Crisis del salitre

Durante la Primera Guerra Mundial, Alemania logró producir salitre sintético, elemento vital para proseguir la guerra, lo que determinó la decadencia del nitrato natural. Chile, gran exportador, se vio obligado a disminuir su producción y en pocos años se produjo el cierre paulatino de las oficinas salitreras.

El cierre de las salitreras provocó una grave cesantía, un deterioro de los recursos económicos de los grupos más pudientes, y sobre todo del Estado, el que debió paliar con ayuda alimenticia y habitacional a la masa de mineros cesantes que emigraron hasta el centro del país.

Producto de esa emigración nacieron en las ciudades los conventillos y las cités, donde vivían agrupados y hacinados los cesantes llegados del norte.

De todos modos, terminada la Primera Guerra Mundial, los ingleses consideraron necesario asegurar la venta de salitre para sus empresas, reuniéndose en un grupo para establecer un único comprador de salitre a Chile. Los productores chilenos respondieron de igual forma. Había comenzado la Crisis del Salitre.

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Calicheros chilenos en el norte

Para las primeras décadas del siglo XX, la zona de Antofagasta y la Pampa Salitrera había crecido y se había desarrollado gracias a la industria del oro blanco. Las oficinas salitreras eran símbolo de progreso, al menos para los empleados y dueños, ya que dentro de los trabajadores los movimientos para las reivindicaciones laborales y el sindicalismos comenzaba a prender fuertemente.

Sin embargo, la Primera Guerra Mundial y la necesidad del salitre para la producción de pólvora hicieron que el mercado salitrero creciera. Terminada la Guerra, los aliados, en especial los ingleses, quisieron asegurar el abastecimiento del salitre, para lo que crearon un sistema de reunión que establecía un comprador único, y por lo mismo, la regulación del precio de oferta.

Los productores chilenos reaccionaron de la misma forma, centralizando el sistema de venta. Finalmente se llegó a un acuerdo, aunque los problemas del mercado terminaron por hacer que los empresarios chilenos buscaran el alero del gobierno, creándose la Asociación de Productores de Salitre de Chile, en 1919.

Sin embargo, todos los esfuerzos realizados no sirvieron de mucho, pues la crisis de todas formas golpeó la zona y gran cantidad de oficinas comenzaron a cerrar. Para 1920 los altos costos de producción habían hecho colapsar a gran parte de la Pampa salitrera.

Los continuos cierres significaron la aparición repentina de gran número de cesantes que llegaron hasta Antofagasta. La ciudad enfrentó entonces una crisis de población, lo que llevó a ubicar a los desempleados en improvisados albergues, pensando que sería algo pasajero.

Pero el problema se volvió permanente y dramático. Los albergues recibían a centenas de personas, quienes vivían en el hacinamiento, sin agua ni letrinas. El gobierno provincial organizó ollas comunes y la municipalidad compró víveres.

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Desripiadores

El impacto social y político fue tal, que se decidió trasladar por barco a los desempleados al sur del país, desde donde provenían. Un total de 5.996 cesantes fueron trasladados en el primer semestre de 1920, y otros 6.219 en el segundo.

Aún así, eran cerca de mil quinientos los cesantes que aún vivían en condiciones inhumanas y se esperaba que la suma se cuadriplicara. Pero el problema fue mucho peor, ya que el número de cesantes que llegaba a Antofagasta desde la pampa superó las quince mil personas, quienes ocupaban los albergues, las calles y las plazas. La municipalidad mermó en más del ochenta por ciento sus arcas.

Finalmente, y luego de muchos esfuerzos, la crisis logró superarse, pero le entregó a la ciudad una característica que hasta hoy posee: la de ciudad de tránsito.

El trabajo obrero en las faenas salitreras

Una descripción de la época:

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Salitrera en funciones

La explotación del salitre se efectúa en las oficinas con instalaciones de maquinarias antiguas unas y más modernas otras, que hacen el trabajo más difícil en aquéllas y más fácil en éstas.

En las primeras, los obreros trabajan con grandes sacrificios; en algunas faenas en forma casi cruel; en las chancadoras, por ejemplo, rodeados de un polvo asfixiante y cegados, y en los cachuchos con un calor abrasador y sin seguridad para el trabajo; por eso las enfermedades y los accidentes son mayores en ellas.

En las segundas, las maquinarias más modernas y perfeccionadas permiten un trabajo más fácil, más descansado, con menos sacrificio y más seguro porque se han subsanado algunas dificultades y peligros.

Se ha dicho con razón que el problema obrero en el norte, en cuanto se relaciona con el desgaste de la vida y los accidentes del trabajo, es problema de mecánica e irá disminuyendo con nuevas instalaciones y nuevos sistemas de elaboración.

Los trabajos que ejecutan los obreros en las salitreras pueden dividirse en tres categorías o faenas: las de cateo y extracción del caliche, las de elaboración del salitre y la de talleres auxiliares.

Faenas de Cateo y Extracción del Caliche: Se ocupan operarios llamados barreteros, particulares y carreteros.

Barreteros: son los obreros que abren las calicheras por medio de barrenos con tiros de pólvora o dinamita, hasta dejar el descubierto el caliche en grandes trozos o colpas. Se les paga a trato por pie de terreno barrenado.

Particulares: Son los que extraen los trozos de caliche, los dividen en pedazos más pequeños y los reúnen en los acopios. Se les paga a trato, por carretadas, generalmente según la ley del caliche.

Carreteros: Son los que cargan las carretas y las llevan al lugar de elaboración del caliche, hasta los chanchos o chancadoras. Trabajan también a tareas. La mitad, más o menos, de los obreros de una oficina se ocupa en estas faenas.

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Elaboración de salitre: Aquí trabajan los acendradores, los llaveros, los desripiadores, los canaleros, los arrolladores, los canchadores y los cargadores.

Acendradores o chancadores: son los operarios que trabajan en la trituración del caliche con las máquinas acendradoras o chancadoras, y triturado lo llevan en carros a los cachuchos hasta vaciarlos en éstos en las oficinas donde no hay correas que los lleven desde las chancadoras. Trabajan en grupo de seis a ocho operarios y a trato.

Llaveros: son los que atienden los cachuchos donde se disuelve el salitre por medio del agua y del calor. Trabajan al día.

Canaleros: son los que atienden la conducción del caldo con salitre a las bateas de enfriamiento. Trabajan también al día.

Desripiadores: son los que extraen el residuo del caliche, ripios, barro, de los cachuchos terminado cada cocimiento y después de escurrido el caldo con salitre, y lo llevan al campo de desmonte. Trabajan a trato y en cuadrillas.

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Faena de carreteros

Arrolladores: son los que amontonan la mitad del salitre cristalizado en cada batea para facilitar su extracción. Trabajan a trato y en cuadrillas.

Canchadores: son los que extraen el salitre cristalizado en las bateas y lo llevan a las canchas. Trabajan a trato y en cuadrillas.

Cargadores: son los que ensacan y cosen los sacos de salitre en las canchas y lo transportan hasta los carros del ferrocarril. Trabajan a trato en cuadrillas de ocho a diez. Con frecuencia se ocupan en coser sacos. Un treinta por ciento más o menos de los operarios de una oficina se ocupan en estas faenas.

Talleres Auxiliares o Maestranzas: Los operarios que trabajan en talleres auxiliares o maestranzas, como fundidores, herreros, carpinteros, etc. Trabajan al día, durante ocho a diez horas.

El trabajo de los barreteros es sacrificado y peligroso, a causa de la preparación de los barrenos y empleo de explosivos; el de los carreteros expuesto a accidentes frecuentes de volcaduras de las carretas, a causa de los malos caminos; el de los chancadores, por el polvo que les impide respirar y les ciega; el de los llaveros, canaleros y desripiadores por el calor que despiden los cachuchos, que pasa de los cincuenta grados y exige operarios de resistencia y vigor especiales, superiores a los de otras faenas; el de los cargadores, por el peso de los sacos y el salitre que les produce irritaciones en la espalda, etc.

Las condiciones de higiene y seguridad para los obreros en las diversas faenas, son, en general, deficientes: los locales en que trabajan carecen de suficiente luz, ventilación y desagües; el polvo en las chancadoras les molesta hasta obligarlos a trabajar con frecuencia con el rostro cubierto por telas o pañuelos de mano, y el calor y el desprendimiento de gases venenosos en los cachuchos a estar casi desnudos, hasta agotarles las fuerzas.

Las máquinas, o no están protegidas, o lo están en forma defectuosa, sin aparatos preventivos de accidentes, por lo cual es frecuente la caída de los obreros a los cachuchos con caldo hirviendo.

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Vaciando los cachuchos

Se ocupan niños en máquinas y calderos con tareas abrumadoras para sus cortos años.

Estas oficinas salitreras son un ejemplo destacado de la fuerza, imaginación, creatividad y adaptabilidad del hombre, tanto en el desarrollo de una industria, como en la supervivencia frente a duras condiciones ambientales.

En esta gesta participaron hombres y mujeres de distintos lugares del mundo, quienes conformaron una cultura propia desde la cual surge el sentimiento pampino representado en innumerables obras.

Cabe precisar que en 1970 las oficinas fueron declaradas Monumentos Nacionales Históricos, instrumento que ha permitido en parte salvaguardar los restos del patrimonio industrial allí contenidos. En 1989 las tortas de ripio fueron anexadas a la declaratoria.

Alimentación del trabajador calichero

A temprana hora éste se acercaba a la cantina o rancho donde se servía un suculento desayuno consistente en un gran plato de porotos con mote y un bisté, seguido de un jarro de té o café acompañado por un sandwich de embutido y un tazón de 'cocho' que es una mezcla de harina tostada de trigo con azúcar y agua hirviendo.

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A media mañana, en su lugar de trabajo, se servía una colación consistente en emparedados y té.

A mediodía venía el almuerzo, es decir, la comida principal, compuesta de tres platos servidos hasta el borde, donde no faltaba la cazuela de vacuno, las legumbres, asados y otros alimentos de alto valor nutritivo, todo coronado por un jarro de huesillos con mote y el inevitable jarro de café.

Al oscurecer venía la hora de comida donde se daban raciones muy parecidas a las del almuerzo.

Quiere decir, entonces. que el trabajador pampino se alimentaba muy bien, en concordancia con la pesada labor que le correspondía hacer, blandiendo mazos de 25 libras bajo el tórrido sol del desierto, para poder cumplir con la cuota de caliche que tenía asignada.

Las fichas

Los sueldos y salarios no eran cancelados en dinero efectivo, sino que se usaba en su reemplazo las denominadas «Fichas», que eran el circulante obligado. Estas sólo tenían poder adquisitivo dentro de los límites de la oficina, situación que obligaba al trabajador a pagar precios abusivos por los artículos de consumo diario y la Compañía, por su parte, se beneficiaba en todos los frentes.

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Fichas de las salitreras

Actualmente las fichas son piezas raras y el Museo del Salitre de Iquique cuenta con una colección bastante completa de las que corrían en las distintas oficinas de nuestra provincia.

Debemos agregar que el sistema de fichas constituyó el paso más avanzado de la explotación del hombre por el hombre y derivó en las primeras luchas sociales que, a su vez, dieron paso a medidas represivas atroces, como fueron las matanzas de las oficinas “Ramírez” y “La Coruña” y la tristemente célebre Matanza de la Escuela Santa María de Iquique, ocurrida el 21 de diciembre de 1907, donde murieron acribilladas alrededor de dos mil personas entre hombres, mujeres y niños, según los cálculos más conservadores. La cantidad de heridos fue similar.

Delincuencia y alcohol en las salitreras

En la región atacameña, el auge de la industria salitrera provocó un cambio drástico en el estilo de vida tradicional. En las décadas tempranas del siglo XX, la explotación del salitre atrajo a una gran cantidad hombres provenientes de diversos puntos del país (sur, norte, cordillera y costa), lo cual provocó un incremento progresivo del tránsito y establecimiento de forasteros. Al mismo tiempo, la población nativa del área atacameña perdió una cantidad significativa de hombres que se diseminaron en diversas oficinas salitreras.

Debido a las necesidades generadas en estas oficinas se fomentó el arrierismo atacameño, trayéndose continuamente desde Argentina grandes rebaños de ganado vacuno e iniciándose la caza de la chinchilla. La creciente demanda de obreros para las industrias extractivas del salitre generó además una migración estacional de jóvenes y adultos jóvenes atacameños, principalmente durante el verano.

Por último, el inconveniente más complejo que debía sortear la autoridad era el alcoholismo de muchos mineros, especialmente cuando los yacimientos, en vez de estar aislados en las montañas, estaban ubicados en las cercanías de poblaciones o placillas. El alza del precio del cobre incrementaba la problemática, puesto que con este aumento también subían los sueldos de los trabajadores, pero el licor seguía siendo barato.

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Extracción del caliche

De este modo, la industria del salitre incidió en una alteración del estilo de vida, costumbres y economía tradicional atacameña.

El nivel de vida de los trabajadores "calicheros" de la pampa fue insuficiente. Su aislamiento influyó en el fomento de un estado de malestar, abandono y depresión que repercutió en el incremento del alcoholismo.

En el presente, se observan algunas continuidades y analogías entre los modos de vida del ciclo salitrero y el actual.

Los hombres atacameños continúan trabajando por temporadas extensas o breves en la minería del cobre, litio, hierro y otros minerales ubicados en las proximidades de Calama, Peine, cordillera o desierto.

Subsiste un patrón de movilidad activa que afecta principalmente a los hombres jóvenes y adultos. Sus "ausencias motivadas por trabajos pueden abarcar varios meses e interrumpirse abruptamente cuando la persona desiste de la ocupación, regresando a su hogar donde cooperar en las tareas habituales mientras no surja una nueva ocasión de trabajar lejos de la familia y del pueblo" .

A esto se suma el problema del alcoholismo en los hombres atacameños, introducido por los troperos argentinos y agudizado en el contexto del trabajo de las salitreras. Dicho problema sigue afectando el desarrollo y bienestar tanto de las comunidades rurales como de los pueblos y ciudades próximos a los asentamientos mineros en la región atacameña.

El alcoholismo de los hombres hace imposible el ahorro, e impide lograr mejores niveles de vida a sus familias. Sus ahorros de meses de trabajo duro suelen gastarse en una o más fiestas con alta ingestión de alcohol. De este modo, suelen regresar a su trabajo sin dinero y sin haber aportado al incremento del patrimonio familiar y al bienestar de la esposa e hijos.

Fuentes Internet:

http://www.sonami.cl

http://www.monumentos.cl

http://www.geocities.com/Athens/Acropolis/1004/historias5.html

http://www.geocities.com/Athens/Acropolis/1004/historias1.html