Roald Amundsen Engebrecht |
Marino y explorador noruego, nació en Bjorne, en 1872.
Desde muy joven , vivió obsesionado con la idea de ser un explorador polar. Devoró cuanta literatura sobre el tema pudo encontrar, especialmente sobre la desastrosa expedición de Franklin en el Ártico y entrenó cuidadosamente su cuerpo para estar en condiciones de abordar las pruebas que le esperaban.
Obediente, sin embargo, a los deseos de su madre, estudió medicina, pero a los veintiún años, cuando sus padres ya habían muerto, abandonó los libros y se dedicó plenamente a sus ambiciones.
Decidido a superar las limitaciones de los capitanes de barcos exploradores, cuya ineficiencia provocaba con frecuencia el fracaso de las expediciones, se embarcó en un navío durante tres años.
Finalmente, en 1897, zarpa de Amberes a bordo del “Bélgica” con rumbo a los mares antárticos. Su capitán, el barón de Gerlache , se hace acompañar también por Frederick Cook, que recientemente había atravesado Groenlandia con Peary. Exploran la Tierra de Graham y el mar de Bellingshausen. La falta de experiencia del capitán provocó que se vieran atrapados por los hielos, y el escorbuto atacó a la tripulación. Amundsen asumió el mando cuando el capitán también enfermó, y utilizó pieles de focas para fabricar ropas de abrigo. Finalmente, el buque se vio libre de los hielos en la que habría de ser, aunque involuntariamente, la primera invernada antártica.
Entonces dirigió su atención hacia el Polo Norte, que fue en realidad el verdadero objetivo de su vida.
Resuelto a descubrir el llamado Paso Noroeste, un mar que se creía debía conducir a las tierras del norte americano, comprendió que no podría obtener financiación a menos que la finalidad oficial del viaje fuera científica, y consideró que el Norte Magnético sería una buena excusa. Se trasladó a Hamburgo donde estudió magnetismo y elaboró planes detallados para su viaje.
En 1903 compró un cúter de veintidós metros, el “Gjoa”, con el que invernó dos años en la tierra del Rey Guillermo IV, en el círculo polar ártico.
Con su tripulación, efectuaron precisas mediciones que permitieron fijar con exactitud el polo norte magnético, construyeron observatorios y los equiparon con aparatos de medición que aportaron datos suficientes para que los expertos en magnetismo pudieran trabajar durante veinte años. A la vez, estudió las costumbres esquimales, sus ropas, su alimentación, el uso de los perros.
Luego continuaron viaje hacia el Oeste, de forma que su llegada a Nome (Alaska) representó el descubrimiento y primer franqueo del célebre y tan ambicionado Paso del Noroeste.
Sin embargo, el barco quedó aprisionado de nuevo en el hielo durante todo el invierno. Ansioso de comunicar su descubrimiento, recorrió con un compañero más de ochocientos kilómetros (500 millas) en trineo, atravesando montañas de 2.700 metros hasta llegar a Eagle City en Alaska, donde el telégrafo transmitió al mundo el logro obtenido.
En el verano de 1910, salió nuevamente de Noruega en el “Fram”, en expedición hacia los mares del Sur, siguiendo la ruta trazada por el teniente Shackleton. Atravesando los hielos y sobrepasando alturas de hasta 4.500 metros, llegó, el 14 de diciembre de 1911 al punto que marca el Polo Sur.
Amundsen murió en la región ártica, en 1928, cuando se estrelló el avión en que viajaba.
(Ver tema Expedición de Amundsen al Polo Sur )