Hacer la talquina |
En los ambientes carcelarios se llamaba “la talquina” a un engaño. En general, en el mundo del delito es una venganza que consiste en darle -por encargo- un tajo o una puntada, en la zona genital, a los violadores.
Restringida a su significación de “engaño”, algunos la hacen sinónimo de otras frase o dichos populares, como “zapatear en fonda ajena”, “pegar en la nuca”, “comer la color”, “poner el gorro” y otras.
Sobre el origen de este dicho popular existen dos versiones:
La primera involucra a “Moyita”, un ayudante de la morgue local que en Talca funcionaba en el mismo Cementerio.
Cierto día, su jefe, el médico legista, quiso examinar más a fondo los restos mortales de un ciudadano recién fallecido. Para ello, necesitaba ocupar su propio laboratorio personal, más moderno y mejor equipado, pero que estaba en plena ciudad, muy lejos del cementerio.
Entonces, le pidió a “Moyita” que “cercenara” en el cadáver las partes específicas que quería examinar y que las llevara a su laboratorio.
Raudo en su bicicleta iba “Moyita” con el encargo de su jefe, cuando los infaltables amigos lo detuvieron para invitarle unos tragos.
“Moyita”, pasado en copas, perdió la noción de urgencia de su cometido y sucumbió a los vapores etílicos.
Los amigos, no menos borrachos que él, intrusearon el paquete que llevaba “Moyita” y al encontrase con “tan lindo trozo de carne” hicieron un asado que más tarde compartieron todos.
Cuando, ya repuesto, “Moyita” quiso irse, se enteró del involuntario engaño en que se vieron envueltos él y sus amigos.
Esta habría sido la primera “talquina” de la historia.
Pero existe una segunda versión:
En una fecha indeterminada, pero que debió se posterior a 1875, año de la llegada del ferrocarril a Talca, el hijo de un rico hacendado talquino se fue a estudiar a la escuela Naval, en Valparaíso.
Cumplido el primer año, invitó a veranear a su casa, en Talca, al que se había convertido en su mejor amigo.
En el fundo del padre disfrutaron sus vacaciones, y los futuros marinos volvieron a su Escuela.
Pasados algunos meses, aparecieron signos de embarazo en la hermana del cadete talquino, quien, al enterarse, conminó a su amigo, culpable de la “fechoría”, a casarse con la dama.
Este se negó, y todo pareció quedar en el olvido.
El relato nada dice sobre la criatura en gestación, pero sí que pasó otro año y el amigo fue invitado de nuevo a vacacionar en el mismo fundo por su compañero.
La historia cuenta que el amigo viajó en tren hasta la estación de Talca, donde le esperaban su amigo y otros familiares.
Cabalgaban felices hacia la hacienda, cuando de pronto el cadete anfitrión y sus hermanos desmontaron por la fuerza al invitado, le desnudaron y le caparon, dejándole abandonado a su suerte.
Pasados varios años, se rumoreaba que la “operación venganza” se habría efectuado en una tienda comercial ubicada en Uno Norte esquina Cinco Oriente.