El cántaro de greda |
(Texto en prosa de Gabriela Mistral)
Cántaro de greda, moreno como mi mejilla, ¡tan fácil que eres a mi sed! Mejor que tú el labio de la fuente, abierto allá abajo, en la quebrada, pero está lejos y en esta noche de verano no puedo descender hacia ella.
Yo te colmo cada mañana lentamente, religiosamente. El agua canta primero al caer; cuando quedas en silencio, con la boca temblorosa, beso el agua, pagándole su servicio.
Eres gracioso y fuerte, cántaro moreno. Te pareces al pecho de una campesina que me amamantó cuando rendí el seno de mi madre. Y yo me acuerdo de ella mirándote, y te palpo con ternura los contornos. Ella ha muerto, pero tal vez su seno te esponjó para seguir refrescándome la boca con sed.
Porque ella me amaba...
¿Tú me ves los labios secos? Son labios que trajeron muchas sedes: la de Dios, la de la Belleza, la del Amor. Ninguna de estas cosas fue como tú, sencilla y dócil, y las tres siguen blanqueando mis labios.
En las noches te dejo bajo el cielo para que caigan en tu cuello las gotas de rocío, por si también tuvieras sed. Y es que pienso que como yo puedes tener la apariencia de la plenitud y estar vaciado.
Como te amo, bebo en tu mismo labio, sosteniéndote con mi brazo. ¿Si en su silencio sueñas con el abrazo de alguien, te doy la ilusión de que lo tienes? ¿Sientes en todo esto mi amor?
En el verano pongo debajo de ti una arenilla dorada y húmeda, para que no te tajee el calor, y una vez te cubrí tiernamente una quebrajadura con barro fresco.
Fui torpe para muchas faenas, pero siempre he querido ser la dulce dueña, la que coge con temblor de dulzura las cosas, por si entendieras, por si padecieras como yo.
Mañana, cuando vaya al campo, cortaré las hierbas buenas para traértelas y sumergirlas en tu agua. ¡Sentirás el campo en el olor de mis manos!
Cántaro de greda; eres más bueno para mí que muchos que dijeron ser buenos.
¡Yo quiero que todos los pobres tengan como yo un cántaro fresco para sus labios con amargura!
En:
Prosa de Gabriela Mistral
. Alfonso Calderón, comp. Santiago:
Editorial Universitaria, 1989.