Francisco de Goya y Lucientes |
Nació el 30 de marzo de 1746 en Fuendetodos (Zaragoza), hijo del dorador de retablos José Goya y de Gracia Lucientes.
En 1760, a los catorce años, ingreso en el taller del pintor José Luzan, donde aprendió a dibujar y se relaciona con Francisco Bayeu, quien años después se convertirá en su cuñado.
A los 17 años se fue a Madrid y aprendió de los artistas Venecianos Tiépolo y Antonio Rafael Mengs. En 1763 y 1766 se presentó y perdió en los concursos de la Real Academia de San Fernando.
En 1770, se fue a Roma y sobrevivió mediante sus obras de arte, envía un cuadro al concurso organizado por la Academia de Parma con el tema Aníbal cruzando los Alpes donde empezó a ser valorado como pintor.
En 1771 volvió de Italia y recibiría su primer encargo importante: la bóveda del Coreto de la Basílica del Pilar. Los encargos prosiguieron a lo largo de la geografía aragonesa (Remolinos, Calatayud).
El 25 de julio de 1773 Goya se casa en Madrid con Josefa Bayeu. Un año después pinta los murales para la cartuja de Aula Dei, caracterizados por su gusto por los colores cálidos y la factura abocetada.
Entre 1774 y 1792 trabaja en la realización de cartones para la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara (dirigida por Mengs), representando temas costumbristas (de caza y populares) y simultaneándolo con la realización de retratos. En estos años se producen también sus primeros tanteos como grabador.
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Especialmente importante es la serie de copias de cuadros de Velázquez, que le permitirán ahondar en el conocimiento de la técnica del genial sevillano. En 1775 sus cuñados Francisco y Ramón Bayeu le introducen en la corte.
En 1780 es admitido en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, para lo que presentó un Cristo crucificado.
Poco después es llamado de nuevo a Zaragoza para realizar un fresco en la Basílica del Pilar. Se trataba de decorar una cúpula con sus cuatro pechinas, con el tema La Virgen, Reina de los Mártires.
El encargo supuso un fuerte enfrentamiento con el cabildo metropolitano y con sus cuñados, al ser rechazados sus bocetos previos por no ajustarse al modelo académico dominante. A su vuelta a Madrid recibe nuevos encargos religiosos (pinturas para San Francisco el Grande en 1781, convento de Santa Ana de Valladolid en 1787, catedral de Valencia en 1788).
Pero el hecho más importante de estos años es la aparición de los primeros mecenas que jalonarán su carrera. Entre los años 1783 y 1784 realiza los retratos del conde de Floridablanca y de la familia del infante Don Luis, hermano de Carlos III, que vivía retirado en Arenas de San Pedro. Es el despegue de la trayectoria de Goya como retratista, protegido y apreciado por las más importantes familias de la aristocracia madrileña, los Medinaceli y los Benavente-Osuna, de los que dejará una galería de inolvidables imágenes.
En 1784 nace su hijo Francisco Javier. En 1785 fue nombrado Director Diputado del Departamento de Pinturas y en 1786 comienzan sus actividades para la casa real, son años felices, empieza a relacionarse con el círculo de ilustrados de la capital, especialmente con Jovellanos y con Ceán Bermúdez. Luisa de Parma, esposa de Carlos IV le nombra pintor de cámara en 1789.
En 1792,
durante un viaje a Andalucía cae gravemente enfermo y queda
totalmente sordo. La alegría desapareció lentamente de sus
pinturas, los colores se tornaron más oscuros, y su modo de
pintar, más libre y expresivo, mostrando las debilidades de
sus personajes en sus pinturas, especialmente en sus expresiones
faciales.
En 1796 Goya pasa el verano con la duquesa de Alba, que acababa de enviudar.
Algunas de las obras de este momento permiten suponer la existencia de un apasionado idilio entre el pintor y la aristócrata.
La duquesa
y la reina María Luisa se pelean por todo (hasta por los trajes
de madame Minette, que se los envía iguales desde París),
en el incendio del palacio de Liria y en extraña circunstancia
muere de la duquesa a la edad de 29 años.
En 1799 publica
Los Caprichos
, su primera obra auténticamente personal.
Compuesta por ochenta estampas realizadas con un extraordinario
dominio de la técnica del aguafuerte y el aguatinta, Goya
desarrolla en ellas una temática de gran originalidad en la
que la crítica social se expresa en escenas de galanteo, asnerías
y brujerías. Al mismo tiempo lleva a cabo su obra maestra
en el campo del fresco: la decoración de San Antonio de la
Florida. Libre de condicionantes externos, realiza una obra
novedosa tanto en la distribución de los temas por la iglesia
como en la elección de tipos o en el original cromatismo.
En 1799 Goya alcanza el cenit de su carrera al ser nombrado primer pintor de cámara, culminando el cuadro "La Familia de Carlos IV".
Entre 1800-1801 realiza también varias obras para el valido Godoy, entre ellas posiblemente las célebres Majas y la Condesa de Chinchón , la más tierna de todos sus retratos de mujeres, en lo cual el rostro infantil y la anchura frágil de los hombros se contrasten con el traje expansivo y hermosamente pintado.
En 1805 asiste
a la boda de su único hijo Javier con Gumersinda Goicoechea
y un año después ve la luz Mariano, su único nieto.
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La Guerra de la Independencia contra los franceses (1808-1814) la pasó en Madrid, salvo un breve viaje a Zaragoza en 1808 para contemplar las terribles consecuencias del sitio sobre su ciudad natal. También vivió intensamente las contradicciones en las que se debatieron los ilustrados españoles entre la acogida entusiasta a las medidas liberalizadoras que promulgó José Bonaparte y el rechazo a las atrocidades cometidas por el ejército invasor.
La obra de
Goya en este momento es fruto de estas circunstancias. Con
una extraordinaria lucidez retrata los acontecimientos bélicos
en todo su horror y desde el punto de vista de las víctimas.
Por primera vez en la historia del arte la guerra no es heroica
sino una excusa para dar rienda suelta a cuanto hay de brutal
en el ser humano. Los célebres dos y tres de mayo y la serie
de estampas
Los Desastres de la Guerra
(1810-1814)
son la consecuencia de estos trágicos años.
En 1812 muere su esposa pero antes de la muerte de su mujer comenzaron sus relaciones con Leocadia Zorrilla de Weiss, que le acompañaría hasta el final de sus días.
La vuelta a Madrid de Fernando VII en 1814 desata la más brutal persecución, contra los liberales y aquellos que habían colaborado con el gobierno intruso, entre los que se contaban algunos de los mejores amigos del pintor. Goya no se vería libre de sospechas y durante un año es sometido a un expediente de depuración para determinar su comportamiento durante los años de la guerra. Al final es repuesto en sus derechos, al igual que se librará de las garras del Santo Oficio, escandalizado ante el descubrimiento de Las Majas, aunque su estrella en la corte declina ante el ascenso de Vicente López.
En 1815 emprende una nueva serie de estampas La Tauromaquia compuesta de treinta y tres grabados, en ellos Goya desarrolla temas de la historia del toreo, al parecer para ilustrar un texto de Moratín padre, y hazañas de toreros contemporáneos, con una técnica excelente y un estilo plenamente maduro. En 1819 pinta Goya sus composiciones religiosas más conmovedoras La última comunión de San José de Calasanz y Cristo en el monte de los Olivos . Descubre la recién inventada técnica litográfica y realiza varios ensayos en el taller de José María Cardano. A finales de ese año cae gravemente enfermo, y esta nueva dolencia parece sumergirle en un abismo del que saldrán sus últimas y alucinadas obras.
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Adquiere en febrero de 1819, junto al río Manzanares en las afueras de Madrid, que posteriormente será llamada Quinta del Sordo (demolida en 1910).
Al año siguiente
comienza a decorar su nueva casa con pinturas murales al óleo
que se extienden por dos salones de la planta baja y del primer
piso: son las Pinturas Negras. Este conjunto constituye sin
duda la obra más revolucionaria de Goya: un mundo de imágenes
de pesadilla con algunas de las más turbadoras escenas de
la historia de la pintura occidental. Una de las pinturas
Saturno devorando a uno de sus Hijos
es uno de las
pinturas más horrendas que jamás se ha pintado.
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Después pinta
la serie de
Los Proverbios
o
Los Disparates
.
Es sin duda su serie más difícil de interpretar. No parecen
que las estampas representen refranes, sino que más bien aluden
de manera más o menos oscura a sátiras sociales o políticas.
Algunas se encuentran entre las imágenes más poderosas y enigmáticas
jamás realizadas por su autor.
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En 1820 la Constitución de Cádiz es puesta en vigor otra vez, pero el envío de los Cien Mil Hijos de San Luis por parte de las potencias de la Santa Alianza supone el restablecimiento de los derechos absolutos de Fernando VII y el comienzo de una oleada de terror y represión sobre los sospechosos de liberalismo. La situación es potencialmente peligrosa para Goya y decide salir de España. En junio de 1824 parte hacia Francia. En Burdeos con los exiliados se encuentra feliz, reflejándose en cuadros como La lechera de Burdeos , miniaturas sobre marfil y las últimas litografías entre las que destacan los cuatro conocidas como Los Toros de Burdeos.
Goya muere en Burdeos el 16 de abril de 1828, rodeado de su nuera y su nieto Mariano. El funeral se celebró en la iglesia de Nôtre Dame y el inventario de sus bienes muestra que poseía numerosas obras propias. Fue enterrado en el cementerio de la Cartuja, donde reposaron sus restos hasta que en 1899 fueron exhumados y en 1919 hallaron definitivo reposo en la ermita de San Antonio de la Florida.
El estableció el modelo para el arte del siglo 19, el siglo de romanticismo salvaje y realismo liberal. Su técnica muy original y libre, que llegó a su pináculo con las pinturas negras fue adoptado por Manet, el primero de las Impresionistas, y por sus seguidores. El derecho del artista de pintar sus visiones más profundas fue reclamado por Goya por primera vez y sus posibilidades aún no han sido agotadas.
Fuentes Internet:
http://www.boadilla.com/pages/goya2.htm
Ver, además, en Internet: