Himno nacional de México


El himno nacional, la bandera y el escudo son los tres principales símbolos patrios de México.

El himno, con un trasfondo bélico, ensalza la patria y su defensa a todo trance.

Compuesto en 1854, en conmemoración de los veinticinco años de la batalla de Tampico, se oficializó en 1943, con un decreto firmado por el presidente Manuel Ávila Camacho.

La letra pertenece al poeta Francisco González Bocanegra, y la música fue compuesta por el español Jaime Nunó.

La versión original del himno contenía un estribillo y diez estrofas; pero estas se redujeron a solo cuatro al hacerlo oficial.

Las estrofas omitidas aludían a Antonio López de Santa Ana y a Agustín de Iturbide, cuestionados posteriormente.

Las cuatro estrofas oficiales son la I, V, VI y X de su versión primitiva. El estribillo, que se intercala entre estrofas, tiene seis versos y las estrofas, ocho cada una.

La primera estrofa hace referencia a futuras victorias bélicas, según designios divinos y gloriosos para México, con el heroísmo de todos sus hijos.

Las estrofas siguientes redundan en la defensa de la patria y en el valor y sacrificios de sus hijos.

La temporalidad futurista de su contenido bélico se explica porque México, antes de esta composición, había perdido la mitad de su territorio (Texas, Alta California y Nuevo México) a manos de los Estados Unidos.

Durante los años de la invasión estadounidense (1846-1848), México se encontraba dividido y sumergido en conflictos políticos internos, situación que le impidió prepararse y presentar una defensa firme frente a este atropello ignominioso.

Detrás de esta sucinta historia del himno patrio hay varios hechos, anecdóticos unos y curiosos otros, sobre su génesis.

Varios intentos de himno

En rigor, para llegar a nuestro himno actual varios otros intentaron imponerse.

Anterior a la independencia, entre otros cantos patrios, en las ceremonias cívicas tuvo carácter de himno nacional la Marcha Real o Marcha Granadera que desde 1761 se usara en España y sus colonias.

Con la autoría de Manuel de Espinosa de los Monteros, tuvo sentido la durante la Guerra de Independencia, aunque luego pasó al olvido.

En 1821, ya consumada la independencia, Juan Torrescano escribió una letra en honor a Agustín de Iturbide. Aunque también fracasó, resaltó por ser el primero que propagaba la libertad del pueblo mexicano.

Pero el texto de Torrescano fue rechazado porque el proyecto nacional estaba enfocado en unir al pueblo mexicano; y sus versos aludían a todo el continente americano.

Años más tarde, el 13 de julio de 1844, un autor de nombre Eusebio Delgado musicalizó un poema anónimo que honraba a Antonio López de Santa Anna quien estaba en su octavo periodo de gobierno durante la república centralista, esta idea también fue todo un fracaso ya que al público no le gustaba.

Por su parte, Benito Juárez, tras la victoria del 5 de mayo de 1862 contra las fuerzas del Segundo Imperio francés, adoptó la Marcha Zaragoza (compuesta por el músico hidalguense Aniceto Ortega del Villar en honor, evidentemente, de Ignacio Zaragoza) como Himno Nacional durante su gobierno.

La convocatoria definitiva

Otros tantos himnos fueron rechazados o simplemente cayeron en el olvido, hasta que años después de la Independencia y con el dolor que los mexicanos sentían por la pérdida de Texas (1853), el presidente Santa Anna creyó necesario tener un himno, como símbolo patrio,  que enardeciera la sangre de los mexicanos y exaltara su orgullo por su bella nación.

La convocatoria de Santa Anna, publicada en el Diario Oficial, tuvo dos partes, la primera era para la parte escrita y la segunda para la musical.

De entre veintiséis participantes, ganador del primer certamen fue el poeta oriundo de San Luis Potosí y de padre español Francisco González Bocanegra quien se negaba a participar en el concurso lanzado por Santa Anna.

Una versión anecdótica de la historia cuenta que fue obligado por su prometida, Guadalupe González del Pino y Villalpando, para que escribiera un himno y concursara. Poemas escritos a ella la convencieron del talento de su amado.

Se cuenta también que cuatro horas después, por debajo de la puerta de su encierro, salió una hoja con el texto de nuestro himno nacional.

En sus versos el ganador expresaba la defensa de la patria; exaltando la disposición de los mexicanos y de la nación toda ante una invasión extranjera.

Santa Anna quedó satisfecho, ya que en esos versos sería recordado el gran “Vencedor de Tampico”.

En la parte musical, participaron quince compositores. El ganador del concurso que dotaba de música a los versos de Bocanegra fue el español Jaime Nunó.

Nunó,  llegado recientemente a México para trabajar como director de bandas de guerra, había conocido a Santa Anna en Cuba.

Sin embargo, pese a ganar, la música de Nunó no fue bien recibida por los mexicanos pues al fin y al cabo era un español y lo que menos querían en ese entonces era un himno cuya música fuera escrita por un extranjero.

Pese a la molestia de la gente, el  Himno Nacional Mexicano quedó listo con la música de Jaime Nunó y letra de Francisco González Bocanegra y fue interpretado por primera vez en público el 15 de septiembre de 1854 en el Teatro Santa Anna (luego Teatro Nacional de México).

La dirección orquestal corrió a cargo del compositor y contrabajista italiano Giovanni Bottesini (1821-1889) —quien  se encontraba en México y también había participado en el concurso—  y las voces fueron de la soprano Claudina Fiorentini y del tenor Lorenzo Salvi.

No obstante, esa interpretación no se consideró oficial, pues el presidente López de Santa Anna no se encontraba presente en el evento. Al día siguiente, 16 de septiembre, el estreno oficial del Himno Nacional fue dirigido por Jaime Nunó y los solistas fueron la soprano Balbina Steffenone y, una vez más, el tenor Lorenzo Salvi.

Todo indicaba que este himno iba a tener el mismo destino que los anteriores, al llegar al poder Juan Nepomuceno Álvarez, y al Himno Nacional, que había sido creado bajo un gobierno conservador, le fueron suprimidas dos estrofas que ensalzaban, respectivamente, a Iturbide y a Santa Anna.

Los presidentes posteriores olvidaron el himno y fue solo hasta el mandato de Porfirio Díaz que este volvería a tomarse en cuenta para ser interpretado en las ceremonias oficiales, aunque con el tiempo las diez estrofas que conformaban la composición original de González Bocanegra sufrieron diversas supresiones y modificaciones, hasta ser lo que con fuerza y orgullo de ser mexicanos se canta hoy.

Textos tomados de:

https://www.culturagenial.com/es/himno-nacional-mexicano/

https://culturacolectiva.com/historia/himno-nacional-mexicano-historia-y-significado

Himno cantado completo en:

https://www.mexicodesconocido.com.mx/himno-nacional-mexicano-completo-letra-y-compositor.html

Letra completa del Himno Nacional Mexicano

(Marcadas en negrita las cuatro estrofas oficiales y el estribillo)

Estribillo
Mexicanos, al grito de guerra
El acero aprestad y el bridón;
Y retiemble en sus centros la tierra
Al sonoro rugir del cañón.

I
Ciña ¡Oh Patria! tus sienes de oliva
De la paz el arcángel divino,
Que en el cielo tu eterno destino
Por el dedo de Dios se escribió.
Mas si osare un extraño enemigo
Profanar con su planta tu suelo,
Piensa ¡Oh Patria querida! que el cielo
Un soldado en cada hijo te dio.

II
En sangrientos combates los viste
Por tu amor palpitando sus senos,
Arrostrar la metralla serenos
Y la muerte o la gloria buscar.
Si el recuerdo de antiguas hazañas
De tus hijos inflama la mente,
Los laureles del triunfo tu frente
Volverán inmortales a ornar.
III
Como al golpe del rayo la encina
Se derrumba hasta el hondo torrente,
La discordia vencida, impotente,
A los pies del arcángel cayó.
Ya no más de tus hijos la sangre
Se derrame en contienda de hermanos;
Solo encuentre el acero en tus manos
Quien tu nombre sagrado insultó.
IV
Del guerrero inmortal de Zempoala
Te defiende la espada terrible,
Y sostiene su brazo invencible
Tu sagrado pendón tricolor.
Él será del feliz mexicano
En la paz y en la guerra el caudillo,
Porque él supo sus armas de brillo
Circundar en los campos de honor.
V
¡Guerra, guerra sin tregua al que intente
De la patria manchar los blasones!,
¡Guerra, guerra! los patrios pendones
En las olas de sangre empapad.
¡Guerra, guerra! en el monte, en el valle,
Los cañones horrísonos truenen
Y los ecos sonoros resuenen
Con las voces de ¡Unión! ¡Libertad!

VI
Antes, Patria, que inermes tus hijos
Bajo el yugo su cuello dobleguen,
Tus campiñas con sangre se rieguen,
Sobre sangre se estampe su pie.
Y tus templos, palacios y torres
Se derrumben con hórrido estruendo,
Y sus ruinas existan diciendo:
De mil héroes la patria aquí fue.

VII
Si a la lid contra hueste enemiga
Nos convoca la trompa guerrera,
De Iturbide la sacra bandera
¡Mexicanos! valientes seguid.
Y a los fieros bridones les sirvan
Las vencidas enseñas de alfombra;
Los laureles del triunfo den sombra
A la frente del bravo adalid.
VIII
Vuelva altivo a los patrios hogares
El guerrero a contar su victoria,
Ostentando las palmas de gloria
Que supiera en la lid conquistar.
Tornaránse sus lauros sangrientos
En guirnaldas de mirtos y rosas,
Que el amor de las hijas y esposas
También sabe a los bravos premiar.
IX
Y el que al golpe de ardiente metralla
De la Patria en las aras sucumba,
Obtendrá en recompensa una tumba
Donde brille de gloria la luz.
Y de Iguala la enseña querida
A su espada sangrienta enlazada,
De laurel inmortal coronada
Formará de su fosa la cruz.
X
¡Patria! ¡Patria! tus hijos te juran
Exhalar en tus aras su aliento,
Si el clarín con su bélico acento
Los convoca a lidiar con valor.
¡Para ti las guirnaldas de oliva!
¡Un recuerdo para ellos de gloria!
¡Un laurel para ti de victoria!
¡Un sepulcro para ellos de honor!