Miguel de Cervantes Saavedra |
Corría el año 1547 cuando nace Miguel de Cervantes Saavedra, cuarto hijo del cirujano Rodrigo de Cervantes y de Leonor de Cortinas, en Alcalá de Henares.
Posiblemente naciese el 29 de septiembre, día de San Miguel, de ahí su nombre, pero hasta el momento sólo se ha encontrado su acta bautismal, según la cual fue bautizado el 9 de octubre de 1547 en la iglesia de Santa María la Mayor. En busca de mejor fortuna, en 1551 la familia Cervantes marcha a Valladolid, donde a la sazón se hallaba la Corte. Allí se establece en el barrio del Sancti Spiritus, pero las deudas contraídas llevan al padre a la cárcel y provocan el embargo de todos sus bienes.
Tras el fracaso de Valladolid, la familia vuelve a Alcalá de Henares en 1553 y, al menos el padre -no sabemos si acompañado de su esposa e hijos o no-, emprende un verdadero peregrinaje que lo lleva, primero, a Córdoba.
Es posible que Cervantes asistiese allí al colegio jesuítico de Santa Catalina, emprendiendo así sus primeros pasos escolares y empapándose ya, con seis años, en los ambientes picarescos que luego recrearía en sus escritos.
A finales de 1564, el padre reaparece instalado en Sevilla, como regente de unas casas de alquiler, sin que sepamos tampoco si su familia lo acompañaba o no, donde nuevas deudas le obligarán a abandonar la ciudad en unos dos años.
También ahora cabe conjeturar la asistencia de Miguel al colegio de los Jesuitas, donde habría tenido al padre Acebedo como maestro y a Mateo Vázquez, luego secretario de Felipe II, como condiscípulo.
Al año siguiente, 1565, Luisa de Cervantes ingresa en el convento de Alcalá.
En el otoño de 1566, Rodrigo Cervantes se halla establecido con los suyos en Madrid, ahora metido en negocios, entre otros, con Alonso Getino de Guzmán, gracias a quien (era organizador de espectáculos de la capital) Cervantes inicia sus primeros pasos poéticos con un soneto ("Serenísima reina en quien se halla") escrito a propósito de la celebración del nacimiento (1567) de la infanta Catalina Micaela, segunda hija de Felipe II e Isabel de Valois.
Cervantes estudia con Juan López de Hoyos, en 1568, nombrado rector del "Estudio de la Villa" el 12 de enero de ese año, quien le encarga -so título de "amado discípulo"- cuatro poemas destinados a la Relación oficial de la exequias celebradas con motivo de la muerte de Isabel de Valois, la cual se publicaría al año siguiente.
Por estos años, nuestro joven autor y poeta novel, debió de estar en contacto y mantener amistad con poetas como Pedro Laýnez o Gálvez de Montalvo.
Sorprendentemente, en 1569 lo encontramos instalado en Roma, convertido en camarero de monseñor Acquaviva, con quien permanecería poco más de un año.
La única explicación coherente dada a ese brusco cambio de escenario tiene que ver con una provisión real, fechada en septiembre de 1569, en la que se ordenaba el apresamiento de un joven estudiante homónimo de nuestro autor, por haber herido en duelo al maestro de obras Antonio de Sigura. Y es hipótesis, por poco que nos guste, bastante sólida hasta que no se documente la existencia de otro Miguel de Cervantes.
Llega 1571, cuando las tropas de Diego de Urbina embarcan en la galera Marquesa, encargadas de prestar apoyo al contingente veneciano. Cervantes enferma de malaria y padece fiebres altas, lo que no impide que pelee heroicamente, situado en el esquife de la nave, en la más "alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros", como él denominaba a la batalla de Lepanto . Allí recibe dos disparos de arcabuz en el pecho y un tercero en la mano izquierda, que se la dejaría inutilizada para inmortalizarlo como "manco de Lepanto". Se recupera de sus heridas en Mesina.
Pese a haber perdido el movimiento de la mano izquierda, se incorpora, en 1572, a la compañía de don Manuel Ponce de León, del tercio de don Lope de Figueroa, y participa, ya en calidad de "soldado aventajado", en varias campañas militares durante los años siguientes: Navarino y La Goleta son las más importantes. Entre tanto permanece en los cuarteles de invierno en Sicilia, Cerdeña y Nápoles.
En 1575, convertido en "soldado aventajado", obtiene cartas de recomendación de don Juan y el duque de Sessa y decide regresar a España. A principios de septiembre embarca en Nápoles en una flotilla de cuatro galeras que se dirige a Barcelona. Una tempestad las dispersa y El Sol, en la que viajaban Cervantes y su hermano, es apresada, frente a las costas catalanas, por unos corsarios berberiscos al mando de Arnaut Mamí. Los cautivos son conducidos a Argel y Miguel de Cervantes cae en manos de Dalí Mamí, apodado El Cojo, quien, a la vista de las cartas de recomendación de nuestro soldado, fija su rescate en 500 ducados de oro, cantidad prácticamente inalcanzable para su familia.
Se inicia así el período más calamitoso de su vida: cinco años de cautiverio en los baños argelinos, jalonados por numerosos intentos de fuga siempre fallidos. El primero de ellos ocurre en 1576. Huye con otros cristianos rumbo a Orán, pero el moro que los guiaba los abandona y han de regresar a Argel.
Luego, en 1577 realiza un segundo intento. Cervantes se encierra con catorce cautivos en una gruta del jardín del alcaide Hasán, donde permanecen cinco meses en espera de que su hermano Rodrigo, rescatado poco antes, acuda a su liberación. Un renegado apodado El Dorador los traiciona y son sorprendidos en la gruta: Cervantes se declara el único responsable, lo que le vale ser cargado de grillos y conducido a las mazmorras del rey.
En 1578 lo intentará por tercera vez. Esta vez envía a un moro con unas cartas dirigidas a don Martín de Córdoba, general de Orán, para que les envíe algún espía que los saque de Argel. El moro es detenido y Hasán ordena que se le den dos mil palos a Cervantes. Tan sólo sabemos a ciencia cierta que el castigo no se cumplió.
Pero Cervantes era tenazy lo intenta por cuarta vez. Ahora procura armar una fragata en Argel para intentar alcanzar España con unos sesenta pasajeros. De nuevo una delación, realizada por el renegado Caybán, frustra la empresa y Cervantes, otra vez, se responsabiliza de todo y se entrega a Hasán, quien le perdona la vida y lo encarcela en sus baños.
El 19 de septiembre de 1580, cuando Cervantes está a punto de partir en la flota de Hasán Bajá hacia Constantinopla, los trinitarios fray Juan Gil y fray Antón de la Bella pagan el monto del rescate y nuestro autor queda en libertad. El 27 de octubre llega a las costa españolas y desembarca en Denia (Valencia): su cautiverio ha durado cinco años y un mes.
A finales de año se traslada a Madrid, para iniciar una serie de demandas que recompensen sus servicios militares.
Tan sólo consigue una oscura misión en Orán, llevada a cabo a mediados de 1581, desde donde se traslada a Lisboa para dar cuenta a Felipe II del resultado.
Desde principios de 1582, reside de nuevo en Madrid y no ceja en su aspiración a alguna vacante sin lograrla. Entre tanto, se integra perfectamente en el ambiente literario de la Corte, mantiene relaciones amistosas con los poetas más destacados (Laýnez, Figueroa, Montalvo, Padilla, Maldonado, Dantisco, etc.) y se dedica a redactar La Galatea , donde figuran como personajes buena parte de ellos. Simultáneamente, sigue de cerca la evolución del teatro, con el nacimiento de los corrales, y se empapa en las obras de Argensola, Cueva, Virués, etc. De estos años podrían datar sus primeras piezas conservadas de la primera época: El trato de Argel y La Numancia.
Ante la imposibilidad de obtener algún cargo público, Cervantes parece ya claramente abocado a la literatura, aunque las cosas cambiarían muy pronto.
Así ocurre en 1584 cuando mantiene relaciones con Ana de Villafranca, o Ana Franca de Rojas, de quien nacería la única descendencia (dejando de lado el Promontorio que se alude en el Viaje al Parnaso) de nuestro autor: Isabel de Saavedra.
Inmediatamente, Cervantes viaja a Esquivias para entrevistarse con Juana Gaitán, viuda de su amigo Pedro Laýnez, e intentar publicar sus obras. Allí conoce a Catalina de Palacios, con cuya hija de diecinueve años, Catalina de Salazar, contrae matrimonio, a sus treinta y siete, el 12 de diciembre. Se instala con su esposa de momento, pero pronto iniciará un permanente peregrinaje entre Esquivias y Madrid.
El 5 de marzo de 1585 firma un contrato con Gaspar de Porres, quien le entregará cuarenta ducados por dos piezas perdidas: El trato de Constantinopla y La confusa (por estos años debieron de componerse también los títulos desaparecidos de su primera época teatral).
Pocos días después se publica la Primera parte de la Galatea, dividida en seis libros, dirigida a Ascanio Colona e impresa en Alcalá de Henares, por Juan Gracián, a costa de Blas de Robles.
Ese mismo año muere su padre. Los viajes arrecian: se desplaza con frecuencia a Toledo y ya a finales de año lo encontramos en Sevilla, desde donde regresa a Esquivias por Navidad.
A mediados de 1586 vuelve a viajar a Sevilla, para regresar en seguida y recibir en agosto la dote de Catalina (algo más de 400 ducados). Escribe algunos sonetos de circunstancias.
Desde principios de mayo de 1587 aparece instalado en Sevilla, donde, por fin, obtiene, por mediación del Alcalde de la Real Audiencia de Sevilla, Diego de Valdivia, el cargo de comisario real de abastos para la Armada Invencible, al servicio de Antonio de Guevara, comisario general de la provisión de las galeras reales.
Inicia así un ajetreado vagabundeo mercantilista, al que se dedicaría durante unos quince años, sin lograr más que disgustos, denuncias y algún encarcelamiento.
Comienza en Écija, donde sus requisas de grano eclesiástico le valen la excomunión por parte del vicario general de Sevilla. Recorre luego Córdoba: La Rambla, Castro del Río (vuelve a ser excomulgado, ahora por el vicario general de Córdoba), Espejo, Cabra, etc.
Sigue requisando aceite y trigo en Écija y sus alrededores durante dos años. Allí es acusado de malversaciones, de las que sale airoso, por el regido Luis de Portocarrero.
A principios de mayo de 1588 muere su suegra, Catalina de Palacios.
A principios de 1590 está en Carmona, comisionado por el sustituto de Guevara, Miguel de Oviedo, para requisar aceite en la región. Cansado de sus correrías, en mayo dirige una petición al presidente del Consejo de Indias, solicitando un oficio en las indias de los vacantes a la sazón: contaduría del reino de Granada, gobierno de Soconusco, contador de las galeras de Cartagena o corregidor de la Paz. La respuesta vuelve a ser negativa y decepcionante: "busque acá en que se le haga merced".
A estos años pertenece la Novela del Cautivo intercalada en el primer Quijote (XXXIX-XLI).
Prosigue con sus requisas, ahora prorrogado por el nuevo comisario general, Pedro de Isunza, por Jaén, Úbeda, Baeza, Estepa, Montilla, etc. Su ayudante, Nicolás Benito es denunciado por abusos y Cervantes evade su responsabilidad gracias a la mediación de Isunza.
Los enfrentamientos a que da lugar su enojosa tarea dan con él en la cárcel de Castro del Río, merced a una orden del corregidor de Écija por venta ilegal de trigo. De nuevo, la mediación de Isunza logra que se le deje en libertad muy pronto.
El 5 de septiembre de 1592 se compromete con Rodrigo Osorio, mediante contrato y a cambio de 300 ducados, a componerle seis comedias.
Su labor como comisario de abastos toca a su fin, coincidiendo con la muerte de su madre en octubre: sólo le queda un último encargo de Miguel de Oviedo, tras el cual se pondrá fin, en 1594, a la vasta empresa iniciada por Guevara. A Cervantes, sin embargo, todavía le quedan nuevos sinsabores.
Por estos años (1590-93) compone algunos poemas sueltos (odas a la Invencible, romance a La morada de los celos, etc) y es posible que esboce algunas de sus novelas cortas: El cautivo, Rinconete y Cortadillo, El celoso extremeño, etc.
En 1594 Agustín de Cetina encomienda al ex-comisario la misión de recaudar los atrasos de tasas en el reino de Granada. Cervantes acepta y vuelve a su tarea de recaudador, depositando el dinero en casa del banquero Simón Freire, cuya quiebra daría con los huesos de nuestro autor, otra vez, en la cárcel.
Al no poder hacer frente a la cantidad recaudada, el juez Gaspar de Vallejo, abusando de su autoridad, decreta su encarcelamiento en Sevilla el 6 de septiembre de 1597, donde permanecería durante varios meses.
Allí podría haber esbozado el plan novelesco del Quijote y aun haber iniciado su andadura.
En 1598 muere Ana Franca y, al año siguiente, su hija Isabel entra al servicio de Magdalena de Cervantes, bajo el nombre de Isabel de Cervantes.
Compone el soneto "Al túmulo de Felipe II".
Durante el verano del 1600 abandona Sevilla, por las mismas fechas en las que sus hermano Rodrigo muere en la batalla de las Dunas, sin que sepamos mucho más de él a ciencia cierta -como no sea que se dedica de lleno al Quijote- hasta 1604. Parece que viajó a Toledo, a Esquivias y hay quien supone, con poca fiabilidad, que pudo volver a la cárcel sevillana en 1602, pues se le vienen nuevas complicaciones económicas con el Tesoro público.
Con todo, en 1603 el matrimonio Cervantes se instala en Valladolid, nueva sede de la Corte, en el suburbio del Rastro de los Carneros, junto al hospital de la Resurrección, rodeado de la parentela femenina: Andrea, Constanza, Magdalena, Isabel y, por añadidura, una criada, María de Ceballos.
A principios de 1605 ve la luz El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha , dirigido al duque de Béjar, en la imprenta madrileña de Juan de la Cuesta, a costa de Francisco de Robles. El éxito es inmediato y apabullante: inmediatamente salen ediciones piratas en Lisboa, Valencia y Zaragoza; a los tres meses Cuesta inicia la segunda edición; salen numerosos lotes rumbo a América...
Pero la alegría dura poco: a finales de junio Gaspar de Ezpeleta es herido de muerte a las puertas de los Cervantes, lo que provoca un nuevo, y también efímero, encarcelamiento del escritor y de parte de su familia, ahora por decisión del alcalde Villarroel, que sin duda se dejó llevar por la mala fama que envolvía a "la cervantas".
De nuevo tras la Corte, Cervantes se traslada a Madrid, donde se instala -al menos desde 1608- en el barrio de Atocha; después en la calle de la Magdalena, muy cerca de la librería de Francisco Robles y de la imprenta de Juan Cuesta.
Su hija Isabel casa con Diego Sanz, de cuyo matrimonio nace, al año siguiente, Isabel Sanz.
Ese mismo año, 1608, su hija Isabel se casa, tras la muerte de Diego, con Luis de Molina.
En abril de 1609, preocupado ya por su salvación, ingresa en la congregación de los Esclavos del Santísimo Sacramente del Olivar; Magdalena, Catalina y Andrea los han hecho antes en la Orden Tercera de San Francisco. La muerte se ceba en sus parientes: en octubre muere su hermana Andrea; seis meses después, su nieta Isabel Sanz y, transcurridos otros tantos, Magdalena.
En 1610 intenta acompañar a don Pedro Fernández de Castro, conde de Lemos, a su virreinato en Nápoles, pero Lupercio Leonardo de Argensola, encargado de reclutar la comitiva, lo deja fuera, lo mismo que a Góngora.
El año 1612 el matrimonio Cervantes, acompañado por Constanza, se traslada al número 18 de la calle Huertas, frente a las casas del príncipe de Marruecos, don Felipe de África.
Todavía aficionado a la poesía, el ya célebre novelista asiste a las academias de moda: entre ellas, a la Academia Salvaje, fundada por don Francisco de Silva y Mendoza en su palacio de la calle de Atocha. Entre tanto, el Quijote es traducido al inglés por Thomas Shelton.
Cervantes viaja a Alcalá, en 1613, e ingresa como novicio en la Orden Tercera de San Francisco, en la que haría votos definitivos tres años después.
Salen las Novelas ejemplares, dirigidas al conde de Lemos, en Madrid, por Juan de la Cuesta, en casa de Francisco de Robles.
Al año siguiente, publica el Viaje del Parnaso, dirigido a Rodrigo de Tapia, en Madrid, por la viuda de Alonso Martín. César Oudin traduce el Quijote al francés.
En 1615, en compañía de su esposa y de una criada, Cervantes se traslada, por última vez, a una casa sita en la calle de Francos, esquina a la del León, frente al mentidero de los comediantes.
Publica el tomo de teatro: Ocho comedias y ocho entremeses nuevos nunca representados, dirigidas, de nuevo, al conde de Lemos, en Madrid, por la viuda de Alonso Martín, a costa de Juan de Villarroel.
Se publica la Segunda parte del ingenioso caballero don Quijote de la Mancha, en Madrid, por Juan de la Cuesta, en casa de Francisco de Robles.
Enfermo, sin cura, de hidropesía, en abril de 1616 profesa en la Orden Tercera. El 18 del mismo mes recibe los últimos sacramentos y el 19 redacta, "puesto ya el pie en el estribo", su último escrito: la sobrecogedora dedicatoria del Persiles.
El viernes 22, poco más de una semana después que Shakespeare, el autor del Quijote expira, siendo enterrado al día siguiente, con el sayal franciscano, en el convento de las trinitarias descalzas de la calle de Cantarranas (actualmente, de Lope de Vega).
Al año siguiente, 1617, su esposa Catalina gestiona con Juan de Villarroel la impresión de Los trabajos de Persiles y Sigismunda, historia setentrional, que salen de las prensas, de nuevo, de Juan de la Cuesta, dedicados al conde de Lemos.
Fuente Internet: