Alfonso Calderón, Selección | 
    
“Primer consejo a los arcángeles del viento”
    Vosotros
    
    estáis callados
    
    arcángeles del viento.
    
    No sentís el temblor de unos muslos
    
    ni el clamor de las venas;
    
    no os importa
    
    el latido de una estrella
    
    ni el fin de la espuma.
   
    ¿Para qué
    
    iluminar las horas
    
    si no cantáis a la luna efímera
    
    que resbala en el cielo?
   
    Cuando sepáis contemplar
    
    el vibrar de la mejilla
    
    y el caliente esquema de un vuelo.
    
    Cuando podáis presagiar la estrella
    
    en el misterio de una paloma vegetal.
   
    Entonces os comprenderé,
    
    y habrá en el reino de las plumas
    
    otro pretendido pasajero
    
    de la ceniza y el reflejo.
   
    Yo abandonaré la penumbra
    
    de las lentas manos de llanto,
    
    para mezclarme a vosotros
    
    en una rosa de escarcha
    
    o en la agonía de un pez de magnolia.
   
    Y entonces,
    
    entraré al reino del silencio.
   
"Moriré en el Sur"
    Háblame de tus venas
    
    y la espuma amarillenta de las lágrimas.
    
    Háblame del torrente salobre
    
    que los dioses desdeñan.
   
    Escucha la marcha de la muerte
    
    en un silencio hermoso
    
    como la delirante soledad de una tormenta.
   
    Háblame de la estrella rota en la lluvia
    
    y del espejo erguido en el murmullo
    
    de un cuerpo sin melodía.
   
    Escucha el eco prodigando labios
    
    y el silbo del ramaje triste
    
    en la lejana eternidad.
   
    Háblame de las rosas viejas
    
    y del mármol esculpido en fatiga de ángeles,
    
    perdidos en la forma.
   
    Después...
    
    Escucha la humedad de unos siglos arrodillados
    
    repitiendo mi muerte, allá en el Sur.
   
"Buscaremos a los dioses"
Tú que sabes del tibio acento de las plumasy del calor infinito escondido en la nieve
trata de penetrar en este vago porvenir de sueños
en prodigio de savia o rosa adolescente.
    Recuerda que aún debajo del laurel
    
    está la axila resplandeciente de un cuerpo lejano;
    
    y encima del labio hay un sonido eterno
    
    a muerte o esperanza calcinada.
   
    Y recuerda finalmente que un día prometidos a la sombra
    
    buscaremos juntos la comarca del silencio
    
    y entraremos puros como pájaros sin límite
    
    a contemplar la mirada altiva de los dioses.
   
"De la resignación"
Hubo manos que sumergieron fórmulasy quisieron volar
como aire o corazón interminable.
    Hubo instantes
    
    en que el mar se creyó sangre
    
    y buscó las arterias.
   
..... ........ ..... ........... ............
    Por el cielo...
    
    un ángel sonreía.
   
"No hay instantes solos"
    La noche comprende esa música total
    
    de la boca creciendo en el tiempo.
   
    Por eso,
    
    nunca estamos solos,
    
    corazones ignorados,
    
    porque siempre una estrella nace en círculos
    
    deslizándose en la geometría de las manos,
    
    y la noche nos ubica como la sangre perdida
    
    que la pupila no entiende.