Tiempo | 
    
   Hincho mi corazón para que entre
   
   como cascada ardiente el Universo.
   
   El nuevo día llega y su llegada
   
   me deja sin aliento.
   
   Canto como la gruta que es colmada
   
   canto mi día nuevo.
  
   Por
    la gracia perdida y recobrada
   
   humilde soy sin dar y recibiendo
   
   hasta que la Gorgona de la noche
   
   va, derrotada, huyendo.
  
   Es ella devuelta, es ella devuelta.
   
   Cada mañana la misma y otra.
   
   Que lo esperado ayer y siempre
   
   ha de llegar esta mañana:
  
   Mañanas
    de manos vacías,
   
   que prometieron y defraudaron.
   
   Mirar abrirse otra mañana
   
   saltar como el ciervo del Este
   
   despierta, feliz y nueva,
   
   vívida, alácrita y rica de obras.
  
   Alce
    el hermano la cabeza
   
   caída al pecho y recíbala.
   
   Sea digno de la que salta
   
   y como alción se lanza y sube
   
   alción dorado que baja cantando
   
   ¡Aleluya, aleluya, aleluya!
  
   Siento mi corazón en la dulzura
   
   fundirse como ceras:
   
   son un óleo tardo
   
   y no un vino mis venas,
   
   y siento que mi vida se va huyendo
   
   callada y dulce como la gacela.
  
   Las
    montañas se deshacen
   
   el ganado se ha perdido;
   
   el sol regresa a su fragua:
   
   todo el mundo se va huido.
  
   Se
    va borrando la huerta,
   
   la granja se ha sumergido
   
   y mi cordillera sume
   
   su cumbre y su grito vivo.
  
   Las
    criaturas resbalan
   
   de soslayo hacia el olvido,
   
   y también los dos rodamos
   
   hacia la noche, mi niño.