San José de Calasanz |
Nació en Peralta de la Sal, Aragón, España, en 1556. Desde pequeño quiso ser sacerdote para alejar el pecado de las almas. Por ello se burlaban de él sus compañeros.
Estudió las primeras letras en su pueblo natal y las Humanidades en un pueblo vecino llamado Estadilla. Para realizar los estudios universitarios tuvo que ir a Lérida, en Cataluña; allí consiguió el título de "Maestro en Artes"; es decir, licenciado en Derecho y Filosofía y Letras.
Su padre quería que el santo administrara sus bienes, pero cuando el padre sufrió una grave enfermedad José prometió a Dios ser sacerdote si lo curaba. Para cumplir su promesa, el ahora joven doctor de la Universidad de Alcalá empezó el estudio de la Teología. Su padre se opuso, pero con tesón invencible superó ese obstáculo. Llego al sacerdocio en 1583, a los veintiséis años de edad.
Emprendió el trabajo sacerdotal como Consejero del Obispo de la Diócecis.. Radicado en Urgel, en Cataluña, cerca de Andorra, se distinguió como uno de los sacerdotes más notables del pueblo,pero escuchaba permanentemente una voz que le decía: "Váyase a Roma". Por lo que dejó todo y llegó a la capital del catolicismo donde constató que era mucha la pobreza e ignorancia de los niños.
Se radicó en Roma para conseguir un puesto de honor en el clero; el de Canónigo, auxiliar y consejero del Obispo. En ello empleó dos años, por fin lo logró, pero al ir a tomar posesión se vio envuelto en un delicado pleito. A partir de 1595, sus biógrafos hablan de una "conversión", es decir, la gente comenzó a pensar que era "un santo".
La peste dejó muchos huérfanos en Roma. Calasanz comprendió que la educación de esos niños era la única salida a tan triste situación. Emprendió un nuevo camino: La educación.
Se propuso, con ayuda de otros sacerdotes, fundar la primera escuela, su fin: "formar buenos ciudadanos e instruir en la religión".
Tenía entonces cuarenta años y carecía de preparación, pero Dios le inspiró, resultando ser un gran pedagogo. Al cabo de veinte años había creado el primer grupo escolar en Europa. Llegó a tener 1.200 alumnos, casi toda la población pobre de Roma. Los Papas de la época lo animaron y lo ayudaron económicamente.
Pronto su obra se multiplicó, pero, debido a las dificultades entre los religiosos de la Congregación Luquesa, quienes no querían las escuelas y a las exigencias de Calasanz de tener un Ministerio único, el Papa Paulo V constituyó las Escuelas Pías como congregación religiosa, cuya misión sería la educación de niños y nombró como superior general a José de Calasanz. En veinte años invadió a toda Italia, llegó a Austria, Hungría, Polonia, España, aunque en este último país no prosperó debido a la guerra.
Este santo, al que algunos llaman "un segundo Job", fue probado por las calumnias y la enfermedad; desde que se cayó de un campanario y se rompió la pierna nunca volvió a tener salud. Las calumnias le hicieron tanto daño que hasta estuvo a punto de ver desaparecer a su congregación, y él decía como Job: "el Señor lo dio, El lo quitó, bendito sea su nombre".
San José de Calasanz quiso que aquellos pobres niños vagabundos de Roma pudieran leer y llevar una contabilidad para mejorar su vida, también quiso que pudieran estudiar latín para ingresar a la universidad; intentó cambiar sus vidas, dignificar su existencia, hacerlos más hombres y así reformar la sociedad.
Calasanz vivió hasta los 92 años. En los últimos diez años de su vida sufrió como pocos santos han sufrido. Vio volverse contra él a sus propios discípulos, los nobles reaccionaron contra aquellas escuelas que ponían en peligro sus privilegios, los políticos le acusaron de intrigas contrarias a sus intereses.
Murió en 1648 y Roma entera se conmovió. Los perseguidores de antes reconocieron su error. El Papa Benedicto XIV le declaró Beato y le dio el título de Job por su invencible paciencia en los sufrimientos. El Papa Clemente XIII le declaró Santo en 1767.
En 1948, en el tercer centenario de su muerte, el Papa Pío XII lo declaró Patrono universal de las escuelas populares cristianas.
Su congregación, “los escolapios”, está hoy extendida por todo el mundo y él es su patrono.
En Argentina se le declaró Protector de todas las escuelas primarias y secundarias (ley 13.633/49) y en España fue declarado patrono del magisterio de ese país.
Su nombre, José, viene del hebreo, y significa "Dios proveerá".
Generalmente es representado en su edad madura, con barba (a veces blanca) y vestido con el hábito talar sacerdotal.