Marta Colvin

Escultora chilena. Nació en Chillán el 22 de junio de 1915 y murió en Santiago el 27 de octubre de 1995. En 1939, ingresa a la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile, donde estudió con los maestros escultores Julio Antonio Vásquez y Lorenzo Domínguez y donde más tarde, 1950,  asumió la Cátedra de Escultura.

Radicada en París, ingresó al Taller del escultor Zadquine y más tarde en Londres, al Taller de Henry Moore.

En 1948, fue becada por el Gobierno francés y en 1951, por el British Council.

En 1960 entre 3.000 concursantes, de cien países, obtuvo el Primer Premio con la famosa maquetta, "El prisionero político desconocido". Pero la culminación y grandeza de esta notable escultora, se manifestó en Sao Paulo, en la VIII Bienal de 1965, al ganar el Gran Premio Internacional de Escultura, con una de sus monumentales obras, realizadas en piedra: "Las Torres del Silencio", que es la expresión lírica americana. Antes, la escultora, había visitado Perú, Bolivia, profundizando en el estudio del arte precolombino.

La obra ganadora en Brasil, de tres metros y medio de altura, fue adquirida en 1970 por una institución de Bélgica y está ubicada en el Museo de la Escultura al Aire Libre de Middelheim, cerca de Amberes.

Muchas de sus obras se encuentran en el extranjero, en Inglaterra y Francia, como "Estrella del Sur", "Manutara" y "Gran Signo", a orillas del Río Sena.

En 1970 se le otorgó el Premio Nacional de Arte.

En 1965 vino a Chillán. En esa ocasión, la Municipalidad la declaró "Hija Ilustre". Posteriormente, en 1987 estuvo nuevamente invitada, esta vez por el Instituto Profesional, hoy Universidad del Bío Bío.

Presencia de Marta Colvin

A partir de su muerte, la memoria de la artista Marta Colvin es en parte responsabilidad nuestra. Es la gente de su país, de su medio artístico, la que debe tomar la decisión del recuerdo, especialmente el reconocimiento a su producción. Marta Colvin definió su vida como entera posibilidad de crear; otros la hacen posibilidad de ocio o de enriquecimiento. Aquella definición temprana dejó resultados; numerosas obras que nos conmueven. Heredamos el valor estético de sus esculturas, su fuerza. Tenemos la responsabilidad del reconocimiento y la memoria.

Cuál es el sesgo adecuado en este momento y que puede restituir la parcialidad de la mirada respecto de una vida plena, de una personalidad variada y rica en lo humano, en lo pensante? sus ideas acerca del arte y en particular la escultura, su experiencia de vida, el modo como exponía lo valioso de sus encuentros con las personalidades del arte internacional, así como las humanas debilidades de algunos de ellos, la sencillez con que hacía referencia a momentos duros, difíciles, de su sobrevivencia en los comienzos de su trayectoria en Europa, dejaban en el interlocutor mucho más que informaciones. Escuchar todo ello producía un enriquecimiento espiritual, una transformación.

Algunos conceptos de Marta Colvin parecen particularmente destacables en este momento. Una de esas ideas, sobresalientes por la importancia que le asignaba la artista, corresponde a su modo de entender la vinculación entre un artista americano y el mundo del arte y de la cultura europea. Su experiencia fue análoga, en este sentido, a la de otros artistas latinoamericanos. Marta Colvin hablaba de su "descubrimiento de América": era un peculiar estremecimiento ante la magnitud de este continente surgido como experiencia en la confrontación con ese otro mundo, Europa. Europa cumplía así la función de fondo necesario para destacar la figura enorme del continente americano.

Marta Colvin descubrió también en Europa un poderoso factor de creatividad, tal vez su reverso mismo. Me refiero a la libertad de imaginar, de inventar, de contrastar y seguir nuevos caminos sin la sujeción de lo prohibido, de cánones y normativas limitantes. Frente a un "esto se hace así" la artista Colvin se preguntaba "¿por qué no de este otro modo?". Sus maestros europeos le dieron un respaldo, el de sentirse segura siguiendo la verdad de sus sentimientos, la autenticidad de sus impulsos renovadores. Ese sentido de libertad creativa fue, pensaba la artista, su aprendizaje mayor, junto con su sentimiento de "pertenencia" a este continente americano, la que se expresó en tantas obras escultóricas motivadas en mitos latinoamericanos.

De esta libertad nacieron los rasgos formales que le son propios, el sentido de la abstracción, la expansiva asimetría de los volúmenes , la conquista de los espacios interiores en la escultura, la seguridad para abordar opuestas ramas del sentimiento humano, en diferentes matices, con la herramienta del símbolo. Coraje para tratar temas tan diferentes como el amoroso retrato de una hija o la protesta ante la perversidad con los prisioneros.

De este vehículo múltiple-espiritual, físico, creativo desarrollado por Marta Colvin entre América y Europa nos hemos beneficiado americanos y europeos. En museos, escuelas, puertos, parques, sus esculturas dicen cosas trascendentes que no la han conocido, que no han escuchado su voz o percibido el matiz de aguda pero condescendiente ironía en su mirada mientras exponía algún juicio crítico. En la obra habla, allí sigue presente con su vigor de artista americana. Aquí, en su tierra natal está la deuda que un país tiene con sus creadores.

Margarita Schultz.

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