Beata Laura Vicuña Pino

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El verdadero rostro de la beata Laura Vicuña Pino (1891-1904)

Nació en Chile el 5 de abril de 1891. Su padre, José Domingo Vicuña , militar, pertenecía a una familia de la aristocracia criolla chilena, de gran influencia política y alto nivel social. Su madre en cambio, Mercedes del Pino , era de una familia más bien pobre. Esta diferencia social no fue nunca bien aceptada, sobre todo por la familia Vicuña., motivando tensión y conflicto dentro del cual se desarrolló la primera etapa de la infancia de la niña.

El mismo año 1891 los militares se toman el poder, y la familia integrada ahora por los esposos, Laura y una nueva hermana llamada Amanda debe huir de la capital. Luego de un tiempo en este forzado "relegamiento" en Temuco, el padre de familia, sumido en el cansancio y la desesperación muere  en 1895.

No teniendo a quien pedir ayuda en Chile, Mercedes y sus dos hijas viajan a Argentina.

Allí, en Junín de Los Andes, la situación no cambia mucho el primer tiempo. Mercedes hace grandes esfuerzos para ganar un poco de dinero en forma honrada, apareciendo ante esto un primer rasgo característico de la pequeña Laura. La firmeza para enfrentar los momentos de necesidad, transformándose en el apoyo y consuelo de la madre y de su pequeña hermana, sumándose a esto la gratitud y el reconocimiento que en todo momento expresaba ante el esfuerzo que veía en la madre.

Al poco tiempo, la madre llega a trabajar en la hacienda de un hombre del lugar llamado Manuel  Mora.

Así fue como, repentinamente, Mercedes y sus hijas pasaron de la necesidad a una completa comodidad, con todo lo que necesitaban... ropa, alimentos, buenas habitaciones, y sobre todo el sentirse acogidas como si verdaderamente estuvieran en algo propio. Las dos niñas pudieron ser matriculadas en un colegio abierto hace poco en el pueblo de Junín, por los Religiosos Salesianos y las Hijas de María Auxiliadora.

A pesar de continuar demostrando su gratitud en todo lo que podía, Laura, con sus nueve años, ya veía con algo de extrañeza lo que estaba ocurriendo con su madre y con ellas mismas y el cambio de vida tan repentino.

La asistencia a las clases regulares, el apoyo y la amistad que encontró en ese colegio, fueron determinantes para que Laura fuera formando dentro de sí ese espíritu de Amor a Dios por sobre todas las cosas, que se combinaba al mismo tiempo con una gran fortaleza y valentía que fueron creciendo hasta hacerse más importantes en los duros momentos que vendrán después y que la llevarán pronto a la muerte.

Dentro de las cosas que aprendían las niñas en el colegio, por tratarse de una casa religiosa, se valoraba mucho la familia y se enseñaba a las niñas cómo debía ser y vivir una familia cristiana.

Aprendió también que el verdadero sentido de una relación de pareja, está únicamente en el amor que puede existir entre ambos, y que no son válidos los motivos sociales, económicos, o cualquiera otra cosa externa.

Dentro de estas reflexiones, sin embargo, vino una prueba muy fuerte, que Laura, desde su inocencia ya podía entender con mucha claridad. Pensando en lo que significaba la relación que se iba dando día a día entre su madre y Manuel Mora, descubrió aquello que nunca hubiera deseado conocer y que era al mismo tiempo, lo que tanto había aprendido en el colegio, que se debía evitar al máximo, si se quería llegar a vivir como verdadero cristiano.

Al percatarse Laura de la situación que vive su madre, como conviviente de Mora, y al negarse ella misma a las propuestas de éste, ofreció su vida a Dios por la salvación de su madre.

Al volver al colegio, luego de unas vacaciones, trae muy marcadas las cosas que ha visto. Sin embargo, no quiere que esto sea un problema para todas las personas que comparten con ella; sigue siendo muy servicial, dispuesta a ayudar a todos los trabajos que se le pidieran. Le gusta ser buena compañía para sus amigas, se interesa por las materias de estudio y por seguir creciendo en la fe.

Al mismo tiempo, su salud se va deteriorando, pero solo ella lo sabe bien. Tampoco quiere ser motivo de preocupación para los demás. Entre estas situaciones, termina el año escolar. Las evaluaciones de Laura, son siempre notables: además ha recibido la primera comunión y pertenece a la compañía de las Hijas de María.

Llega otro momento de contradicción. Por un lado, sabe que al volver al fundo significa estar con su madre, y al mismo tiempo sufrir por la presencia de Manuel Mora, y la amenaza de éste, que ya no solo irá hacia la madre, sino también querrá dañar a Laura.

La enfermedad no se detiene. Llega el invierno con fuertes lluvias y heladas. Laura se desgasta día a día, manteniendo intacta su dulzura, su delicadeza, su humildad y al mismo tiempo, tratando de mantener también la fortaleza.

Se consuela grandemente en la oración, aunque sabe también que lo que está ocurriendo es lo que ella misma había pedido "su vida, por su madre...".

Mercedes, decide llevarla al fundo para atenderla mejor, pero tampoco hay mejoría notoria. La lleva luego a Junín, pensando también que hay más medicinas y doctores al alcance... todo sigue igual.

Es en ese lugar donde cae la gota que derramó el vaso. Manuel Mora, llega hasta donde se encontraban, y entrando por la fuerza exige quedarse ahí también. Laura a pesar de la fiebre y la debilidad, se impone con firmeza para que esto no ocurra. Recibirá a cambio una golpiza, que adelantará su muerte, pero su objetivo se cumple.

Ante este panorama, al fin logra que su madre se dé cuenta de lo que ha hecho todo este tiempo y, conmovida por su entrega, se reconcilió con Dios y se alejó definitivamente de Mora. Con esta noticia tranquilizadora. Laura Vicuña muere definitivamente el 22 de enero de 1904, a la edad de 13 años. El pacto se ha cumplido y Dios lo ha escuchado.

El Papa Juan Pablo II la beatificó en 1988.

En su época de estudio Laura Vicuña fue la mejor alumna de su colegio.

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