Víctor Acosta

Con la simplicidad cautivadora que caracteriza a la música popular, un sencillo valsecito peruano ancló tan profundo en la esencia de una ciudad, que bien nos podríamos cuestionar cuál dio origen a cual.

Es cierto que “La Joya del Pacífico” nació inspirada en Valparaíso, pero no se puede negar que esta famosa canción se convirtió en la responsable de que en nuestras mentes quedara grabada para siempre la imagen de un pintoresco puerto, que se asemeja a un arcoiris por sus múltiples colores y cuyas mujeres son blancas margaritas arrancadas del mar.

Hace varios años, un entonces desconocido Lucho Barrios vino desde Perú para hacer suya la historia de aquel hombre que iba de cerro en cerro en busca de su amor. Es muy probable que gracias a la particular interpretación de este cantante hayamos tenido nuestro primer encuentro con el mítico tema, pero que hoy no recordemos cuándo sucedió.

Y es que “La Joya del Pacífico” forma parte de esas creaciones musicales que están a tal punto incorporadas en nuestra memoria que no sabemos cómo las conocimos ni en qué momento nuestro inconsciente se las aprendió.

Ascensor del cerro Barón
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Por eso, posiblemente, muchos ignoran que fue el chileno Víctor Acosta quien escribió y musicalizó aquella tonada que con el tiempo se transformó en todo un himno para la ciudad porteña. Este trovador fue el padre de una lista importante de canciones que forman parte de la cultura popular, pero basta con destacar la que dedicó a Valparaíso para comprender la trascendencia de su contribución al arte nacional.

Es una lástima que Víctor "Tito" Acosta haya sido condenado al más ingrato olvido.

Iquique y Valparaíso de la mano de Víctor Acosta

Ahora que Valparaíso es Patrimonio de la Humanidad, los porteños, entre otras tantas obligaciones, deberán rescatar del olvido a Víctor Acosta, autor de las canciones “La Joya del Pacífico” y de “Iquique, jamás te olvidaré”. Su legado musical es prácticamente desconocido y su biografía sigue siendo un misterio. Recuperar su contribución musical, socializar su canto y su música, parecen ser tareas urgentes.

Por Bernardo Guerrero

En los años 50, en las casas de Iquique se escuchaba el vals “Iquique, jamás te olvidaré”, grabado por el sello Odeón. Años más tarde, al volver escuchar ese disco supe que su autor era Víctor Acosta.

Víctor Acosta es además el autor del vals “La Joya del Pacífico”, dedicado a Valparaíso, y que inmortalizara Lucho Barrios. El primer vals citado de Víctor Acosta, ha sido regrabado en la voz de Walter Chamaca, y la orquesta de Mario Berríos, en el Disco Compacto “Las canciones del Chumbeque a la Zofri”, Volumen I y II. En él se recupera a este autor y cantante, quien en el disco 78 rpm, hizo bailar al Iquique puerto-caleta deprimido de la época post-boom del salitre, que transcurre entre los años 30 y los 60.

Víctor Acosta, al juzgar por estas dos canciones, pecó de adulterio. Amó a Iquique como si fuera Valparaíso y viceversa. Compartió lealtades con los dos puertos principales de Chile, y de paso los hermanó. El puente musical que une a los dos puertos lo ayudó a construir este artista.

El amor profesado a Iquique, clandestino tal vez, lo expresa de este modo el cantautor: "Es un amor que nunca olvidaré/ entre mi pecho vive escondido/ Puerto de Iquique/ tú bien lo sabes/ que yo jamás, jamás te olvidaré".

A juzgar por la información que poseemos, Víctor Acosta se paseó por toda la geografía chilena, acompañado de sus guitarras, y de Ítalo Martínez, Willie Zegarra y Juan Ibarra, entre otros. Participó en circos, animó veladas teatrales y, como si lo anterior fuera poco, compuso valses como los reseñados.

El vals que comentamos tiene la particularidad de que entrega valiosas informaciones sobre la vida social de Iquique, y que ahora parecen estar en retirada. El Carnaval, y su entierro en Cavancha, el teatro Nacional -consumido por un voraz incendio el 25 de noviembre de 1970, el Shangai un salón de baile de los años 40, son algunos de los hitos fundamentales de la sociabilidad popular iquiqueña de aquel entonces.

Es el Iquique que lucha desesperadamente por salir de la crisis. La desesperación ha llegado a tanto que el 21 de mayo de 1957 la ciudad amanece con la bandera chilena a media asta en señal de protesta contra el centralismo santiaguino. Sólo el deporte, que gatilló la feliz expresión "Iquique, tierra de campeones", hizo el milagro, por lo menos a nivel simbólico, que el centralismo no olvidara a los iquiqueños. Pero volvamos a nuestro cantautor, como se dice ahora.

Víctor Acosta recrea la vida bohemia que todo puerto que se precie de tal necesita para definirse. Si Valparaíso tuvo su Roland Bar, Iquique tuvo su Bar Inglés, su American Bar y su Bar California, que formaban un triángulo camino al puerto. El humor popular, prefirió la copia al ingenio, y los bautizó como el Triángulo de las Bermudas.

El vals en comento es una declaración de amor a Iquique y es, a la vez, un juramento de fidelidad que todo amante que se precie de tal necesita manifestar: la voluntad del no olvido. Cosas de enamorados, por cierto.

Iquique, vista aérea
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Los recuerdos de Iquique son la principal evadura para hacer fermentar ese amor. Dice Acosta: "Es por eso que viven en mi mente/ los recuerdos que nunca olvidaré/Iquique glorioso te recuerdo/ y jamás yo te olvidaré".

El legado musical de Víctor Acosta es prácticamente desconocido en la actualidad. Su biografía sigue siendo un misterio. Recuperar su contribución musical, socializar su canto y su música, parecen ser tareas urgentes.

En un país tan dado al olvido y a la mala memoria, cada vez que cantemos “La Joya del Pacífico” y el “Iquique, jamás te olvidaré”, un rumor de olas de Cavancha y de Las Salinas, del Bar Inglés y del Roland Bar, le estarán homenajeando.

Ahora que Valparaíso es Patrimonio de la Humanidad, los porteños entre otras tantas obligaciones, deberán rescatar del olvido a Víctor Acosta.

La ciudad y la memoria

Chile, en nombre de un futuro que siempre se anuncia nuevo y esplendoroso, ha sido sistemático en la destrucción de su memoria. Las grandiosas casas patronales han desaparecido en el campo, golpeadas por la Reforma Agraria y luego por la agroindustria; el patrimonio minero, desde las salitreras en el norte al carbón de Lota y Coronel, se ha empobrecido gravemente; el patrimonio historicista del 900, de mansiones republicanas de campo o ciudad, perdieron a sus habitantes originales, se subdividieron y se traspasaron a usuarios indiferentes a sus valores e historia; las industrias, trabajosamente levantadas entre 1890 y 1945, luego empobrecidas por la economía exportadora, han terminado de bodegas, o recicladas sin consideración a su valor patrimonial; el rico Movimiento Moderno chileno, más valioso en Chile que en muchas regiones de Europa empobrecidas por las guerras mundiales y la crisis económica intermedia, extendido por todas las provincias en la época de los gobiernos radicales, tampoco ha sido valorado; los barrios-jardín de Providencia, Ñuñoa, Macul, sucumben ante el avance inmobiliario sin que se preserven áreas de mayor valor patrimonial...

Resumamos: en todos los ámbitos sucede lo mismo, enfermando a los chilenos tal como lo grafica el Informe del PNUD, incomodándonos en nuestros espacios de vida, haciéndonos añorar la vida de campo cuando vivimos en la ciudad, y haciéndonos envidiar la vida de ciudad si habitamos en las comunas rurales.

Esta insatisfacción vital, este alejamiento del placer y el goce, que se traduce en anomia social, en incapacidad de construir sueños posibles, en la dificultad para dibujar el Bicentenario, e incluso en tasas altas de enfermedades mentales, está llegando a un punto tan crítico que, por fortuna, es cada vez más evidente y visible en obras de arte y medios de comunicación.

Quiero celebrar cuatro líneas de acción que avanzan, finalmente, hacia la recuperación de la memoria y la salud mental:

· En primer lugar, los Inventarios del Patrimonio Inmueble impulsados por la Dirección de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas; era indispensable, como primer paso, que cada región tuviera un catastro completo de sus hitos y zonas típicas de mayor interés;

· En segundo lugar, esos mismos inventarios serán muy útiles para que cada comuna, que es el ámbito donde deben residir las políticas de defensa del patrimonio existente, incorporen tales valores en sus Planes Reguladores, en sus circuitos de turismo, incluso en sus adquisiciones con fines de reciclaje y uso municipal;

· En tercer lugar, el que Sernatur haya iniciado el desarrollo del turismo interno; si no tenemos una imagen mundial capaz de movilizar al masivo externo, por lo menos se debe propiciar que los chilenos conozcan Chile, lo que hoy no sucede; al incrementarse este turismo, es más fácil que se financie la infraestructura, hoy insuficiente, mal preparada, como para que en algunos años más Chile sea un destino mundial; como es sabido, el patrimonio de países como Francia, España y México es finalmente mantenido gracias a los millones de turistas que los visitan.

· Por último -ya que pertenezco a ella- las acciones de la Corporación del Patrimonio Cultural, que, actuando de puente entre las necesidades de conservación y posibles auspiciadores de restauraciones, ha logrado incorporar empresas y particulares, factor indispensable en países como el nuestro, en que es imposible que el Estado o las municipalidades asuman su pesado costo económico.

Santiago, octubre de 2002

Fuente Internet:

http://www.nuestro.cl/biblioteca/textos/victor_acosta.htm

“La Joya del Pacífico”

(Texto y música de Víctor Acosta)

Vals

Eres un arco iris de múltiples colores
tú, Valparaíso, puerto principal;
tus mujeres son blancas margaritas,
todas ellas arrancadas de tu mar.
Al mirarte de Playa Ancha, lindo puerto,
allí se ven las naves al salir y al entrar;
el marino te canta esta canción:
"Yo sin ti no vivo, puerto de mi amor."

Del cerro Los Placeres yo me pasé al Barón,
me vine al Cordillera en busca de tu amor.
Te fuiste al cerro Alegre, y yo siempre detrás;
¡porteña buena moza, no me hagas sufrir más!


La plaza de la Victoria es un centro social,
avenida Pedro Montt, como tú no hay otra igual,
mas yo quisiera cantarte con todito el corazón,
¡Torpederas de mi ensueño, Valparaíso de mi amor!

En mis primeros años yo quise descubrir
la historia de tus cerros jugando al volantín;
como las mariposas que vuelan entre las rosas
yo recorrí tus cerros hasta el último confín.


Yo me alejé de ti, puerto querido,
y al retornar de nuevo, te vuelvo a contemplar;
la joya del Pacífico te llaman los marinos,
y yo te llamo encanto, como Viña del Mar.

Iquique, jamás te olvidaré
Víctor Acosta

Es un amor que nunca olvidaré

entre mi pecho vive escondida.

Puerto de Iquique

tú bien lo sabes

que yo jamás, jamás te olvidaré

Recuerdo yo aquellos días

tan felices en pleno carnaval

recuerdo yo aquellos bailes

tan hermosos en el viejo Nacional.

Es por eso que viven en mi mente

los recuerdos que nunca olvidaré

Iquique como te recuerdo

y jamás yo te olvidaré.

Pueblo iquiqueño yo te recuerdo

cuando en Cavancha enterrábamos el Carnaval.

tanto amigos, yo los recuerdos

cuando en las noches bailábamos

en el Shangai

Recuerdo yo esos días tan felices

en pleno Carnaval,

recuerdo yo aquellos bailes

tan hermosos en el viejo Nacional


Es por eso que viven en mi mente

los recuerdos que nunca olvidaré

Iquique, glorioso te recuerdo

y jamás te olvidaré.

http://www.crear.cl/iqqchumb/chumbeque/05_026.html