Inquisición

Inquisición , así se denominó al tribunal eclesiástico para la represión de la herejía y demás delitos contra la fe cristiana (superstición, brujería, iluminismo, apostasía, etcétera) establecido a mediados del siglo XIII por la autoridad pontificia en los diversos países de la Europa Occidental. El nombre de Inquisición lo recibió de acuerdo al sistema procesal, inquisitio , ya que el propio juez informaba su actuación por iniciativa propia o por denuncias, no como en el resto de tribunales judiciales en que se hacía a petición de las partes.

El tribunal estaba facultado para capturar, juzgar y castigar a los sospechosos de haber cometido algún delito contra la fe, pero nunca para ejecutar la sentencia, tarea que era desempeñada por el brazo secular o autoridad civil.

La Inquisición eclesiástica ofrece dos variantes desde la perspectiva histórica de su jurisdicionalidad: una debe referirse a la Inquisición medieval que actuó en todos los países del occidente cristiano, desde el siglo XIII, bajo la directa dependencia del papado, y otra, más particular, la Inquisición española , establecida por los Reyes Católicos, a fines del siglo XV con la aprobación pontificia.

Una y otra, aunque inspiradas en los mismos principios, se diferenciaron, no obstante, en su organización, procedimientos de actuación, y, sobre todo, en que la primera tenía un carácter universal y más estrictamente católica, en tanto que el tribunal español tenía un carácter nacional sometido a la autoridad civil.

El creciente desarrollo de sectas heréticas, que proliferaron desde el siglo XII, principalmente en el sur de Francia (cátaros, valdenses, albigenses), no sólo significaba la existencia de desviaciones dogmáticas, combatidas por la Iglesia a través de la jerarquía ordinaria, sino que implicaba agitaciones sociales que transcendían lo propiamente espiritual. Los gobernantes emprendieron campañas de persecución contra dichas herejías, tomándose medidas y disposiciones, tanto por poderes eclesiásticos como por civiles, y creándose, en poco tiempo, un tribunal encargado de su represión: el Tribunal de la Inquisición.

Específicamente, la Inquisición, nace con el papa Inocencio III (1198-1216) para luchar contra la herejía albigense, pero su verdadero estructurador fue Gregorio IX que, en el año 1233, a partir de varias bulas, encarga a la Orden de Predicadores (Orden de los Dominicos) el desempeño de la función judicial en sustitución de los prelados, consistente ésta en inquirir, juzgar y sentenciar a los herejes de las respectivas diócesis. El poder civil queda encargado de la ejecución de las penas impuestas, que, conforme a disposiciones anteriores, podían ser la confiscación de bienes, la reclusión perpetua en la cárcel o la cremación en la hoguera.

El tribunal se extendió, en principio, a otras regiones francesas y posteriormente al resto de países de la Cristiandad Occidental, salvo Inglaterra. Este Tribunal ejerció sus funciones hasta finales del siglo XV, cuando en España comenzó a imponerse con mayor efectividad.

El Santo Oficio

Alarmado por la difusión del protestantismo y por su penetración en Italia, en 1542 el papa Pablo III hizo caso a reformadores como el cardenal Juan Pedro Carafa y estableció en Roma la Congregación de la Inquisición, conocida también como la Inquisición romana y el Santo Oficio. Seis cardenales, incluido Carafa, constituyeron la comisión original, cuyos poderes se ampliaron a toda la Iglesia. En realidad, el Santo Oficio era una institución nueva vinculada a la Inquisición medieval sólo por vagos precedentes.

Más libre del control episcopal que su predecesora, concibió también su función de forma diferente. Mientras la Inquisición medieval se había centrado en las herejías que ocasionaban desórdenes públicos, el Santo Oficio se preocupó de la ortodoxia de índole más académica y, sobre todo, la que aparecía en los escritos de teólogos y eclesiásticos destacados.

Durante los doe primeros años, las actividades de la Inquisición romana fueron modestas hasta cierto punto, reducidas a Italia casi por completo. Cuando Carafa se convirtió en el papa Pablo IV en 1555 emprendió una persecución activa de sospechosos, incluidos obispos y cardenales (como el prelado inglés Reginald Pole). Encargó a la Congregación que elaborara una lista de libros que atentaban contra la fe o la moral, y aprobó y publicó el primer Índice de Libros Prohibidos en 1559.

Aunque papas posteriores atemperaron el celo de la Inquisición romana, comenzaron a considerarla como el instrumento consuetudinario del Gobierno papal para regular el orden en la Iglesia y la ortodoxia doctrinal; por ejemplo, procesó y condenó a Galileo en 1633. En 1965 el papa Pablo VI, respondiendo a numerosas quejas, reorganizó el Santo Oficio y le puso el nuevo nombre de Congregación para la Doctrina de la Fe.

La Inquisición en España

Antes de la implantación del Tribunal de la Inquisición en Castilla, por petición de los Reyes Católicos y autorización del papa Sixto IV, existe una primera fase, del mismo, íntimamente relacionada con el nacimiento y la implantación de esta institución en Francia. Teniendo en cuenta la proximidad geográfica, llega al reino de Aragón donde también se había extendido la herejía albigense, y desde mediados del siglo XIII, con el rey Jaime I el Conquistador, y por la acción de San Raimundo de Peñafort, se establece en Aragón y se estructura conforme a la normativa eclesiástica, actuando regularmente durante toda la Edad Media tanto en Aragón como en Navarra, mediante el concurso de dominicos y franciscanos, principalmente por los primeros.

En el reino de Castilla, en 1478, se establece por obra de los Reyes Católicos, no como una simple asimilación de la antigua Inquisición medieval que regía en Aragón, sino como una nueva institución que absorbiendo o desplazando a la anterior, vino a extenderse por igual a todos los reinos peninsulares. Como parte de la Inquisición, los monarcas castellano-aragoneses consideraron a este Tribunal del Santo Oficio como un instrumento eficaz para consolidar la unidad religiosa y nacional de la Península, con dependencia directa de la corona e independencia de la Santa Sede. La figura más relevante de este momento es el dominico Fray Tomás de Torquemada que es designado Inquisidor General por los Reyes Católicos.

En las últimas décadas del siglo XV, la Inquisición actúa en las principales capitales castellanas contra los judaizantes y falsos conversos, ampliando más tarde su acción contra los moriscos. El primer Auto de Fe de la Inquisición española se desarrolla en la ciudad de Sevilla, el 6 de febrero de 1482; en 1486 se celebra uno en Toledo contra judíos conversos, y en 1491 se celebra el primer auto de fe en Cataluña.

Durante el siglo XVI las actuaciones de la Inquisición española se dirigen a evitar la propagación de las ideas protestantes en los reinos peninsulares, que habían arraigado excepcionalmente en Valladolid y Sevilla. La primera actuación se lleva a cabo en Navarra, en el año 1523, el inquisidor general García de Loaisa, ordena la incautación de libros luteranos que circulaban por este reino.

Uno de los momentos de mayor actividad del Tribunal se produce durante el reinado de Felipe II, durante el que se calcula que pasaron por los tribunales cerca de cuarenta mil causas; es decir, unas mil al año. Aunque la mayoría de ellas concernientes a desviaciones religiosas, moriscos, protestantes o judíos, y quince por ciento sobre los denominados crímenes sociales, como la bigamia o la homosexualidad.

A partir del siglo XVII y salvo puntuales actuaciones durante las dos primeras décadas, un auto de fe en Logroño en 1610 y otro a un grupo de alumbrados en Sevilla, se produce una disminución de las causas vistas por el tribunal; mientras que en el siglo XVIII, vuelve a agudizarse debido a las nuevas corrientes ideológicas, jansenismo entre otras, desarrollándose al final del mismo, una corriente muy activa de oposición a la existencia del Santo Oficio. Personalidades políticas como Jovellanos y Godoy proyectaron su abolición, pero esta no se produce hasta la celebración de las Cortes de Cádiz, en el año 1812.

La política absolutista de Fernando VII hace que se reinstaure nuevamente, pero sin efectividad, manteniéndose nominalmente hasta su total disolución el 15 de julio de 1834, primer año del reinado de Isabel II.

En América

Como quedó reseñado más arriba, el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición fue un tribunal eclesiástico, establecido en la Edad Media para castigar los delitos contra la fe. Existieron dos instituciones de este tipo que, a pesar de sus similitudes, son distintas: la Inquisición Medieval y la Inquisición Española. Esta última fue creada, previa autorización del Papa Sixto IV, por los Reyes Católicos en 1478. Dos años después inició sus acciones en la ciudad de Sevilla para expandirse posteriormente al resto de España y sus colonias.

El Consejo de la Suprema y General Inquisición, se empleó como un organismo de control social, dirigiendo sus esfuerzos tanto a la defensa de la fe y la moral pública y privada, así como a la de la fidelidad a los monarcas y la paz social.

En América, las particularidades propias de las colonias originaron algunas diferencias con el funcionamiento del Santo Oficio peninsular. Entre las más importantes está la exclusión de la masa indígena de la jurisdicción del Tribunal, ya que los nativos recién estaban siendo instruidos en la religión católica y no podían entender claramente los dogmas ni mucho menos distinguirlos de las herejías.

En el Virreinato del Perú, la Inquisición fue creada por el Rey Felipe II en 1569 y entró en funcionamiento en 1570. En los dos siglos y medio de la Inquisición en Lima (cuya jurisdicción comprendía los territorios actuales de Perú, Bolivia, Chile, Argentina, Uruguay y Paraguay) el Tribunal sentenció aproximadamente a 1.474 personas, la mayoría de las cuales fue condenada a pagar multas, rezar oraciones o colocarse el sambenito. El total de los casos en que se aplicó la pena de muerte fue de 32; la mitad de ellos quemados vivos y otros tantos condenados al garrote. De los condenados a muerte, 23 lo fueron por judaizantes, 6 por luteranos y 2 por sustentar y difundir públicamente proposiciones heréticas.

La Inquisición fue abolida por decreto el 22 de febrero de 1813 y el 30 de julio de ese año se publicó en Lima el decreto de abolición. En 1814, cuando el Rey Fernando VII fue restablecido en el trono, volvió a funcionar el Santo Oficio. Fue abolido definitivamente en 1820, cuando el Perú concreta su proceso emancipador y suprimió todo tipo de dependencia política con España.

Materias