Segundo Medio: Lenguaje y Comunicación

Anexo 8: Criterios para la selección de textos literarios para la Unidad 2, Subunidad 2

Por ejemplo, si se elige el género “novela moderna” resultará productivo centrar el tema en El Quijote como obra iniciadora de él y, además de situarla en el contexto de la España de comienzos del siglo XVII, recordar la novela de caballerías –género narrativo que le antecede y que opera como su antimodelo– y el mundo caballeresco que le dio origen; y hacer notar, además, en el interior del tejido de la novela la incrustación de algunas narraciones pertenecientes a otros géneros que, como el relato barroco bizantino, con sus raptos, naufragios y piratas moros en el Mediterráneo reflejan la situación política y militar de la época, que convirtió a su autor en “el manco de Lepanto”.

Si se escogiere en cambio –o además– la tragedia griega, puede aprovecharse la oportunidad para relacionarla con la tragedia isabelina (Shakespeare en particular), y mostrar cómo, bajo el mismo nombre genérico (tragedia) pueden darse dos géneros con bastante más diferencias que semejanzas en dos momentos de la cultura occidental bastante alejados tanto espacial como temporalmente, pero unidos por la idea de Renacimiento y la consiguiente revaloración de las poéticas de Aristóteles y Horacio.

En efecto; la tragedia griega admite finales felices, como en “Euménides”, de Esquilo e “Ifigenia en Tauris”, de Eurípides, y la isabelina no; la una tiene necesariamente coro, música y danza, la otra no; la primera no admite mezcla de lo serio y lo humorístico, la segunda sí (el bufón de “El rey Lear”, los sepultureros de “Hamlet”, etc.); la una está estrechamente ligada a ceremonias públicas de carácter religioso que ocurren una o dos veces al año y son financiadas por el estado y algún ciudadano adinerado designado para ello; la otra se representa por compañías profesionales que se financian con los ingresos que obtienen en repetidas funciones que se dan en cualquier época; etc.

Si se elige la ciencia-ficción, ese género típico de la sociedad industrializada y tecnológica, uno de los predilectos de la juventud especialmente a través del cine y la televisión, es posible relacionarlo con la novela utópica y su contexto renacentista original: la Inglaterra de inicios del siglo XVI (la novela “Utopía” de Tomás Moro es de 1516).

También en la ciencia-ficción se dio un momento marcado por la representación y la esperanza de un mundo más feliz que el coetáneo, situado en los confines del espacio y/o el tiempo, y que sería producto del advenimiento de tecnologías cada vez más prometedoras para vencer la enfermedad, la miseria, la pobreza, la guerra, incluso la muerte.

En este género, el momento utópico fue seguido desde bastante temprano por otro, pesimista y antiutópico –que alcanzó gran difusión y características apocalípticas a propósito del holocausto racial y nuclear relacionado con la Segunda Guerra Mundial– en que el mundo del futuro, que ahora no se desea, sino que se teme, se caracteriza por la degradación ecológica, biológica, social y moral.

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