Norman Ernest Borlaug

Premio Nobel de la Paz de 1970, considerado el hombre que más vidas ha salvado en la historia.

Científico, investigador y especialista en agricultura, nació el 25 de marzo de 1914 en una granja cerca de Cresco, en el Estado de Iowa, en los Estados Unidos.

Colaboró con científicos mexicanos para resolver problemas del cultivo del trigo.

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Además, trabajó también con científicos de otra partes del mundo -por ejemplo, India y Pakistán- en el mejoramiento de nuevas variedades de trigo en distintos campos.

Fue un hombre ecléctico y pragmático, orientado a obtener metas concretas y a huir de lo que él mismo llamara “mariposas académicas”.

Tras estudiar su primaria y secundaria en Cresco, Borlaug ingresó a la Universidad de Minnesota, donde estudió ingeniería forestal.

Una vez que concluyó su bachillerato universitario, en 1937, trabajó para el Servicio Forestal de los Estados Unidos, en estaciones de Massachusetts y Idaho.

Regresó a la Universidad de Minnesota a estudiar patología vegetal, área en la que obtuvo su maestría en 1939 y en la que se doctoró en 1942.

Desde 1942 hasta 1944 laboró como microbiólogo para el equipo de la Fundación Pont de Nemours, donde estuvo a cargo de investigaciones de bactericidas, funguicidas y preservantes industriales y agrícolas.

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Trigo resistente a plagas.

En 1944 trabajó en México como genetista en el Programa de Cooperación para la Investigación y Producción del Trigo, impulsado por el gobierno mexicano y la Fundación Rockefeller.

En suelo mexicano Borlaug coordinó investigaciones en genética, mejoramiento, fitopatología, entomología, agronomía, ciencia de suelos y tecnología de cereales.

Sus trabajos se dieron en momentos en que se predecía que el mundo superpoblado no tendría suficientes alimentos, principalmente para los pobres.

Con su empeño, logró que ciertas variedades de trigo resistieran el ataque de plagas y rindieran en promedio cosechas que alcanzaban el doble y el triple frente a las variedades regulares.

Estos descubrimientos permitieron alimentar a poblaciones muy pobres y a partir de entonces la producción del trigo alcanzó nuevos niveles en el ámbito internacional.

Tras este éxito, el gobierno mexicano y la Fundación Rockefeller crearon el Centro Internacional para el Mejoramiento del Maíz y el Trigo (CIMMYT).

Desde allí, el doctor Borlaug ayudó también a centenares de jóvenes científicos para que se capacitaran en la investigación con el fin de mejorar los cultivos.

Sus trabajos alejaron de muchos países en vías de desarrollo la posibilidad de una hambruna masiva. Los beneficiados de su labor pionera han sido países de América Latina, Asia y África. Es por eso que se le considera el padre de la “Revolución Verde”.

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Exponiendo sus conocimientos.

En 1970 recibió el galardón del premio Nobel de la Paz como un reconocimiento a su permanente preocupación para solucionar el lacerante problema del hambre en el mundo.

También este premio fue una distinción a su incansable labor para mejorar la situación alimentaria con el fin de contrarrestar los efectos de la explosión demográfica y alcanzar la consolidación de la paz.

En una entrevista brindada hace algunos años en los Estados Unidos, Borlaug mostró su visión pragmática de la vida rural. En ese entonces declaró que no hay nada romántico en el hecho de que haya “demasiada gente tratando de ganarse la vida con tierra que no es adecuada”.

Manifestó que suelos pobres y magros, así como terrenos escabrosos que no pueden ser trabajados mecánicamente condenan a millones a la pobreza.

Borlaug abogó siempre por los agricultores para dotarlos con las técnicas ya disponibles, así como con mejores fertilizantes y semillas. “No habría problemas duplicando, triplicando, cuadruplicando la producción”, aseguró. El reto era poner esa tecnología en manos de los agricultores.

“No nos gusta hablar de subsidios y transferencias impositivas pero los pequeños agricultores deben tener los insumos necesarios cuando los necesitan. El gobierno tiene que intervenir en el sistema de crédito para permitirles comprar tecnología y las empresas paraestatales deben tener un rol en suministrarla”, expresó en una entrevista en Washington.

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Borlaug en 1943, en el comienzo de la Revolución Verde.

Este laureado especialista en agronomía recibió más de cuarenta doctorados honorarios en universidades de todo el mundo.

Borlaug había declarado que al elegirlo a él como Nobel de la Paz “seleccionaron a una persona individual que simbolizara la función vital de la agricultura y la producción de alimento en un mundo hambriento, tanto de pan como de paz”.

Norman Borlaug murió, a los 95 años, en Dallas, Texas, Estados Unidos, el 12 de septiembre de 2009.

Fuentes: Museo Nobel, de la Fundación Alfred Nobel; datos del Banco Interamericano de Desarrollo; y archivos del CATIE.

Fuente Internet:

http://www.catie.ac.cr/noticias/notas/nota30.htm

(Extracto de “La Alimentación del Mundo de 10 Mil Millones de Personas: El Milagro Que Viene,” por el Doctor Norman E. Borlaug.)

La invención de la agricultura —hace 10.000 a 12.000 años— anunció el comienzo de la civilización. Empezó con la agricultura basada en las lluvias y las herramientas de mano, que luego evolucionó hacia una agricultura basada en el poder de animales y las herramientas un poco más avanzadas, para llegar finalmente a una agricultura con irrigación al lado de los ríos Eúfrates y Tigris, que por primera vez permitió a la humanidad producir excedentes de alimentos.

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En su hábitat.

Esto posibilitó el establecimiento de colonias permanentes y sociedades urbanas que, a su vez, engendraron la cultura, la ciencia y la tecnología.

El auge y la caída de las civilizaciones antiguas en el Medio Oriente y Meso-América estaban conectados directamente con los éxitos y los fracasos agrícolas, y es importante que recordamos que esta axioma continúa siendo verdadero hoy.

...He visto mucho progreso en el aumento de los réditos y la producción de varias cosechas, especialmente de los granos, en muchos países que son deficientes en los alimentos. Sin duda, las investigaciones que propician este progreso han producido réditos muy grandes.

Todavía, pese a que se ha triplicado la provisión mundial de alimentos durante las últimas tres décadas, “la Revolución Verde”, en la producción de granos, no ha resuelto el problema de la mala nutrición crónica para cientos de millones de personas pobres alrededor del mundo. Ellos no pueden comprar el alimento que necesitan —quizás porque no tienen trabajo, o tienen trabajo inadecuado— aunque hay una abundancia de alimento en los mercados mundiales.

....Necesitamos más científicos jóvenes y aventurados con la disposición de dedicar sus vidas para resolver los problemas de producción que afrontan algunos millones de pequeños granjeros.

Fuente Internet:

http://www.ars.usda.gov/is/espanol/kids/globalscitech/sp.borlaug.htm