Virginio Arias

Virginio Arias, escultor nacido en Ranquil, localidad cercana a Concepción, el 8 de diciembre de 1855 y fallecido en Santiago el 17 de enero de 1941.

De origen humilde, Virginio se dedicó primero al pastoreo y luego fue vendedor en una panadería. Cumplidos los doce años, inicia su formación artística. Lo hace en Concepción, como aprendiz del taller del escultor Tomás Chávez, quien había egresado del primer curso de la Academia.

En 1874, con diecinueve años de edad, ingresa a la segunda generación de la Academia, destacándose como uno de los alumnos más sobresalientes de Nicanor Plaza .

“La araucana”
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Sería el maestro Plaza quien lo llevaría a París en 1875, y al año siguiente Arias era ya alumno de la Academia de Bellas Artes de dicha ciudad, donde se radicó hasta 1890.

En 1890 regresó brevemente a Chile, lapso en el que recibió variadas distinciones. Pronto, volvió a Europa y en 1895 el gobierno chileno lo nombró Encargado Ad Honorem para hacer un estudio sobre la organización de la Escuela de Bellas Artes en Europa.

En 1900, se asentó finalmente en Chile, asumiendo como Director de la Escuela de Bellas Artes. Once años después abandona tal cargo y regresa a Europa, comisionado una vez más por el gobierno, pero ya para la década del treinta se queda en Chile, donde fallece.

Virginio Arias se manejó con maestría en las técnicas y el estilo academicistas, desarrollando preferentemente el tema de la figura humana; él buscaba unir en cada una de sus obras la trilogía "verdad, vida y belleza", que era ley para los académicos y la base para formar una armonía clásica en la composición.

“El descendimiento”
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Contemporáneo del conflicto, estuvo fuertemente inspirado por las campañas de la Guerra del Pacífico , realizando bajo este influjo obras que tienden a la monumentalidad, debido, también, a cierta influencia romántica que sintió en Francia. De este modo, Arias logró equilibrar el neoclasicismo, el realismo y el romanticismo con gran calidad.

Su obra más famosa en el país, y que puede ser un ejemplo de esa cualidad, es "Un héroe del Pacífico" (llamada también “El defensor de la patria”), escultura ganadora del Salón de París de 1882, y que, ubicada en la Plaza Yungay en la capital chilena, es mejor conocida como "El roto chileno”.

La obra muestra a un soldado en acto de batalla sirviendo patrióticamente a su país. Es la figura de un hombre viril y decidido, lograda con un realismo sin pretensiones, lo cual le concede a la pieza una gran belleza.

Otras de sus obras famosas son el  "Monumento al General Baquedano ", ubicada también en Santiago, en la plaza de ese nombre, y “La araucana”, pieza que otorga cierta monumentalidad, por la belleza de sus líneas, a una representante de nuestros ancestros.

Pero su creación más trascendente es "El Descendimiento", mármol que se halla en el Museo Nacional de Bellas Artes.

Con esa obra obtuvo, en 1887, su tercera medalla de oro en el Salón de París. Es un trabajo magistral, que lo hizo famoso en todo el mundo. Representa el instante en que Cristo yaciente, recién descolgado de la cruz, es sostenido por dos personajes y atrás, su madre, la Virgen, lo atiende con esmero. A sus pies, María Magdalena, aferrada a ellos, denota un gesto de gran devoción. Esta excepcional escultura fue comprado por el gobierno chileno.

Creador fecundo y múltiple en sus expresiones, Virginio Arias es un ejemplo de laboriosidad y talento, más una lección permanente y vigente del quehacer escultórico.

Durante sus más de diez años como Director de la Academia en Chile, desarrolló una efectiva tarea en la formación de artistas con sentido metódico y disciplinado, entre los que destacan Román, Perotti y Rodig.

Entre 1938 y 1940 fue Miembro Honorario de la Sociedad de Bellas Artes de Chile.

A su gestión se debe la ubicación de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile en el edificio que hoy pertenece al Museo de Arte Contemporáneo y la creación de una sección de Arte Aplicado. Recibió innumerables premio tanto en Chile como en el extranjero, y varias de sus obras ocupan plazas y otros sitios públicos chilenos.

A pesar de sufrir de ceguera, durante los últimos años de su vida, continuó esculpiendo ayudado sólo de su tacto. De todos modos, murió en la miseria más absoluta.

Fuente:

"Enciclopedia temática de Chile", Editorial Ercilla