Gloria Alejandra Alegría Ramírez

Nació en Santiago, el 27 de octubre de 1955. Casada y con tres hijos, es fonoaudióloga, por lo que su trabajo con los niños ha sido fundamental para despertar en ella su interés por la literatura y, particularmente, por la narrativa dirigida a los pequeños y los jóvenes.

Gloria ha participado, desde 1993, en los talleres de literatura de la escritora Ana María Güiraldes , y a partir de ese momento ha recibido premios en concursos literarios y ha publicado algunas de sus creaciones.

Entre muchas distinciones recibidas se puede destacar su obra “Cuando el sol se aburrió de trabajar y otros cuentos”, que fue galardonada con el tercer premio en el Concurso Nacional de Literatura Infantil 1999, Categoría Obras Inéditas, del Consejo Nacional de Libro y la Lectura.

"Este manuscrito –dijo el jurado respeto a Cuando el sol...– es una colección de cuentos de variada índole, en donde sobresalen los que están inspirados en la tradición oral. En particular, el jurado destaca el cuento titulado "Petro y Ana", por la hermosa recreación del estilo y estructura del cuento de raíz folclórica, y por la frescura con que se enfoca el tema del amor".

"Mundo de cartón", publicada en Editorial Don Bosco S. A., obtuvo el Primer Premio en la Modalidad Novela, en el Concurso de Narrativa Infantil convocado por esa casa editorial en 1996; en tanto que "El niño que le pedía dinero a la Luna" obtuvo el Primer Premio en la Modalidad Cuento Infantil en el concurso de 1995. Ambos certámenes tuvieron como jurados a Guillermo Blanco Martínez , Jorge Díaz Gutiérrez, Maximino Fernández Fraile, Ernesto Livacic Gazzano, Miguel Moreno Monroy y Jaime Ferrer.

Respecto a su creación, la autora dice:

“A veces me pregunto ¿qué estoy haciendo aquí, sentada, escribiendo una historia imaginada, si tengo tanto que hacer? Pues no lo sé. Sólo entiendo que no puedo evitarlo. Lo hago desde niña, quizás debido a la influencia de los muchos cuentos que mi padre me contaba, o al aliento constante de mi madre, que insistía en que yo era escritora… Dejé de escribir por un tiempo, cuando los pañales y las mamaderas sustituyeron al lápiz, pero pronto mis hijas comenzaron a oír los cuentos que les inventaba mientras los bañaba… Llegué a los talleres literarios de la escritora Ana María Güiraldes, y, entonces, lo que era tan sólo la luz de una cerilla se convirtió en una hoguera. ¡Esto, esto es lo que quiero hacer el resto de mi vida! ¡Escribir!”

Títulos publicados en Editorial Don Bosco:

"Mundo de cartón", novela de  la colección Odisea (a partir de 12 años);

"El niño que le pedía dinero a la Luna", cuento infantil de  la colección Acuarelas (para primeros lectores).

"Jaulas doradas", cuento incluido en el volumen "Te cuento tres cuentos", de la colección Tricahue azul (a partir de 6 años).

Sobre "Mundo de cartón"

En una modesta población de la ciudad, dentro de una pieza atestada de libros, habita un singular personaje: Tato, "cartonero de profesión". Pese a su pobreza, siempre ríe y canta las "canciones de antes".

Recorriendo las calles con su carretón anaranjado, es una figura típica del lugar, por el que la mayoría de los vecinos siente desconfianza; piensan que es "un viejo loco". Pero detrás de su excéntrica apariencia, se oculta un alma plena de bondad y una aventura emotiva. El pequeño Rafael, de once años, encontrará en Tato a un verdadero "amigo". Este ayudará al niño a entender mejor los problemas que hay en su familia y le regalará un cuaderno "grande, verde, con una estrella brillante en el centro", donde "el Rafa" empezará a anotar todas "las cosas y sentimientos" de su vida y a descubrir, por fin, que quiere ser un escritor.

Estructurada como un "diario de vida", “Mundo de cartón” es una novela de gran sensibilidad social, cuyo relato en primera persona, en la voz infantil del pequeño narrador, entrelaza dos existencias precarias sometidas a las necesidades y dificultades propias del mundo del barrio pobre de nuestro país, pero con una gran virtud: la autora ha renunciado a asumir en la ficción el discurso paternalista de la conmiseración por la pobreza (al que están expuestos nuestros estudiantes día a día, a través de los medios de comunicación especialmente) para retratar con un realismo optimista ese trasfondo de valores de auténtica humanidad que parecen fortalecerse en los sectores más desprotegidos de la sociedad: la solidaridad, la amistad, la ayuda mutua, un espíritu fraterno que logra sobreponerse a las adversidades materiales y los conflictos que surgen en condiciones de vida deficitarias; en fin, las aspiraciones, logros y frustraciones de sus habitantes, el tesón indispensable para poder dignificar los afanes de cada día.

En la historia, Rafael pertenece a una familia de escasos recursos, es el segundo de cuatro hermanos y, pese a su corta edad, resulta ser un apoyo fundamental para su madre, cuyo trabajo apenas le permite conseguir lo necesario para subsistir. Como telón de fondo en el relato del niño, aparece la imagen de un padre violento cuya presencia se cierne mucho más amenazante que protectora. Esta situación no impide que "el Rafa", gracias a la benéfica comprensión de su amigo cartonero, mantenga intactos sus sueños infantiles.

El niño pasa a ver al "Tato" casi todos los días al regresar de la escuela, lo acompaña mientras recoge cartones y desperdicios por la ciudad y estrecha una relación en la que el enigmático hombre va supliendo al padre ausente y estimulando al pequeño para que rescate el optimismo y la esperanza, y, sobre todo, para que estudie, conozca el mundo a través de los libros y escriba, escriba y registre, recuerde y recree mejor lo vivido.

Y así lo hará Rafael: este no aspira a nada que no puede lograr, no desea nada desmedido; por el contrario, disfruta de las cosas más sencillas: un berlín calientito, una cortina para poder cerrar su dormitorio y tener un poco de privacidad, un libro, un cuaderno y el encanto mágico de repasar los hechos del día, los tristes y los alegres, con las palabras estampadas en su diario de vida...

Desenvolviendo progresivamente los hilos de su historia, dosificando el interés por la anécdota y con la virtud de ofrecer una descripción indirecta de ambientes y tipos humanos, “Mundo de cartón” logra vincular de un modo tremendamente emotivo al lector con los personajes en una trama inteligente que depara un final sorpresivo, realista pero positivo.

No hay un mensaje explícito en la novela, pero el docente de Lenguaje y Comunicación que desee trabajarla con sus estudiantes, tiene un texto que, junto con la verosimilitud para describir las postergaciones y exclusiones que pesan sobre un sector de la población vistas al trasluz de los ojos de un niño, reafirma una esperanza: siempre hay una oportunidad para que las personas que carecen de recursos materiales puedan llegar a ser un poco más sujetos de su propio destino y no solamente objeto del discurso de otros.

En una sociedad como la actual, hedonista, individualista, donde la pobreza asoma por televisión en los horarios en que menos incomoda nuestra conciencia moral, esta novela representa una oportunidad de acercarse a esas otras caras de la realidad social que también nos pertenecen, a las cuales debemos sensibilizar también a nuestros estudiantes para que a través de la literatura puedan reflexionar, conocer y solidarizarse con sus prójimos. Más aún en un relato que conjuga la emoción y la entretención y una verdad sobre la que nunca estará demás insistir: la felicidad no depende de las condiciones materiales de vida, sino fundamentalmente, del logro de las aspiraciones personales.

Fuente:

Biografía proporcionada por la Editorial Don Bosco