Tercero Medio: Lenguaje y Comunicación |
Unidad 1
Subunidad 2 : El discurso argumentativo
El discurso que se enuncia en situaciones argumentativas de comunicación tiene una estructura básica que es necesario conocer para la adecuada producción y lectura crítica de estos discursos cuya finalidad es convencer mediante razones y persuadir mediante la apelación a los afectos y voluntad de los receptores.
Esa estructura contempla un componente lógico-racional, que es fundamental e imprescindible al discurso argumentativo, al que se suman los elementos propiamente retóricos que sirven al propósito de persuadir, de mover al receptor a adoptar determinadas actitudes o realizar determinadas acciones.
El reconocimiento de esa estructura se propicia planteándonos, tanto frente a los discursos argumentativos que debemos producir como en la lectura o audición de los producidos por otros, las preguntas básicas acerca de: cuál es la opinión o tesis que queremos sostener sobre el tema de nuestro discurso o la que sostienen los autores de discursos argumentativos; qué razones o argumentos damos para apoyar la opinión o tesis que sostenemos o para refutar o anular opiniones diferentes; en qué nos basamos para formular nuestra opinión y construir nuestros argumentos o en qué se basan los de los enunciantes de los discursos que leemos o escuchamos, teniendo en consideración que en muchas ocasiones las premisas, o “verdades” o afirmaciones de carácter general en que se basan las opiniones no se declaran abierta o directamente en los discursos, sino que hay que inferirlas de lo dicho o a partir de indicios discursivos; a qué conclusiones se llega las que, dependiendo de la fuerza y pertinencia de los argumentos, deben ser probatorias o confirmadoras de la tesis u opinión sostenida por quien enuncia el discurso.
La pregunta final relativa a si el discurso resulta efectivamente convincente, desde el punto de vista de la argumentación lógico-racional, suscitará la respuesta afirmativa si la estructura (tesis u opinión, premisas, razones o argumentos, y la fuerza de convicción y adecuado concatenamiento de ellos) llevan a conclusiones válidas y pertinentes. Las fallas o inadecuaciones de estructuración, la debilidad de los argumentos, la incongruencia de éstos con las premisas, así como lo infundado de las opiniones o la no consecuencia de las conclusiones con los elementos antecedentes, conducirá a una evaluación negativa de un discurso que no logra, por inadecuación de su organización y estructura, alcanzar su finalidad básica que es el convencimiento del receptor, mediante razones.
Pero como antes se ha señalado, el discurso argumentativo contempla también un componente retórico destinado a la persuasión del receptor por la vía de apelar a sus afectos y a su voluntad. Desde las consabidas fórmulas para concitar la atención, la benevolencia, la simpatía del destinatario, apelándolo, elogiando sus virtudes, estimulando el interés por la materia del discurso o las declaraciones de modestia del enunciante, que la retórica clásica ha propuesto, un amplio repertorio de recursos verbales y no verbales se ofrecen al enunciante de discursos argumentativos para generar una adecuada relación con su destinatario y actuar sobre él, persuadiéndolo para que adhiera a la posición que sostiene, para que modifique sus puntos de vista sobre el tema del discurso, o adopte una determinada actitud o realice una determinada acción.
Recursos como las preguntas retóricas, las reiteraciones y énfasis, el empleo de metáforas y otras figuras, los ejemplos ilustrativos, las citas y referencias a autores y textos que dan autoridad y respaldo a los dichos del enunciante, las apelaciones directas a la afectividad del receptor, unidas a recursos no verbales (gestos, movimientos, tonos de voz, etc., en el caso de discursos orales; subrayados, diagramación en el caso de textos escritos; sonidos, imágenes, en el caso de mensajes a través de medios audiovisuales) son algunos de los elementos posibles de utilizar para que los discursos argumentativos sean eficaces en el cumplimiento del propósito persuasivo que persiguen.
Cabe tener en consideración que el relieve o dominio de uno de los componentes: el lógico racional o el retórico-persuasivo, permite distinguir tipos de discursos argumentativos.
El primer componente dominará en aquellos discursos que se proponen básicamente convencer con razones, para lo cual desarrollan y exponen organizadamente argumentos y contraargumentos que apoyan o defienden el punto de vista o posición que sostiene el enunciante o rebaten o anulan los puntos de vista o posiciones que otros hayan propuesto o formulen sobre el tema de la comunicación.
Los elementos retórico-persuasivos en estos casos sirven de apoyo al componente lógico-racional, buscando asegurar el convencimiento del receptor sobre la validez de las opiniones del enunciante, o sobre las tesis o perspectivas que él formula acerca de los temas que aborda en su discurso. Es el caso frecuente de los discursos
que se enuncian en conferencias, trabajos y exposiciones científicas, académicas, artículos periodísticos de opinión y crítica, editoriales, etc.
El dominio del componente retórico persuasivo se advierte especialmente en aquellos discursos que, antes que apelar al entendimiento, se proponen influir en los afectos y la voluntad de los destinatarios, moviéndolos a actuar de una determinada manera, a adoptar decisiones o actitudes o comportamientos. Es el caso del discurso publicitario o propagandístico, o de discursos como la arenga, el sermón e incluso algunas manifestaciones literarias cuya función primordial es “dar lecciones” o ejemplos o modelos de vida y de comportamientos.
Otro aspecto que cabe tener presente en la consideración de la estructura básica del discurso argumentativo es su carácter dialógico, lo que significa que siempre –aun cuando no se los enuncie explícitamente- frente a un argumento existe o puede existir su contrario, es decir, un contraargumento. En discusiones o debates orales ello se manifiesta con evidencia, pero también se da esa dialéctica en aquellos discursos en los que el punto de vista de otro no se hace inmediatamente presente, pero se supone o debe suponerse para la construcción y organización de los argumentos con los que el enunciante apoya su tesis, opinión o posición.
Todo constructor de discursos argumentativos tiene que tener conciencia que frente a su posición sobre el tema que desarrolla, existen otras, y que para que su argumentación tenga validez y fuerza persuasiva debe tenerlas en consideración; y, si corresponde, plantearse frente a algunas de ellas, ya sea para atraerlas como argumentos que avalan, apoyan la suya o para refutarlas cuando son, en grado significativo, opuestas a la suya. Es el caso del discurso polémico o de refutación que se plantea como proposición de una tesis, opinión, posición o versión de un tema contraria a la que sostienen otros, haciendo de la contraargumentación su componente fundamental.
Contenidos
1. Estructura dialógica del discurso argumentativo: argumentación y contraargumentación.
2. Componentes y funciones del discurso argumentativo relacionadas con las finalidades o propósitos de la argumentación (convencer razonadamente, persuadir afectivamente):
• el componente lógico-racional, destinado a convencer razonadamente y en forma directa; sus elementos básicos: tesis u opinión, razones o argumentos que la fundamentan, premisas y garantías que la avalan;
• el componente persuasivo, destinado a inducir al receptor por la vía afectiva y emotiva a adherir a ciertas opiniones y a realizar determinadas acciones; sus elementos básicos: creación de confianza respecto de lo que el emisor es o representa, repetición reiterada de eslóganes, uso de criterios de autoridad, recurso a la fama, fetichismo de marcas de los productos, recurso a los prejuicios, deseos o temores inconscientes del receptor.
Aprendizajes esperados
Los alumnos y las alumnas:
• Reconocen en discursos argumentativos específicos sus finalidades de convencer razonadamente o persuadir afectivamente en contextos diversos, tanto públicos como privados, formales e informales, orales o escritos.
• Reconocen, en los discursos argumentativos que leen, escuchan y producen, las razones que se formulan para apoyar una proposición (argumentos) y las que procuran anular o refutar proposiciones ya propuestas (contraargumentos).
• Construyen con propiedad argumentos y contraargumentos para apoyar, refutar o anular proposiciones formuladas por ellos y por otros.
• Distinguen los elementos destinados básicamente a convencer mediante razones sobre la validez de proposiciones u opiniones (componente lógico-racional de la argumentación), de los que se utilizan para persuadir afectivamente e influir en el receptor moviéndolo a adoptar un determinado comportamiento (componente psicológico o afectivo-persuasivo de la argumentación).
• Caracterizan y clasifican los discursos argumentativos según el tipo de argumentación dominante (lógico-racional o afectivo-persuasiva); reconocen sus manifestaciones en situaciones de comunicación habitual, formales o informales, tanto orales como escritas, en la literatura y en los medios.
• Distinguen la solidez y la debilidad de las argumentaciones, adhiriendo a opiniones o rechazándolas como efecto de ello.
• Producen diversos discursos argumentativos, adecuados a sus propósitos (convencer y/o persuadir) tanto en situaciones formales como informales, públicas o privadas, aplicando estructuras y recursos argumentativos básicos del convencer y el persuadir, y las normas propias de la cohesión y coherencia textuales, de la gramática, del léxico y de la ortografía o la prosodia, conforme sean orales o escritos.
• Valoran el discurso argumentativo como medio de interacción comunicativa e intercambio de ideas divergentes acerca de temas opinables que permite confrontar y valorar opiniones diversas, aclarar y comprender sus diferencias, acercar posiciones y establecer acuerdos.
Actividades y ejemplos
Actividad 1
Reconocer la estructura dialógica de la argumentación y construir textos argumentativos considerando una disposición elemental de sus componentes.
INDICACIONES AL DOCENTE
El desarrollo de esta actividad exige la necesidad de trabajar todos los ejemplos que se señalan a continuación, pues cada uno de ellos instala la argumentación en diversos niveles de la experiencia, tanto propia como ajena. Es conveniente que, en los textos leídos y analizados, los estudiantes ejerciten la observación de la argumentación y representen, a través de diagramas, la organización jerárquica de sus ideas, distinguiendo la idea principal (equivalente a la conclusión) y aquellas que se refieren a las razones que avalan dicha conclusión.
En este proceso básico es importante que los estudiantes tengan presente, ante los textos argumentativos, que:
• existen palabras del texto que pueden ayudarnos a identificar su estructura (ver Subunidad 3);
• este tipo de textos siempre tiene una idea principal y normalmente está explícita al principio o al final del texto;
• la idea principal es la conclusión del autor o hablante y sobre la cual pretende convencernos; y
• el propósito de los textos argumentativos es convencer, y no sólo informar.
Ejemplo A
Los estudiantes construirán discursos en los que se presenten argumentos y contraargumentos en relación con diversas opiniones manifestadas en el curso acerca de un determinado tema de interés de ellos.
INDICACIONES AL DOCENTE
En discusión en el curso se elegirán temas que interesen a los estudiantes y sobre los cuales se manifiestan distintos o contrarios puntos de vista. En trabajo individual o de grupo, se elaborarán discursos en cada uno de los cuales se expondrán las razones que apoyan un determinado punto de vista, se identificarán los contraargumentos posibles, y se construirán a su vez refutaciones para éstos.
La actividad se presta para generar a partir de los discursos producidos un debate, una mesa redonda, un panel, o simular la situación de enunciación del discurso forense o judicial, en el que las dos posiciones que se contraponen son asumidas por dos distintos hablantes y las exponen ante otro o ante una audiencia que debe pronunciarse a favor o en contra de las posiciones expuestas, teniendo en consideración la pertinencia y el poder de convicción de las razones que cada parte enuncia.
Es conveniente que el profesor o profesora oriente a los estudiantes para que adquieran conciencia de que frente a cualquier tema polémico o complejo existen variadas opiniones, puntos de vista, posiciones, algunos de los cuales son parcialmente diferentes y otros polarmente opuestos; que lo importante en el intercambio e interacción comunicativos es que ellos tomen en consideración esa diversidad de opiniones y puntos de vista, y expongan los propios con fundamento, es decir, enunciando las razones que les dan respaldo; que esas razones deben ser pertinentes al tema del discurso y que deben tener poder de convicción para el destinatario.
También el docente debe hacer que los alumnos y alumnas reparen en que el intercambio de argumentos y contraargumentos produce efectos variados: a veces no llega a convencer al otro o a los demás en la situación concreta de comunicación en que se enuncian, cada uno de los cuales persiste en sostener su punto de vista sin modificaciones; en otros casos, mediante el intercambio de puntos de vista, de razones, de argumentos y contraargumentos se logra una aproximación de las diferencias y se llega a conclusiones que integran opiniones, y así generan en todos los que intervienen en la situación argumentativa, una nueva visión del tema en discusión, o acuerdos y consensos que llevan a una decisión, acción o planteamiento que se comparten. En esos casos, el poder de convencimiento y persuasión de los discursos argumentativos que se intercambian posibilita cesiones, negociaciones, apertura para acoger otros puntos de vista.
Es conveniente que los alumnos y alumnas perciban en los discursos que producen, así como en los que leen y escuchan tanto presenciales como a través de los medios, el juego entre argumentos y contraargumentos (esto es, la cualidad dialógica intrínseca) propio del discurso argumentativo y los resultados o efectos que produce. Por eso, es importante que los estudiantes evalúen ellos mismos, en esta actividad, los discursos propios y de compañeros en cuanto a la fuerza de convicción que tienen los argumentos y contraargumentos usados, en relación con el tema y los destinatarios.
Asimismo, la actividad debe orientarse a reafirmar las actitudes de respeto y aceptación de las opiniones diferentes, la capacidad de distinguir razones pertinentes y consistentes de las que no lo son, la actitud de apertura para acoger los argumentos de otros, cuando resultan convincentes y de rebatirlos y no aceptarlos cuando son inconsistentes, engañosos, no pertinentes.
La actividad tenderá así a promover en alumnos y alumnas la apreciación del valor del intercambio argumentativo para la adecuada convivencia y para la vida democrática.
Ejemplo B
Identificar los argumentos que apoyan la posición, punto de vista u opinión que sostiene el emisor de un discurso argumentativo seleccionado por los estudiantes, sopesarlos y elaborar, previa indagación pertinente, argumentaciones adicionales y/o contraargumentaciones fundadas.
INDICACIONES AL DOCENTE
Los alumnos y las alumnas elegirán un discurso argumentativo que les interese; en un trabajo individual o grupal identificarán las opiniones, posición o punto de vista del enunciante y las razones que él expone para sostenerlos.
A continuación, los estudiantes plantearán su posición personal frente a la del emisor del discurso: aceptación, rechazo, acuerdo o desacuerdo (totales o parciales) y construirán un discurso en el que expongan sus razones ya sea para apoyar o refutar las proposiciones del discurso elegido; esto es, argumentarán en su favor o contraargumentarán para rebatirlas, con fundamento.
Los textos argumentativos seleccionados por los estudiantes para la actividad pueden ser orales o escritos, producidos en situaciones habituales de comunicación presencial, en la literatura o en los medios. En todo caso, el docente cuidará que, a lo largo del año, estas cuatro situaciones se practiquen equilibradamente.
Los discursos producidos se intercambiarán entre los alumnos y alumnas o se expondrán en situaciones orales de comunicación ante el curso, para evaluarlos en cuanto la validez de los argumentos y contraargumentos que se enuncian para apoyar o refutar lo afirmado por el original.
Los discursos producidos por los estudiantes pueden tener la forma de una carta dirigida al autor del discurso que se seleccionó; o de un artículo periodístico de opinión; de un ensayo en que se plantee la posición personal del estudiante en relación con la sostenida por el enunciante; de una exposición o artículo especializado en la que los argumentos y contraargumentos a favor o en contra del punto de vista del autor original se establezcan a partir de conocimientos o prácticas relacionadas con el tema (política, educación, medicina, artes, literatura, economía, urbanismo, ecología...). En estos casos, los alumnos y alumnas para adherir o rebatir las opiniones que comentan, deberán indagar en el campo de la correspondiente especialidad para, con esos antecedentes, construir argumentos y contraargumentos pertinentes y válidos.
Ejemplo C
Observar y escuchar comprensivamente un debate o mesa redonda en algún medio, como televisión o radio, sobre un tema polémico y analizar los argumentos y contraargumentos que plantean los participantes.
INDICACIONES AL DOCENTE
Con el fin de observar y analizar la estructura de cada una de las intervenciones, es conveniente que los estudiantes elaboren un diagrama en el cual, establecido el planteamiento de cada participante, se definan sus argumentos y contraargumentos.
Con el fin de ordenar esta actividad, el curso podría dividirse en grupos: cada uno debe poner atención en las intervenciones de sólo uno de los participantes. Posteriormente, confrontan los diagramas de cada grupo y, así, determinan los argumentos y contraargumentos dados. De este modo, los estudiantes distinguirán la conclusión de cada participante sobre la cual quiere convencer a los otros.