaba su padre, donde alcanzó en breve tiempo el grado de teniente.
Aunque su progenitor quería que se dedicara al comercio, él demostró poseer sin espíritu aventurero que le condujo primero a Lima y después a España, en el año 1806. En Madrid sirvió como teniente en el regimiento Farnesio. Al sobrevenir la invasión napoleónica participó en diversas acciones contra las tropas francesas y pasó luego a Cádiz, último baluarte de la resistencia antifrancesa. Allí entro en contacto con el fuerte liberalismo de que estaba impregnado el clima ciudadano, con motivo de la convocatoria a Cortes Constituyentes y conoció a José de San Martín .
Tras la lucha por la Independencia de España, creció su ansia por combatir por la de su propia patria, para lo cual se embarcó rumbo a Chile en el año 1811.
No debió esperar mucho tiempo, pues a los nueve días de su llegada capitaneó un intento de golpe militar y desde entonces ocupó un puesto entre los más prominentes patriotas. El 15 de noviembre de ese mismo año dio otro golpe que le hizo dueño absoluto del poder en Santiago durante un tiempo.
Entre 1811 y 1813, José Miguel Carrera creó las bases de un ejército nacional y trató de consolidar las instituciones republicanas, pero no dudó en disolver el Congreso al sonar las primeras voces de oposición. Su primer período de gobierno estuvo marcado por la elaboración de un reglamento constitucional (1812), considerado un hito definitivo para la soberanía nacional.
Pistola y espuelas del prócer. |
A comienzos de 1813, la llegada de fuerzas realistas le obligó a abandonar las tareas de gobierno, para dedicarse a la lucha armada. En el campo de batalla cosechó algún éxito, como la toma de Concepción, pero fracasó en el sitio de Chillan, lo cual fue aprovechado por la oligarquía criolla, que lo consideraba demasiado joven y arrogante, para desembarazarse de él y entregar el mando del ejército a Bernardo O'Higgins .
Se retiró al sur, junto con su hermano Luis, y allí fueron capturados por los realistas y conducidos a Chillán pero lograron escapar. Cuando los dos hermanos llegaron a la capital se encontraron con una orden de prisión contra ellos, dictada por Francisco de la Lastra , pero una oportuna conspiración destituyó al director supremo y creo una nueva junta, cuya jefatura asumió él.
Enterado O'Higgins de los hechos, desde su cuartel en Talca, negó el reconocimiento al nuevo gobierno, pero finalmente ambos patriotas se reconciliaron.
Banda de sarao de José Miguel Carrera. |
La intervención de los realistas, quienes habían desembarcado en Talcahuano al mando de Mariano Osorio, propició esta reconciliación, lo que no impidió la derrota de Rancagua , en la que no llegaron a participar las tropas de Carrera. Éste, como otros muchos, cruzó la Cordillera buscando refugio en Mendoza.. Allí fue mal acogido por José de San Martín, al contrario de lo que sucedió con Bernardo O'Higgins , forzado compañero en la emigración.
Carrera decidió viajar a Estados Unidos en busca de nuevos y poderosos apoyos. Allí logró formar una flota que condujo hasta Buenos Aires, con armas, municiones y pertrechos. A su llegada a Argentina, la malquerencia le volvió a golpear, pues por instigación de San Martín y O'Higgins fue de nuevo enviado a prisión, lo que desbarató todos sus planes de intervención en Chile.
Logró escapar de la cárcel, y busco refugio en Montevideo, donde supo del fusilamiento de sus dos hermanos, Juan José y Luis, en Mendoza. Esta noticia motivó de inmediato su retorno a Argentina y su viaje a Entre Ríos para intervenir en las pugnas civiles de aquel país. Convertido en caudillo militar, asoló las pampas al frente de indígenas y un grupo de chilenos que planeaban pasar a Chile; pero la suerte le volvió la espalda y, traicionado, fue entregado al gobernador de Mendoza. Tras un consejo de guerra, fue fusilado el 4 de septiembre de 1821.
Se le condenó por luchar en Argentina por la Federación de esa nación, pero su lema “Federación o Muerte” fue el mismo que sirvió a Rozas para asentar en su patria ese sistema de gobierno.
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